miércoles, 30 de julio de 2014

Cuartel de mosquitos

De la boca de la mina brotaba un arroyuelo, y por dentro estaba inundada. Además estaba infestada de mosquitos. Así que no pude entrar.


domingo, 27 de julio de 2014

Lagartija extremófila


¿Perros veganos?

Los vegetarianos que consideran a los demás animales sus inferiores, deciden por ellos qué han de comer, y por tanto alimentan a sus perros con piensos veganos y vegetales.

En cambio, los vegetarianos que consideran a los animales como sus iguales y respetan sus libertades individuales así como su cultura, dejan que sus compañer@s canin@s elijan por ell@s mism@s, y sin duda los canes elegirán catar la carne.

jueves, 24 de julio de 2014

La Pianola

El libro "La Pianola", escrito en 1952 por Kurt Vonnegut Jr., presenta una distopía social desarrollada a mediados del siglo XX.

En el sucio bar suena de vez en cuando la pianola, tocando automáticamente la tonadilla que alguna vez tocaba un pianista.


Estados Unidos ha apostado por un sistema de optimización industrial sustituyendo trabajadores por máquinas más eficientes. La eficiencia también es aplicada a los hombres, y procesada por máquinas: cada ciudadano, en función de su formación y los resultados de diversas pruebas, recibe una tarjeta de cualificación por parte de un gran ordenador. Un coeficiente intelectual, un número que es de dominio público, que lo habilita para los altos cargos: ingenieros, burócratas y directores, o lo emplaza a un empleo en un campo específico. Para aquellos de bajo coeficiente intelectual o cuyas capacidades son suplidas por las máquinas, la mayoría, sólo quedan dos opciones: la Milicia o el Cuerpo de Reparaciones, que vienen a ser los empleos basura, por mantenerlos ocupados en algo.

En el Sistema, los altos cargos tienen muy altos salarios, y los demás, salarios muy bajos. Pero los salarios son bajos porque se les descuenta el precio de la vivienda, el mobiliario, los electrodomésticos, la televisión, el seguro médico, la pensión de jubilación... etc
Uno de los personajes del libro ejemplifica el propósito de esto,  recordando cómo  en los viejos tiempos un vecino suyo se gastó una cantidad inmensa de dinero en un órgano eléctrico, y luego pasó apuros económicos para las necesidades importantes.
Quizá sea más clara la imagen del borracho que se gasta el sueldo en vino y vicios, y luego no tiene para comer o alimentar a su familia.
Así, el Sistema se gasta por los trabajadores una parte de su sueldo en las necesidades importantes, y sólo les da como salario real la parte restante, para sus pequeños vicios.
Por otro lado, esto va en consonancia con el sistema industrial organizado. La producción es más eficiente, pues la industria, que es una gran corporación, conoce con poco margen de error lo que se va a consumir y lo que se necesita producir.

En la Primera Revolución Industrial, las máquinas suplen la fuerza bruta humana y animal; en esta Segunda Revolución Industrial,  las máquinas suplen las habilidades repetitivas y previsibles. También se apuntan conatos de la Tercera Revolución Industrial, donde las máquinas reemplazan también a la inteligencia creativa humana.

El problema de todo esto que es cada vez más gente se frustra, por quedar relegados a la inutilidad.
Uno de los ingenieros, que trabaja como director de personal en la empresa del protagonista, diseña un sistema automático de control de personal, que por lo pronto repercute en la extinción de su propio puesto de trabajo, y por extensión, en la desaparición de todos los directores de personal del país.
De la misma forma que el barbero que inventó la máquina peluquera acabó con casi todos los peluqueros.
La prometedora máquina de ajedrez que alguien presenta en una fiesta, se estropea fortuitamente para regocijo de algunos, antes de que pueda llegar a demostrar que también puede sustituir al hombre en este campo.

Paul, el protagonista, es un ingeniero con un futuro prometedor, por ser hijo de uno de los artífices del desarrollo industrial actual. Es el favorito para los ascensos desde las altas esferas, no obstante lo cual, él vive con dudas y reticencia a participar en el juego de sistema, lo que le lleva a simpatizar con las clases bajas, con la autenticidad imperfecta humana, con las clases frustradas por haber perdido su valor al ser superadas por las máquinas.
Su mujer, Anita, vive sus propias aspiraciones a través del status-quo de su marido, intentando trepar socialmente a través de él, como "la mujer de". Es la esposa dedicada a establecer relaciones sociales en eventos de postureo y amiguismo imprescindibles para mantenerse arriba. Y lleva su desempeño con cierta frustración a causa de las escasas ambiciones de su pareja.
Las dudas de Paul le llevan finalmente fuera del grupo selecto, y en ese momento, Anita, como ya había previsto, le abandona por otro de sus compañeros, por uno más ambicioso y trepa como ella.
Ella le echa en cara a Paul lo que la mayoría de los hombres le echan en cara a las máquinas: contigo me siento inútil.

Se plantean en el libro dos problemas principales:
* El sistema de clasificaciones, el coeficiente intelectual, y las pruebas de capacidad como puerta para acceder a ciertos empleos y, sobre todo, a las altas esferas. Podríamos hablar de meritocracia.
En el libro aparecen numerosos personajes de calificación baja que, contrariamente, demuestran habilidades geniales en diversos campos. Un exámen puede demostrar lo bien que memoriza una persona, en un tema más abierto puede demostrar algo sobre el profesor que lo califica quizá, pero no tiene por qué demostrar inequivocamente limitaciones o que luego esa persona de tan altas calificaciones sea capaz de sacarles más provecho útil.

