jueves, 31 de marzo de 2011

Bicicrítica

Todos los últimos jueves de cada mes se organiza la "Bicicrítica" que viene a ser una quedada de ciclistas para hacer masa crítica y tomar las calles reivindicando este medio de transporte tan ecológico.

La cosa empezaba a las 20:00 en Cibeles. La zona estaba cortada y al aproximarme la cosa empezó con amenazas por parte de uno de los policías, hacía mí y hacia otro ciclista cuando pasamos por su barrera. Estaba de mala leche el hombre, y yo me imaginaba por qué...

En verdad la zona estaba cortada porque había otra manifestación al margen de la bicicrítica, era en contra de los derroches de Gallardón... De modo que en Cibeles se juntaron los de una y otra, bien distinguible no obstante quién era de cada cuál.
Justo cuando entraba una marioneta gigante del Conde Drácula-Gallardón, se puso en marcha la cabeza de la Bicicrítica. Empezamos a rodar por el bulevar de Recoletos, hacia Atocha y por ahí se observaba que había más gente todavía de la que parecía que había desde la plaza de Cibeles, acantonada a lo largo de Recoletos. Según pasaba la cabeza, como si fueran afluentes de un río, iban incorporándose más bicicletas desde los lados de la calle.
Había un par de bicis que transportaban baffles en sendos carritos, añadiendo música a la marcha.

Tras el tramo de Recoletos, sin vehículos por los cortes de las manifestaciones de más arriba, al llegar a Atocha empezó a verse el auténtico efecto de la bicicrítica.
La masa de bicicletas y patinadores se hacía dueña de todos los carriles por los que discurría, saltándose semáforos en rojo y bloqueando la incorporación de vehículos desde las calles transversales. De vez en cuando algún vehículo lograba colarse, pero entonces los más gamberros le rodeaban y le hacían pequeñas perrerías.

Tras rodear el Retiro subimos por Príncipe de Vergara hasta la altura del Santiago Bernabeu. Allí, en una larga vaguada se podía observar la larga cola de bicis que había, y ni rastro de coches entre medias.
La bajada de la Castellana fue muy divertida, a gran velocidad. Algunos voluntarios se ponían como escudos para cortar el paso a los coches que tenían el semáforo en verde en las incorporaciones evitando que el grupo se partiese en trozos, y permitiendo hacer todo el trayecto sin apenas frenar.

La policía ni intervino ni nos acompañó, lo cual me pareció estupendo.
Además, esto era ante todo una muchedumbre, y más de uno estaba esperando la mínima respuesta a sus provocaciones para liarla. Algunos participantes daban vergüenza ajena, la verdad.

Peatones y conductores, algunos lo encontraban divertido, otros nos animaban, otros sacaban fotos para retratar tan insual estampa... y también estaban los que maldecían. "¡Y a los peatones que nos den por culo, por vuestra culpa no puede venir el autobús!" gritaba un viejo desde la parada. "¡Si fueras en bici no te pasaría esto!" Le gritaba humorísticamente unos de los manifestantes a un vehículo capturado entre la masa ciclista. "¡Sí, sí, yo os apoyo, más carriles bici!" (*) gritaba un peatón, y yo pensaba "ESTO es el mejor carril bici".
En medio de la Castellana un señor mayor lograba atravesar un paso de peatones en verde para él entre la marabunta de bicis que descendían esquivándole sin detenerse. Su mujer se había dado la vuelta a mitad de camino, correteando al resguardo de la acera de partida, y así se quedaron los dos, uno en cada lado separados por el torrente de ciclistas.
Por la misma zona, un par de coches que se habían metido en medio del pelotón rodaban cercados por una improvisada escolta de ciclistas, cual indios tratando de asaltar una diligencia. Delante del parachoques del primer vehículo, para evitar que se escaparan por velocidad, se colocaron rápidamente dos tíos que habían unido sus bicis en paralelo montando un soporte para un colorista retrato de Juan Antonio Cebrián, que miraba hacia atrás.

La idea era mantener al pelotón unido y no permitir que ningún vehículo penetrara dentro partiéndolo. De tanto en tanto la cabecera se detenía, bloqueando el tráfico, a la espera de que la cola se reagrupase y nadie se quedase demasiado atrás, lejos del grupo y presa fácil de los vehículos. Las mayores pitadas y cabreos ocurrieron en los dos bloqueos de la Gran Vía, pero ya podían pitar que no iban a pasar hasta que el grupo retomase la marcha. Tocaba esperar con un poco de paciencia o esperar rabiando.

