Me gustan los cotilleos que cuenta el señor P. siempre que:
1. Se refieran a una persona, lugar o asunto que conozco o es de mi interés.
2. No me haya contado ya esa historia.
3. No se enrolle por teléfono. (No me gusta nada hablar por ahí)
Empieza a hablar de un tema, y de pronto hace un paréntesis para ampliar datos sobre algo que ha mencionado; y no tarda en abrir de nuevo otro paréntesis con algo relativo al primer paréntesis; y otro; y otro.... Fulanito, que resulta que esto, y además tiene un hermano que por cierto aquello..., y la novia del hermano lo otro, y el amigo del amigo del de antes .... Y va subordinando y subordinando, dejando trozos en suspense, frases sin acabar de momento, para comenzar nuevas subhistorias, que al final va cerrando (o no).
Porque cuando dejas tantas historias a medias, es muy fácil que al echar los cierres te olvides de contar el final de alguna.
Lo que me desespera es cuando se repite y te cuenta historias que ya te contó. Porque si le viene a la cabeza el contártela, te la va a contar, claro que sí; con la mirada perdida en un punto fijo a unos cuarenta centímetros de distancia de su cara, donde existe un papel imaginario - una chuleta- del que va leyendo todo lo que dice. Porque entona tan bien, que parece que lee frases en el aire.
Y no atiende a que le digas que ya... nocilla (no si ya).... Por teléfono sobre todo, no hay quien le detenga. O al menos a mí por auricular me cuesta más poner punto y final sin ser desagradablemente antipático o tajantemente despreciativo.
Porque el "no" y el "adios" sólo funcionan si a continuación cuelgas, pero ¿cómo le vas a colgar con el chorro de verborrea sonando aún? La única fórmula para finiquitar es sotarle tú otro chorro de palabras sin intermitencias, y a la que se despiste y se calle, aprovechar y, todo de seguido, despedirte y colgar.
Aunque la verdad, es que si no tienes prisas, y los temas son nuevos, su conversación es agradable.
Salamandra de Gredos
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La mayor parte de los montes están recubiertos de pinar de repoblación, y
sólo en algunas laderas se conserva el robledal autóctono, que a media
ladera es ...
6 comentarios:
Me gusta esto de destacar algo de cada día :)
Yo uso aquello de: perdona, me llaman por el fijo. O al revés: Perdona, es que me está sonando el móvil. Esto último es más llevadero porque puedes acompañarlo con el sonido de tu móvil. Por supuesto siempre hay que dejar claro que se trata de una llamada que llevas esperando mucho tiempo (los resultados de unas pruebas, una amiga que vive en Japón...)
A mi también me cuesta una barbaridad colgar a alguien que se enrolla y no me interesa lo que me cuenta... soy tan cumplida ains... ahora como esté agusto hablando que se prepare el del otro lado... je je
Sí Taza, es otra buena solución... oye, te cuelgo que me llama Aiyana por la otra línea.
Aiyana, sí, perdona, que me llama Taza por el zapatófono secreto.
La otra línea no siempre funciona, ni el tener prisa. Aún recuerdo el día que me estaban llamando de verdad, porque era hora de comer y yo diciendo al tipo "Oye, que me tengo que ir a comer, que me están esperando, y además me están llamando..." Me quedé sin comer, es harto servicial, el hombre, pero no sabe parar.
Me ha recordado a un pensamiento que tuve el otro día al bajarme de la guagua. Dos mujeres bastante avanzadas en edad se encontraron casualmente en la guagua y empezaron a hablar... las dos a la vez... sin parar para escuchar a la otra. Imagino que sí se escuchaban entre ellas pero mantener una conversación de esa manera me resulta imposible e inviable. Debe ser cuestión de práctica, o haber nacido en otro planeta. ¿No creeis?
Tan difícil como saber qué decir para rellenar el silencio. Si no tienes que pensar lo que dices, porque te sale automático, se puede escuchar al mismo tiempo. Es difícil cuando te tienes que concentrar para elaborar el discurso porque no te sale natural, es un estado mental, lo mismo que cuando estás haciendo una operación aritmética de memoria, cuando necesitas aislarte del exterior para que no te baile lo que estás construyendo por dentro abstractamente hasta que esté terminado.
De todas formas, también puede ser que las historias que se están contando ya se las sepan, y simplemente estén hablando por divertirse conversando, y en ese caso es normal que hablen las dos a la vez: escuchar una historia que ya sabes es aburrido, y por eso las dos tratan de hacerse con el papel agente de habladora-opinadora; la conversación de la otra parte sólo sirve como punto de referencia para canalizar la temática e invitar a algún giro, y para justificar que hay comunicación y no soliloquio.
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