Esto es una anécdota de hace un porrón de años, de cuando iba al instituto.
Iba en la línea de autobús que solía tomar que, como todas las líneas, tiene sus paradas multitudinarias, paradas con cuatro gatos y paradas en las que rara vez hay alguien esperando.
Pues al pasar por una de estas últimas, resulta que había un hombre con gafas esperando, y no levantó la mano hasta el último momento. El autobusero, en cualquier caso iba, demasiado rápido, no tenía previsto frenar, cuando como mínimo debió bajar la velocidad al acercarse a la parada en previsión de que esa persona quisiera subir. Al ver el gesto del hombre el conductor hizo un ademán de frenar y acercar el autobús,dudó unos segundos, pero al final aceleró y pasó de él.
Desde esa parada hasta la siguiente era todo cuesta arriba. Pues el señor de gafas se puso a correr y a la siguiente no pudo llegar, pero sí dos más allá. Gracias a los tiempos de detención del autobús en los semáforos logró alcanzarlo, se subió y le echó la merecida bronca al conductor. Yo al menos tenía claro que se la merecía, noté perfectamente el "¡bah!" del conductor cuando pudo haber parado y optó por conservar la velocidad y la buena marcha del autobús.
El conductor se cerró en banda ante la bronca, se negó a reconocer su desidia, y lo único que se limitaba a decir es que iba a llevar el autobús inmediatamente hasta una comisaría de policía. Ante eso los pasajeros nos alarmamos, pues cada cual tenía que ir a su trabajo o a sus estudios, no a la comisaría.
Lo que no se es cómo terminó aquello, yo me bajé en la siguiente.
El caso es que nadie salió en apoyo de ese atleta de gafas, y no creo que fuera yo el único que vió claramente lo que había pasado. Cada cual bajo su propia conveniencia, y que el autobús se salte una parada conviene a todos los que van ya dentro, menos tiempo que perder.
Cuando el conductor pasó de ese hombre, todos callados como putas.
Salamandra de Gredos
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La mayor parte de los montes están recubiertos de pinar de repoblación, y
sólo en algunas laderas se conserva el robledal autóctono, que a media
ladera es ...
4 comentarios:
Pues yo no lo veo tan claro: el autobús no tiene obligación de detenerse salvo que los viajeros que esperan en la parada hagan una señal con tiempo suficiente, ese es el reglamento y es lógico. Si el viajero que espera lo deja para el último momento, es normal que el conductor piense que ese que está en la parada, es simplemente un ocioso que no tiene otra cosa mejor que hacer, pero no alguien que espera el autobús, así que no reduce la marcha. Entonces el viajero levanta la mano en el último momento, obligando al conductor a pegar un frenazo, poniendo en peligro la seguridad de los viajeros. Ya sé que es un poco extremo y que con un poco de sentido común se pueden hacer las cosas de otra forma, pero también es cierto que el conductor puede estar hasta las narices de esos viajeros que no levantan la mano hasta el último segundo, y con razón.
De todas formas, aunque el señor reaccionase tarde, el autobús iba demasiado deprisa.
Cuando hay mucha gente los conductores suelen aminorar la marcha pues no siempre la gente levanta la mano desde lejos. En este caso como sólo había uno y estaba en la parada "chunga" ni se molestó en preveerlo. La calle era cuesta arriba, ya había cogido la velocidad y no le dió la gana perderla.
Fíjate que hasta pudiera ser que ese hombre no tuviera muy buena vista y hasta que el autobús no estuvo cerca no pudo leer el número.
Por cierto, que también he presenciado el caso contrario, normalmente en gente muy mayor, que paran al autobús porque no pueden ver el número, y cuando ya está cerca y detenido ven que no es el suyo y dicen que no.
A mí me ocurre lo que tú dices, Herel, como necesito gafas de lejos y generalmente no las llevo puestas, hasta que el bus no está casi encima, si hay varios que pasan por esa ruta, no sé que el que se acerca es el mío.
En el caso que cuentas, yo habría sido una de las que habría apoyado al atleta de gafas, sé muy bien lo que es que te dejen tirado en una parada rara-apartada de todo; no resulta nada agradable, y mucho menos si eres chica, tienes 18 años , son las 10 de la noche, no hay nadie más en la parada y estás en una carreterucha sin marquesina.
Y a día de hoy, también lo haría, porque cada mañana surgen pequeñas anécdotas en los transportes, con la gente, y mi primera preocupación es ayudar a nivel humano, relego a un segundo plano las obligaciones de curro, estudios, etc.
Bueno, y porque según me presentó Emilia a su hija, soy "la rebelde". Hasta que se pase por aquí a leerte :D
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