martes, 30 de marzo de 2010

I have no mouth and I must scream

Me encanta este relato de ciencia ficción, y las derivaciones que se pueden sacar del título.
No tengo boca y debo gritar.
No tengo valor y debo luchar.
No tengo dinero y debo pagar.
No tengo modo y debo vengarme.
Es la sensación de estar atado. Las extremidades de los demás son más largas y más fuertes, te pueden aprisionar, pisotear y dictar. Quieras o no. Tus gritos no sirven de nada, no tienes boca, tienes boca pequeña, tus quejas se pierden en la nada.

Cuando no tienes boca y debes gritar, sólo puedes gritar con la mirada. Los ojos de la gente gritan lo que sus bocas callan... cuando no pueden o no deben gritar... o no saben gritar.

* De hecho es la segunda vez que hago una entrada con este título, no recuerdo qué contaría en la otra... quizá lo mismo con otras palabras.

lunes, 29 de marzo de 2010

metedura de pata

Imagina que estás escondido en un lugar para evitar a alguien que está afuera esperando porque sospecha que andas ahí dentro.
Otra persona enterada y de tu parte, sale y le ve, y acto seguido te llama por el móvil... para alertarte "Oye, cuidado que está ahí fuera".
...
¡¡¡¡Ya sé que está ahí fuera, y gracias a tu llamada ahora él tambien sabe que estoy dentro!!!!

¡Es que ni a propósito!

domingo, 28 de marzo de 2010

Pueblos abandonados

Por los alrededores de Tamajón hay multitud de pueblos serranos abandonados de los que apenas queda el perímetro de los muros. Están en medio de serranías abruptas repobladas con pinos, montes de textura monótona surcados por caminos y grandes cortafuegos.
El terreno es arcilloso y rocoso en los valles donde se forman profundos cañones con cortados de cuarcitas y puntuales afloraciones de calizas y conglomerados.

Dejé el coche pasada la pedanía de Muriel, en el arroyo Hontaria, y me puse a ascender por una incómoda ladera de matorral espinoso, hasta alcanzar el alto que se levanta a la cola del embalse de Beleña. Al otro lado Muriel y el último retazo de los farallones calizos, y hacia el Norte un camino cortafuegos que fue el que tomé, dejando la exploración de éste área de los farallones (que es algo que tengo pendiente) para la vuelta.
El cortafuegos asciende, luego llanea, y, con el Ocejón al fondo, vuelve a bajar hacia el Barranco de Valdelapuente.
En el fondo del barranco, proseguí por él, por un caminillo que ascendía progresivamente hacia el Este, hasta desembocar en una encrucijada, donde había hasta 6 caminos de tierra a elegir.
El camino que pensé debía tomar descendía bruscamente hacia el oeste, y por si acaso, opté mejor por avanzar por la línea de cumbre hacia el norte, por el pinar, por no perder cota.
Algunos pinos, de aquí y de allá, tenían una especie de pesadas bolas colgando de sus ramas, y me pregunto qué será, si un nido o el efecto de un parásito:
Pronto encontré un camino y proseguí un rato por él, hasta que escuché un todoterreno que se acercaba y salté al bosque a esconderme. No tengo muy claro hasta qué punto estos terrenos son privados, de modo que prefiero evitar encuentros.
De todas formas ese camino, aunque cómodo, me desviaba hacia el Oeste de mi objetivo, así que tarde o temprano habría de abandonarlo.
El pinar se abrió al rato ante un barranco plateado, atestado de sauces, alisos y majuelos, todos aún sin hoja, y de ahí el tono plateado. Por el fondo corría un arroyo.
Lo atravesé sin muchos problemas y entre el bosque divisé algo que me haría cambiar el objetivo de mi ruta, aunque por ahora no lo podía ver bien, a falta de un mirador más abierto.

