Los fresnos son quizá los primeros en vestirse de amarillo intenso, al igual que las acacias de tres espinas (especie no autóctona pero muy extendida por parques y calles).
Los fresnos, por precoces, ya están mediodeshojados cuando empiezan a amarillear los álamos y los pocos robles que hay en la Casa de Campo. Pero los árboles más llamativos son los grandes plátanos plantados en torno a las principales carreteras que pasan por la zona del lago. La semana pasada una de esas carreteras, cerrada al tráfico, estaba completamente cubierta de hojas, lo cual era una gozada para los oídos, y es que me encanta escuchar el sonido de las ruedas de mi bici rodando sobre ciertos tipos de terreno, la arena, la hierba, las hojas, es una música agradable, sobre todo en otoño, cuando el campo está en silencio, sin los trinos ni las machaconas chicharras del verano.
Es una sensación parecida a cuando esquías lejos de tumultos en un día sin viento y tan sólo escuchas el sonido de tus esquís deslizando y haciendo crepitar la nieve.
Esta semana han barrido las hojas de las carreteras, pero aún quedan en algunos tramos de los caminos.
Los pinares y las dehesas de encinar apenas cambian, salvo por la hierba reverdecida, y esta luz taciturna que hace más difusas y menos agresivas las sombras.
Hoy hacía frío, cuando soplaba el viento, o en las cuestabajo donde te creas tu propio viento, tenía las orejas heladas.
2 comentarios:
Estaba melancólica, escuchando una canción titulada "The shadow of your smile" (es de una peli-->http://www.youtube.com/watch?v=526TGKeUmZw), y justo he visto que tus fotos de esta entrada eran el mejor acompañamiento, encajaban con la melodía.
La luz en otoño es fantática. Preciosas fotos, sobre todo la de los plátanos, mis árboles favoritos.
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