Visto desde otra perspectiva, a la mayor parte de la gente le parece normal que reyes, políticos y famosos monten follones de estos cuando les da la gana, cortando calles para hacer sus desfiles, visitas o celebraciones. Y encima movilizan unos recursos millonarios que pagamos todos.
Aquí la propia gente de la Bicicrítica se encarga de cortar el tráfico y de saltarse los semáforos (juas juas), y al ciudadano no le cuesta nada, sólo un poco de humor y paciencia.

Para mí, la Bicirítica es darse una agradable vuelta tomando las calles de Madrid con la bici, y dar un poco por culo. Sinceramente, no sé si contribuirá a fomentar el uso de la bici, pero por lo que he visto sí que contribuye a que unos cuantos conductores salgan de allí cagándose en los ciclistas, pues la Bicicrítica es una excelente demostración de cómo circula y cómo respeta las normas de tráfico el ciclista urbano medio...

El malo será siempre el vehículo, porque contamina... y yo no.
Perroflautóteles

* Nota: Lo que se persigue aquí es la visibilidad del ciclista y la pacificación del tráfico. Los carriles bici están bien... para darse un paseo, pero no podemos pretender que cubran todos los trayectos necesarios para los desplazamientos de la gente, para eso ya están las calzadas, que es por donde deberían circular las bicis en convivencia con los vehículos.

** La asistencia de esta edición se estima en 2.500 personas.

lunes, 21 de marzo de 2011

libro electrónico

Hace unas semanas me compré por fin un lector de "e-libros". Una compra postpuesta varias veces por mis diversas dudas sobre el funcionamiento y las posibles limitaciones.

No leo regularmente, pero hay temporadas que me entra la fiebre berserker de lectura y no paro, y tal era el caso, de modo que ha sido una buena compra.

Las pegas son la escasez de tipos de fuentes para elegir; la imposibilidad de ajustar constraste (un fondo más blanquecino quedaría mejor); y sobre todo las decimas de segundo que se demora la pantalla de cristal líquido en refrescarse, que si bien no importa para pasar de una página a otra, sí se hace un pelín cansino cuando estás navegando por los menús, explorando la "biblioteca" por ejemplo.

Pero las virtudes superan con creces a las pegas. No daña la vista (o al menos no más que leer libros de papel); pesa poco, con lo que puedes leer en cualquier posición, tumbado, de lado...; cuando dejas de leer no tienes que preocuparte de marcar página ni de apagarlo; no hace ruido; no consume energía mientras la pantalla no cambie; ahorra papel, espacio y energía.


La pena es que no haya ordenadores así. La lentitud del refresco de pantalla y de proceso lo convierte en un cacharro que sirve para poco más que para leer.

domingo, 20 de marzo de 2011

las mortales Siete Revueltas

Este sábado me subí la bici a la sierra con idea de hacer una gran ruta que al final tuve que acortar por precaución.
Comenzando en Guadarrama, me dirigí por las sendas que aún quedan entre las urbanizaciones hacia Los Molinos, hasta llegar a un punto junto a las vías del tren donde recordaba de hace años que partía otra pista forestal directa hasta el Hospital de la Fuenfría. El caso es que había algunos cambios en esa zona, con unos vallados y una carretera nueva, y por no perder el tiempo investigando zigzageé por las calles hasta la carretera de Cercedilla, por donde tiré, como haría si me dirigiera a la Fuenfría en coche.
Afortunadamente esa mañana no había aún apenas tráfico por ahí, y subí por la carretera con cierta tranquilidad. Al aproximarme a la zona dominguera tiré por la carretera del hospital enganchando con la "Carretera de la República", a través de la cual cruzaría todo el Valle de la Fuenfría.

Esta "carretera" está asfaltada sólo en el primer tramo, hasta el aparcamiento dominguero, y enseguida se convierte en una ancha pista de tierra que da un rodeo tremendo para llegar a donde tiene que llegar, pero todo sea por ganar altura progresivamente y constituir una vía apta para vehículos y excursionistas que prefieran hacer más distancia a cambio de menos cuesta.
La otra opción era la calzada romana, pero como se rumorea que están prohibiendo las bicicletas de montaña en la sierra de Madrid fuera de pista, me arriesgaba a malas miradas, alguna amonestación y quizá un subida demasiado dura.