De nuevo el bosque se abría cortado por un enorme cortafuegos, y aquí quebré hacia el Oeste, siguiéndolo.
Y el cortafuegos se terminó interrumpiendo al borde de un gran barranco, El Barranco del Chorillo.
Sin quererlo ni beberlo estaba frente a mi nuevo objetivo, muy cerca al otro lado del río. Unas afloraciones de aspecto calizo con cavidades.
El problema es que el río discurría por el fondo de un cañón, sin pasos obvios cercanos.
Al final me arriesgué a descender por una diaclasa entre los cortados, y ascender por otra de la orilla contraria que nacía frente a la primera, y tuve la suerte de que fue fácilmente escalable hasta el final, pues no estaba nada clara desde el otro lado. En el fondo el río se encajonaba, se podía pasar de un salto, pero por si acaso, para no aterrizar hundiendo las patas en una orilla fangosa, volqué una roca y pasé pisando sobre la roca y agarrado a las ramas de un árbol muy bien situado.

Ya en la otra orilla, arriba estaba la zona de las cuevas, que resultaron ser covachas en cuarcitas y conglomerados, sin mucho interés.
Más arriba se hallaban los restos del poblado de Tainas, apenas una insinuación del perímetro de los muros.
Al Norte, separado por más barrancos, un monte que en la topografía aparece como "La Cueva", con bandas de afloraciones rocosas similares a las de los barrancos de Patones o Valdepeñas de la Sierra. Pese a la apariencia caliza, supongo que serán más cuarcitas o mezclas.
Desde las ruinas de Tainas parte un camino (el que se interrumpió al otro lado del cañón) que comunica con más cortafuegos, subiendo y bajando por los montes. Al final alcancé el mismo barranco del Chorrillo cauce abajo, pasada la zona abrupta, allí donde el valle se abría y donde desembocaban otros tantos barrancos. Por esta zona se pueden cruzar los cauces cómodamente, de hecho el camino está adecentado para el paso de vehículos.
El camino abandonaba el valle, ascendiendo de nuevo por los montes, hasta llegar a la gran encrucijada. Efectivamente este era el camino que debía tomar y descarté para llegar a la Iruela (mi idea incial)

A la vuelta volví a caer sobre los farallones calizos de Muriel, pero pasé de hacer la exploración que tenía pensada, pues estaba muy cansado y muy hambriento. Me fuí directo al coche a por mi bocadillo.

Nunca atino con la comida, si me llevo mucha resulta que ese día no tengo hambre y me dejo la mitad, si me la llevo en la mochila no me apatece comer hasta el regreso, si me la dejo en el coche maldigo no haberme metido si quiera una tableta de chocolate en la mochila.
También, como preparo las cosas después de desayunar, calculo la comida con el estómago lleno, con lo que no tengo nada de hambre, y casi que ni me apetece llevar comida.

Pero a parte, fuí en pésimas condiciones, sin haber dormido la noche anterior y tras semanas de sedentarismo absoluto. Fueron 12 kilómetros y me tiré 6 horas para hacerlos (una velocidad media de auténtico carcamal), parándome a descansar demasiadas veces, o a buscar minerales como excusa, y cada vez que me paraba se me cerraban los ojos. A veces dudé si acurrucarme en algún lado y dormir media horita.

Este año va a haber mucho agua, el río Beleña bajaba cargadísimo, el embalse lleno, los arroyuelos emanando, charcos por doquier en los bancales de los pinares de repoblación, los terrenos bajos empantanados y en las rocas musgos verdes de gran grosor. A lo lejos la cara norte del ocejón Nevada, y más allá, las montañas de las últimas estribaciones del Guadarrama se divisaban blancas.
Y esto se notaba en la temperatura, cuando alcanzabas una ladera orientada hacia las montañas y soplaba la brisilla helada.

viernes, 26 de marzo de 2010

la gente tiene fecha de caducidad

Las ciudades crecen, cambian,
el espacio intacto es ocupado, termina siendo usado,
el viejo solar donde jugabas de niño edificado.

Los vecinos envejecen, cambian, se marchan, se casan;
otros nuevos vienen, extrañas caras, así no era tu casa.

El viejo amigo se vuelve extraño tras años sin verle,
cada uno por su lado, bebieron agua de distinta fuente.
Ahora son diferentes,
y el único lenguaje común es un dialecto del pasado,
lenguas muertas, filología de la nostalgia, un lazo rescatado.

La gente tiene fecha de caducidad, y también la felicidad.