* Las máquinas bajan los costes de la producción, disminuyen los errores... pero hacen la competencia a los humanos.
- Las máquinas son esclavas.
- ¿Y qué hay de malo en ello?
- Que hacen la compentencia a los hombres.
- ¿Y qué hay de malo en ello?
- Que quien tiene que competir con esclavos, tiene que ser como un esclavo.


La tónica general entre la gente que no tiene uno de los pocos puestos aún no cubiertos por los automatismos es un sentimiento de hastío e inutilidad.

Al final del libro se monta una minirevolución que sólo logra triunfar en una ciudad, inmediatamente sitiada por el gobierno a la espera de rendición.
Dentro de la zona acordonada, donde todas las máquinas han sido destruídas sin criterio alguno, la gente se siente por un momento feliz, por un momento se sienten útiles y vivarachos, sus cerebros empiezan a trabajar creativamente tras mucho tiempo para volver a componer máquinas y automatismos...

Y es que crear es divertido, pero cuando se acaba la plastilina, toda ella convertida en figuritas... acuden el hastío y el aburrimiento. Y entonces, puede ocurrir que agarremos todas esas figuritas y las aplastemos de nuevo en una bola, obteniendo así otra vez material para crear y seguir sintiéndonos con metas y cosas que hacer.

miércoles, 23 de julio de 2014

El sacrificio

Estaba leyendo en el sillón, cuando noté un cosquilleo por el cuello. Me pasé la mano y atrapé una hormiga.

En la terraza había una teleraña cutrona y deshilachada sobre la que, cuando pegaba bien el sol, estaba plantada la araña de 1 centímetro de cuerpo que la regentaba.

Ya con el sol bajo parecía haber terminado su jornada laboral y allí no habia nadie. Pero al echarle la hormiga, no tardó en acudir desde un recoveco para envolverla rápidamente en una pelusilla blanca, y llevarse el capullito resultante con el almuerzo a su guarida. Le llevó como 1 minuto el proceso.

No es que me gusten la arañas, pero menos me gustan las moscas.
...
Pero esta historia tiene segunda parte.

Por la noche salí descalzo a la terraza, a oscuras, contemplando las estrellas y con los cascos con música puestos.
Al rato noté algo subiendo por mi pierna, me lo quité de un manotazo, y no tardé en volver a sentirlo por el pie. Tras quitármelo de nuevo, temiéndome lo peor - ¡No se habrá atrevido!- salté al interior y encendí la luz.

Y allí estaba la araña en el suelo de la terraza. Tuve suerte de que no me picara y ambos tuvimos la suerte incial de que no la pisara, pero al final la aplasté con un madero.

Parece ser que era la misma araña que vivía en la esquina donde arrojé la hormiga horas antes. Hay más arañas de su especie en otras esquinas, pero aquella guarida se ha quedado definitivamente vacante.

martes, 22 de julio de 2014

¿Cómo se come eso llamado democracia?

En aquel lejano país decidieron empezar de cero con un sistema indiscutiblemente democrático por el cual todas las leyes y decisiones se adoptaran por referendum y beneplácito de la mayoría.

De tal modo, el 60% de los habitantes votó a favor de una Ley Constitucional por la cual se repartían entre ellos el territorio y el 40% restante de la población pasarían a ser sus esclavos. Ese 40% lógicamente votó en contra de dicha Ley.

¡Pero el pueblo se había pronunciado en mayoría y el pueblo debía de ser escuchado! ¡Ningún tirano enemigo de la democracia, del clamor popular, podrá impedir que su voluntad se materialice!

¿Pero qué es eso de aceptar la voluntad popular?
Es como, siendo de comer moderado y gustos sencillos, ir a cenar con zampones y bebedores de primer nivel a su restaurante favorito, y luego pagar a escote, todo por no parecer un agarrado.
Es como aceptar como un hecho legítimo que una pareja de ladrones te exija el fruto de tu trabajo, por el simple hecho de que ellos son mayoría respecto a tí.

Si nos resistimos, llega el aislamiento, el reproche, el castigo, la privación, la violencia, el daño. La coerción puede venir de la mayoría, o de una minoría mejor organizada y armada, proviene de allí donde reside el poder en cada caso.

El poder es siempre una situación injusta para los que no lo tienen, que se combate con otro poder, que a su vez crea otra situación injusta.

El demos-cratos (poder del pueblo), se queda tan solo en demos-votos, la "demovotancia", el pueblo que vota. Pero el poder, es de los que lo consiguen, no de todos.

Así, los demovotantes, son gobernados por los demagogos (de demos-agein, los que conducen al pueblo).

domingo, 20 de julio de 2014

Salto térmico

El jueves el termómetro del coche marcaba 37 grados sobre las 5 de la tarde; el viernes bajó a 27; el sábado nublado y con lluvias por la tarde no lo miré, pero me tuve que poner un jersey; el domingo volvieron a aumentar las temperaturas, aunque en lo alto de las montañas soplaba rasca fría.