lunes, 30 de septiembre de 2019

Voy a dejar que el humano crea que me gana...

Últimamente estoy muy viciado probando apps de móvil ya que, hasta hace poco, era uno de esos raros que seguía llevando un móvil pequeñito sólo para llamar, de prepago y gastando menos de 20 euros al año.

Me compré un móvil grande actual y, tras descargar las apps básicas de todos conocidas, empecé a pensar... ¿qué más puedo necesitar?...
Un luxómetro, un medidor de decibelios y frecuencias, un nivel, medidor de BPMs, pianito virtual, mapa de estrellas, mapa del metro, diccionarios, utilidades de GPS, calculadora científica...

Y tras dos meses de sólo "utilidades", al fin le llegó el turno a las chorraditas, es decir: los juegos: estos últimos días en especial he descargado juegos de mesa y de estrategia.

Todos los juegos en cuya resolución no interviene el azar tienen un algoritmo matemático de victoria, la cuestión es cuánto de simple es según las mecánicas, número y variedad de piezas, y posiciones posibles de éstas, y por tanto cuánto tiempo de procesamiento requiere en un ordenador calcular todas las posibles situaciones de tablero hasta un final determinado.
El ajedrez, por ejemplo, es un juego que, a pesar de tener una gran cantidad de combinaciones posibles, debido a su popularidad ha sido computerizado y estudiado desde los primeros tiempos de la informática (e incluso antes con aficionados memorizando y publicando libracos de jugadas) con lo que ya en el siglo pasado se obtuvieron programas capaces de ganar a las mejores mentes humanas.

El reversi (u Othello) es otro juego de mesa de dinámica mucho más simple, y por tanto más sencillo de modelizar y procesar. Es un ejemplo de juego contra en el que nunca he podido ganar contra la máquina, salvo que le limite el tiempo de procesamiento impidiéndola así mirar demasiado lejos en el futuro. Pues a fin de cuentas es lo que hacen estos procesos informáticos, rastrean todas las posibles situaciones de tablero hasta sus diversos finales, y escogen los movimientos que llevan a un final favorable.
Esto puede ser mediante un algoritmo, o mediante una colección de tablas (como los libracos de jugadas de ajedrez de la era preinformática). Así el nivel de dificultad se suele reducir limitando el tiempo o el número de iteracciones que se le permite a la máquina comprobar. En un programa de ajedrez, debido a su complejidad, la máquina puede tirarse bastante tiempo iterando, pero en juegos como reversi o damas, el proceso es más ligero.

En el juego de las damas, tras descargar una app en la que me resultaba muy difícil perder (en la modalidad de damas españolas, en las internacionales se le daba mejor, o a mí peor, porque no estaba acostumbrado y la cagaba bastante), probé otra en la que, muy al contrario, la mayoría de las veces o la máquina me ganaba o quedábamos en tablas. Pero una cosa me llamó la atención de aquel segundo programa. A pesar de que jugaba muy bien, a veces le daba por hacer algún movimiento estúpido.

Bien, parece ser que el juego de las damas es otro, como no podía ser de otra forma, que está resuelto matemáticamente de modo que el resultado final es inexorablemente tablas... siempre que ninguno de los dos jugadores cometa fallos.
Entonces, estoy sospechando que el funcionamiento de esta segunda app consiste en ejecutar un algortimo perfecto de victoria combinado con un generador de torpezas casuales en algunos turnos aleatorios, de modo que el jugador humano tenga alguna posibilidad de ganar y no se frustre. El muy ingénuo...


martes, 24 de septiembre de 2019

Subgraves

A intervalos regulares la central nuclear emitía un sonido profundo en bajas frecuencias, ultragraves, de esos que se sienten más que se escuchan.
Me recordó al sonido de los rayos en un día de tormenta... pero cuando la tormenta está cayendo no en tu zona sino a unos cuantos kilómetros. Los truenos se escuchan como una implosión grave, ahogada, sin medios ni agudos, proveniente de la lejanía, seguida de una ola de reverberación a menor volúmen recorriendo el cielo encapotado que dura unos segundos hasta disiparse.


domingo, 22 de septiembre de 2019

Originales y fakes

Cuando quieres hacer composiciones u obras derivadas es muy cómodo trabajar con material antiguo, pues al carecer de derechos de autor tienes total libertad.
Si bien los íconos contemporáneos son más poderosos a la hora de transmitir mensajes o provocar reacciones, pues son más reconocibles por la mayoría de la gente, utilizarlos pueden significar la censura de tu trabajo, por el tema de copyright.

Mientras recopilaba imágenes de hace siglos por la web para la animación pictórica del videoclip de Vivaldi de la entrada anterior observé que, además de los originales, hay una cantidad creciente de versiones modificadas de las obras clásicas (y modernas), para hacer memes o lo que sea. Normalmente canta a la legua que están modificadas, pero no siempre.