Una foto es el retrato de un cadáver conservado por la magia,
de un instante que acaba de morir,
volverás luego y ya no será así,
y el que no pueda superar esta realidad morirá de nostalgia.

El momento perfecto será pretérito perfecto,
el bosque será huerto,
el huerto, muerto, descampado,
y luego chalet adosado.

jueves, 25 de marzo de 2010

Cordero TV

Cordero TV es una iniciativa de Victor Losa, alias Pinofas, que empezó grabando pequeños cortos en plan casero, y terminó... grabando pequeños cortos en plan casero. Pero trascendiendo en radio y televisión.

Sus vídeos son chascarrillos basados en el absurdo y el histrionismo, contando para ello con el genial actor casero Miguel, coprotagonista de los cortos que más me gustan.

Pinofas y Miguel hacen un dúo bastante interesante: el primero en el papel de ingénuo con ideas de retrasado, y el segundo poniendo la cordura a la alegre tontería y perdiendo los nervios ante tanta irracionalidad. Esto degenera en gritos, insultos, y sarcasmo.
Sin ser profesionales, hacen su papel con naturalidad, con un resultado hilarante.

Podemos ver a la pareja en la miniserie "Car Life", donde un autoestopista (Miguel) va a parar al coche de Pinofas, que acaba de estropearse y bloquearse, obligando a ambos sujetos a convivir en el interior durante días.

El vídeo titulado "Navacerrada" es uno de mis favoritos. Describe histriónicamente una situación bastante común. Miguel y Pinofas tratan de ir a Navacerrada desde Villalba. Miguel con el mapa tratando de indicar, perdiendo los nervios, y Pinofas al volante más perdido que Pinocho en un termitero, haciendo caso omiso a las indicaciones, y siguiendo su instinto errático y autista.



Otro de mis favoritos es "La Despedida", donde la novia de Pinofas trata de cortar con él improvisando una serie de excusas. Pero éste, cegado por el amor y por la personalidad de su personaje más estúpido, no termina de pillar la indirecta, lo que causa la desesperación de la chica.

Pero estos chicos saltaron a la fama en el inframundo de Youtube principalmente por la serie "Tube adventurers", que es una especie de vídeo interactivo donde el espectador debe elegir al final de cada fragmento entre diferentes opciones para el siguiente paso.
El argumento de la primera parte es tan sencillo como un joven que sale de su casa a comprar el pan, algo desorientado, y deberá deambular por el vecindario tomado por una horda de locos interpretados todos por Pinofas.

Posteriormente (y no anteriormente, como alguno podría pensar), elaboraron una segunda parte, titulada "Tube adventurers 2". Esta vez el argumento es más absurdo aún: los noruegos han invadido el mundo, y Pinofas y Miguel, cual Quijote y Sancho Panza, deberán viajar en el tiempo, hacia un pasado de postín, para eliminar al noruego primigenio.
Miguel es la conexión con la realidad y el sentido común, dentro del universo ficticio de Pinofas -aquí Ahhhh- que se rige por el absurdo y la ingenuidad.

Como material una cámara y un ordenador para el montaje; como escenarios Villalba y alrededores, y alguna bajadita a Madrid: como actores, los amiguetes; presupuesto... nímio.
En el montaje de varios de sus vídeos se puede percibir cierta influencia de "Muchachada Nui" (tonos y repeticiones), pero aún así, estos tíos tienen su propia personalidad suficientemente definida y diferenciada.

martes, 9 de marzo de 2010

lo de no dejar libros

Bien es sabido que si prestas libros no te los devuelven. Mi problema es peor, me faltan unos números de una colección de cómics que le presté a alguien, pero ha pasado tanto tiempo que no creo que me los devuelvan... y el caso es que tampoco recuerdo a quién se los presté.

sábado, 6 de marzo de 2010

un diamante es para siempre

Aunque la letra es un poco full y asquerosamente materialista, además de estar deslucida al haber sido utilizada en un spot comercial, me encanta la melodía vocal de esta canción. Hoy ha sonado en la radio del coche esta canción de los 80, de "El Norte", "Un diamante es para siempre".

Quise que me recordara,
y que nunca me olvidara,
entre tú y yo,
un diamante es para siempre.