Unos turistas haciendo un safari por Kenia tuvieron la suerte de presenciar un acontecimiento animal por el que más de un documentalista de naturaleza mataría.
Merece mucho la pena, La Batalla de Kruger:
Analicémoslo:
Una familia de búfalos avanza junto a un río en fila india.
Unas leonas esperan agazapadas para sorprender al séquito que se aproxima a su escondite, y cuando el macho que encabeza la fila detecta el peligro, comienza la estampida instintiva y la cacería.
Las leonas van directas a por la cría, presa fácil, a la que dan alcance.
El tiempo pasa, y los búfalos regresan... con la manada al completo, sorprendiendo a las leonas aún intentando acabar con la vida de la presa. Ahora viene lo realmente interesante.
Las leonas representan al depredador, y los búfalos a la presa, son herbívoros, no están hechos para depredar animales, aunque en este caso sean superiores a las leonas.
La manada de búfalos se cierne en bloque sobre las leonas, la victoria es suya... si tan sólo se atrevieran a tomarla. Pero lo búfalos dudan, no son cazadores, y saben que si se separan del grupo y no son secundados podrán ser heridos.
Las leonas deben aprovechar esta ventaja psicológica y defender su rol a toda costa, y así lo hacen: deben permanecer en el sitio, mantener la posición sin achantarse. Huir o retroceder es la señal de debilidad que esperan los confusos búfalos para confirmar que son superiores.
El asunto lo resuelven los más atrevidos de los búfalos, que lideran las tentativas de destapar el farol de las leonas.
La que comete el error de retroceder la caga, muestra su debilidad y provoca el ataque y la persecución de los búfalos.
A base de repetidas provocaciones, las leonas van perdiendo su farol y cayendo una a una, hasta el punto que la cría de búfalo retenida logra zafarse y se refugia en el interior de la manada.
Las leonas han perdido la presa, pero las que han resistido, siguen manteniendo la posición ¿les queda algo más que perder para seguir ahí en lugar de huir de la batalla perdida? ¿Por qué no se van?
Aún les queda algo importante que perder: su rol, su superioridad psicológica, su jerarquía de cara al futuro. Si no lo hacen, los búfalos descubrirán que es más fácil atacarlas que huir cada vez que sufren una emboscada. Por lo pronto, la inteligencia de venir con el grupo entero indica que estos búfalos ya sospechan que eso es así.
La última leona es por fín ahuyentada, es la que más tiempo ha mantenido el farol, es la hembra dominante.
Se separa lo suficiente para salvar su pellejo pero acto seguido se vuelve y actúa con aparente tranquilidad, enfrentándose al macho dominante que la sigue retando separado del grueso de la manada.
Se rinde, el macho, satisfecho con la victoria, se da la vuelta, y entonces ella se vuelve de nuevo para crear un nuevo farol, simular que es el otro quien se retira. El búfalo responde volviéndola a encarar. Lo siento, el farol no ha colado. Este búfalo ya no sospecha que su posición es superior, lo sabe.
La escena termina con el macho dominante persiguiendo a la última leona, junto a otro macho aspirante a dominante, que se apunta a la campaña.
No sabemos cómo acabará todo. En cualquier caso, bajo mi punto de vista, estos dos búfalos han hecho bien en plantarles cara, pero harán mal si la persecución les aleja demasiado de la manada, pues quién sabe cuántos leones les estarán esperando detrás del montículo.
Si el macho dominante y el otro valentón son atrapados, el resto de la manada no hará nada, nadie les defenderá, los demás se cagarán por la pata pa'bajo y se alejarán.
Este combate psicológico es extrapolable a los humanos, me estoy imaginando perfectamente la estrategia de las leonas, primero para no perder la batalla, y luego para no perder la guerra. Cada vez que una leona huye o es corneada, está perjudicando a las que aún resisten, está dando pruebas de la debilidad de la horda depredadora. De hecho, nada más aparecer la manada de búfalos, podemos observar a una primera leona que la caga huyendo, y que se merece una ronda de collejas.
Huir ante un animal que está calibrando y dudando de su superioridad ante nosotros, sólo conseguirá disiparle las dudas: si huyes es porque eres inferior, y te perseguirá.
Claro que, como hemos visto, tirarse un farol no siempre funciona, quizá el animal no lo acepte sin hacer unas comprobaciones.
En este otro vídeo vemos otro caso en el que la presa se sale con la suya. Una leona atrapa una cebra, ésta está perdida, la tiene agarrada por el cuello, salvo porque la cebra sabe aprovechar muy bien las características del terreno a su favor, dándole la vuelta a la tortilla.
El primer vídeo lo encontré en este interesante blog: Somos Primates, escrito por Pablo Herreros.
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1 comentario:
A veces, o casi siempre, la naturaleza es cruel. ¿De parte de quien ponerse? La presa debe huir para sobrevivir, pero el cazador no tiene mas remedio que matar para vivir él.
Simplemente, es la vida.
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