Esto me recuerda a las partituras de piezas clásicas con pequeños arreglos que pueden pasar desapercibidos pero constituir una trampa para el que desprevenidamente pretende interpretar una canción que en principio no tiene derechos de autor.
Ya comenté hace tiempo el negocio que tenían ciertos miembros de la SGAE con Televisión Española, emitiendo piezas de música clásica de madrugada. Pero en lugar de interpretar las partituras originales, les metían unos pequeños arreglos, que no alteraban el conjunto de la pieza, pero que se traducían en que de ese modo podían cobrar por la propiedad intelectual de una obra que en principio era de dominio público.
Al igual que ocurre con la música, podría ocurrir con las imágenes. Si intenet comienza a llenarse de obras originales antiguas, que no tienen copyright, con pequeñas modificaciones, cuando alguien busque una imagen para un trabajo profesional, puede estar descargando sin saberlo no el original, sino una obra derivada y por tanto con derechos de autor, con lo que tras usar esas imágenes en su trabajo, ignorante, podría ser reclamado por el autor de la variación.

Por poner un ejemplo muy nimio, la primera imagen forma parte del cuadro original de Apollonio Domenichini que usé en el videoclip de Vivaldi de la entrada anterior:

Y en la segunda imagen está el fondo que realmente usé, donde eliminé toda persona o bicho que no estuviera detenido e incorporé al señor Vivaldi paseando por la calle:


Si la segunda imagen se filtra a Google, con las variaciones y postizos que tiene en el vídeo, alguien podría estar pensando que descarga una imagen sin derechos de autor del siglo XVIII, cuando lo que está descargando es una obra derivada del siglo XXI. Un problemón y una trampa si el autor de la obra derivada es una sociedad reclamadora de derechos de autor.

Y aunque el autor de la obra derivada no tenga intenciones de denunciar, el que tomó la imagen puede que la usara para ilustrar un trabajo sobre ese pintor. Imaginad la vergüenza tras publicar y ser notificado que la ilustración que usó no es la original del pintor, sino que tiene adulteraciones.

Hay otros ejemplos más descarados de composiciones a base de recortes de múltiples cuadros, que si bien no se confundirían con ninguna de las obras originales en concreto sí que podrían inducir a pensar al que se descarga la imagen que se trata de alguna pieza original antigua y por tanto utilizable sin problemas de copyright, cuando en verdad es un colash moderno.
Al igual que pueden inducir a error autores modernos que imitan estilos antiguos en sus disciplinas.

Supongo que en el futuro la IA vendrá al rescate, con servicios de autentificación de obras, asegurándonos que no tienen modificaciones ni marcas de agua disimuladas, que eso es justo lo que buscábamos y no algo parecido, un "caballo de troya" de propiedad intelectual.

Vivaldi RV638

Recuperando la idea que usé para el videoclip de El Regreso de los Mosqueteros, he hecho otra pictoanimación con obras del periodo barroco, siglos XVII y XVIII, al son de una versión de la RV638 de Vivaldi.
La original es una canción de temática religiosa titulada "Filiae maestae Jerusalem" cantada por una voz masculina de contralto, que para una voz masculina es la tesitura más aguda y más inusual que hay, y que se suele alcanzar mediante la técnica del falsete. De hecho entra dentro del rango de clasificación de voces femeninas o infantes, y al escucharlo puede parecernos que canta una mujer.
Para una voz femenina es la tesitura más grave, y puede pasar por la voz de un hombre. En el grupo que tuve hace muchos años, inicialmente teníamos una cantante contralto, y cuando la gente escuchaba las grabaciones se pensaba que cantaba un tío.
En todo caso mi versión es instrumental.

Vivaldi fue cura y dependió gran parte de su vida de su trabajo para la Iglesia y los encargos musicales de ésta y otros nobles. Así que tenía que componer temas acordes a las demandas y temáticas de sus mecenas. También hizo sus pinitos de "marketing" global dedicando canciones a reyes extranjeros a ver si haciendo la pelota por aquí y por allá reclutaba más patrocinadores.
El emperador Carlos VI de Austria se declaró admirador suyo, hecho que aprovechó Vivaldi en una época en la que empezaba a pasar dificultades económicas para mudarse a ese otro país, con la esperanza de beneficiarse de las influencias de la corte, pero con tan mala fortuna que el emperador murió al poco de que nuestro protagonista llegara a Viena. Y allí acabó sus días en la pobreza.




Los pintores de los cuadros utilizados son los siguientes: Anton Domenico Gabbiani, Pietro Longhi, Diego Velázquez, El Greco, José de Ribera, Johannes Vermeer, Emanuel de Witte, Giovanni Antonio Canal (Canaletto), Nicolas Régnier, Francesco Lazzaro Guardi, Apollonio Domenichini, Jacobus Vrel, Annibale Carracci, François de Troy, Elias Gottlob Haussmann ...

miércoles, 18 de septiembre de 2019

Falacia del punto medio

A a B: Dame 100 euros.
B a A: No te voy a dar nada.
Entonces llega C y le dice a B: No seas tan extremista como A, dale 50, el punto medio.

Rotura del punto medio:
B a A: No sólo no te voy a dar 100 euros, sino que voy a pedirte 1000 a tí, y ahora, C, aconséjale a A que me dé a mí 550 euros, el punto medio,  para no ser extremista.

lunes, 2 de septiembre de 2019

Pobreza

Hay gente tan pobre que sólo tiene dinero
Hay gente tan pobre que sólo tiene recuerdos