Al pasar bajo la umbría del Majalasna, había algunas manchas de nieve helada atravesando el camino, ante las cuales tocaba pasar con extrema precaución, pues la bici patinaba, y la rueda trasera traccionaba con dificultad.

Tras ese recodo el camino estaba más soleado y la nieve se transformaba en papilla y charcos, hasta llegar al Puerto de la Fuenfría, al otro lado del cual los caminos estaban completamente cubiertos de nieve. Tras intentar atravesar la nieve lanzándome con inercia, y comprobando que acababa hundiéndome, no me quedó otra que ir andando empujando la bici, pisando donde ya habían pisado, donde la nieve estaba más compactada.

Hasta llegar al Puerto de la Fuenfría no había parado de subir y subir, ahora tocaba bajar, pero no pude hacerlo... montado sobre la bici, hasta que más abajo la nieve se fue abriendo un poco.
Al llegar a la carretera de Valsaín la cosa mejoró bastante, y ya pude bajar a gran velocidad... porque era cuesta abajo, porque no solté apenas los frenos, sobre todo cuando en las curvas en umbría dormían aún lechos de nieve con pinta de invitar al hielo.

Más abajo la nieve desapareció completamente y las curvas se suavizaron, haciendo el descenso más divertido, con el fantástico decorado de los altos pinares de Valsaín. Y entonces descubrí una cosa, un lugar donde había estado hace muchos años pero cuya ubicación concreta dentro del tramo de sierra entre El Escorial y Navacerrada no podía concretar. Al verlo de nuevo lo reconocí al instante. La otra vez llegué en coche, pero ahora esta carretera está cerrada al tráfico por una barrera, al otro lado de la cual se encuentra la carretera que sube al Puerto de Navacerrada por la vertiente segoviana, y por donde iba a continuar.

Este tramo fue el peor de todos. Independientemente de que me tocara subir de nuevo, esta cuesta, conocida como "Las Siete Revueltas" se me hizo eterna, cansina, de tal modo que tuve que detenerme varias veces porque sentía que en cualquier momento iba a venir el Tío del Mazo.
No sentía cansancio propiamente sino agotamiento... ¿es lo mismo?... Mis piernas ya estaban hartas de tanto pedalear por una cuesta que parecía no acabarse nunca, subiendo en zigzag por la montaña, y chupando tubo de escape de los vehículos en marchas cortas. No, no olía a aire de montaña.

Llegué al Puerto de Navacerrada, que como era de esperar estaba a tope de gente, lo típico, los niños tirándose por la nieve, los adultos volviendo a la infancia lanzando bolas, haciendo muñecos y haciéndose la foto. Más arriba se veían algunas personas esquiando por las pistas, no muchas. Es una estación tan pequeña que se debe de aburrir uno rápido en cuanto pasa del nivel de principiante.

La ruta es como si ya estuviera acabada, pues desde ahí arriba hasta Guadarrama es todo bajada, o dicho de otro modo: agarrarse bien y dejarse caer.

Al principio me quedé helado, por el viento frío que producía la velocidad, pero como perdía cota rápidamente, en cuestión de minutos, el fresco de la nieve fue siendo sustituído por el agradable calorcillo del sol y por otra corriente cálida que provenía claramente de la irradiación del asfalto de la carretera.
Desde el Jueves o el Viernes, han subido las temperaturas de golpe, y estos días son como un miniveranito.

Bajé prácticamente solo, pocos coches me rebasaron, ya que casi todos estaban por la labor de subir, formando una larga cola conforme llegaban a lo alto del puerto.

Corolario: Si dejamos caer una bicicleta desde el Puerto de Navacerrada, ésta llega a Guadarrama en menos de media hora.
El Siete Picos desde Navaurrulaque
En esta zona de umbría bajo el Majalasna aparecen manchas de nieve congelada, donde la bici se te va con un patinazo a la que te descuidas
El Montón de Trigo
El Majalasna
Pradera de la Casa Eraso
Pinares de Valsaín
La carretera que sube al Puerto de Navacerrada por la cara segoviana, las interminables Siete Revueltas
La mini-estación de esquí de Navacerrada