jueves, 5 de febrero de 2009

las sonrisas del metro y pastanagas

Hay una situación en el metro en la que, no sé por qué, la gente suele sonreir, y es ésta: toca el silbato, la puertas se van a cerrar, aparecen unos rezagados corriendo, y no llegan por poco. Se quedan fuera. En ese momento sonríen y hasta se ríen.
¿Por qué sonríen?
¿Es gracioso echarse una carrerita para no llegar?
¿Sonríen para disimular ante los que están dentro del vagón y han observado la maniobra fallida?
Por que no nos vamos a engañar, si en lugar de reirse se sulfurasen, los que sí se reirían son los que están dentro.

Algunos más avispados, acto seguido, miran en dirección al primer vagón, donde está el conductor que puede ver por el espejo de los andenes sus caritas de esperanza. Y a veces funciona: las puertas se abren de nuevo para que pasen de un saltito al unísono, si son pocos, o en tromba si son muchos.

...

Otro tema, observen esta foto del mantel de la franquicia de restaurantes donde he comido hoy (por segunda vez, que hoy por ciertas razones he hecho doble comida):
Sí, está en catalán... ¿dónde estoy?

En Madrid, no me he movido muy lejos.

Los cubrebandejas de papel del FRESS&CO estaban en catalán. Curioso ¿eh?

Hacía años que no iba al Fress&co, y hoy he re-re-recordado por qué: ni es "fress" ni es "cool", la comida no me sabe a nada, como si se le hubiera evaporado el sabor. Tienen mucha variedad, pero todo me parece insípido y frío. Más que por el sabor los ingredientes se diferencian por la textura.

Quizá deberían tapar los platos para que no se deshidraten los vegetales. Joer, que a los brotes de soja les faltaba poco para fosilizarse.

3 comentarios:

Chasky dijo...

Yo soy de los que cuando pierden el metro por poco me quedo mirando en dirección al conductor, pero creo que esa técnica me ha funcionado sólo una o dos veces.

MEugenia dijo...

En el metro nunca me han abierto la puerta, y si estoy dentro, no me río de los pobres que no llegan.

En el bus sí he conseguido, que viéndome correr, y aún con las puertas cerradas, me abran. A continuación doy las gracias al conductor muy efusivamente, bien alto, pero he comprobado que otras personas a las que se les hace el mismo favor ni siquiera saludan, así que tampoco me extraña que los autobuseros pasen bastante de la peña; total, para no escuchar ni un mísero "gracias", pues siguen su camino.

No conocía el FRESS&CO, ya sé que si me invitas a comer ahí tienes intenciones de envenenarme :P

Herel dijo...

Na, en cuanto llegue la primavera ya te dije que tengo pensado ir con mi libro de supervivencia a hacer una recolección de vegetales por los boques, para hacer una megaensalada 100% natural. Que lo que compramos en el mercado es cada vez más transgénico.