miércoles, 15 de diciembre de 2010

cambia el hábitat, cambia el hábito

Hace unos días oí noticias de que el lobo ya había llegado a Madrid a través de Segovia. Aunque la noticia no es nueva, hace pocos años que van especulando con que si el lobo ya está aquí o que si todavía no.
Yo al menos, no me lo imagino por la zona de Cercedilla, más que nada porque los pobres lobos no tendrían donde esconderse con tanto excursionista trillando la tierra. Y parece ser que de estar, están por la zona de Somosierra, donde disponen de más paraje agreste para ahuyar por las noches lejos de linternitas.

Nunca me he topado con lobos, pero irremediablemente surge una pregunta, por puro paralelismo. Si ya encontrarte con un perro suelto en medio del monte es un asunto delicado, ¿cómo sería dar con una jauría de perrunos salvajes? ¿Serían menos territoriales que aquellos con amo?

De hecho, si miramos el nombre científico del lobo (canis lupus) y el del perro (canis lupus familiaris), esto parece de chiste, el perro sería como un lobo familiar.

Lobo Ibérico, foto por Juan José González Vega

Los lugares más civilizados se caracterizan porque en ellos el hombre ha casi-extinguido a sus potenciales depredadores, así como a los de su ganado-esclavo, o sus cosechas.
Animales demonizados en cuentos y leyendas, -por peligrosos o por ocupar el mismo espacio que codiciaban los intereses humanos-, demonizaciones que podrían asemejarse a una maniobra política de criminalización de un colectivo o país para justificar medidas contundentes contra él.
Los que han podido sobrevivir es a costa de pasar por el aro de la domesticación, como el perro. Un perro no tiene derecho a ser salvaje, sin amo. (Nosotros tampoco tenemos ese derecho, salvando las distancias entre un caso y otro).

El caso es que no estamos acostumbrados a tener que salir por patas con una bestia que intenta devorarnos detrás (a excepción de bestias de la misma especie humana).
¿Hasta qué punto son peligrosos los lobos?

En teoría los lobos son tímidos y rehuyen a los humanos, prefieren cazar otro tipo de piezas.
Hay varias historias de leones a este respecto. En principio estos mamíferos no suelen cazar humanos, pero se han dado circunstancias donde los episodios de ataques focalizados se han sucedido de forma alarmante en África.
-Caso 1: La zona había sido tan degradada que apenas quedaba caza natural, así que los leones se veían obligados a comer humanos, que de esos siempre hay.
-Caso 2: Las guerras dejaron tantos cadáveres abandonados, que los leones se acostumbraron a esa carne fácil, y esto sumado al punto 1...
-Caso 3: Ejemplares con los dientes rotos, que ya no podían atrapar sus piezas habituales, optaron por el animal más fácil de cazar si se le sorprende desprotegido de su tecnología y tribu.

Estos leones aprendieron a introducirse en los poblados con sigilo para atrapar niños (cuando cazan siempre van a por la presa más fácil). Y por lo visto enseñaban a sus crías la nueva modalidad de subsistencia, además de un gran consejo: nunca ataques dos veces en el mismo lugar. Debían haber comprobado que los hombres del poblado estarían ya organizados y esperándolos si volvían a la noche siguiente.

Cualquier carnívoro hambriento puede atacar al hombre si no encuentra suficiente caza de la habitual porque le hemos alterado el medio. También, si descubre en los humanos una fuente más fácil de alimento, los añadirá a su dieta. Y también si se le acorrala, lo cual implica tanto los más obvio, cerrarle las salidas, como sorprenderle con unas crías que no podrán huir de la misma forma que los adultos.

Esto de descubrir una forma más cómoda de obtener comida y abandonar la tradicional se ve de forma alarmante en las gaviotas. En lugar de salir a pescar, cada vez más optan por rondar los puertos o las zonas turísticas humanas en busca de comida que rapiñar. Son muy competitivas y agresivas entre ellas por hacerse con un buen lugar cerca de los humanos, como vendedores ambulantes luchando por plantar su puesto en el espacio estratégico del mercadillo, la más grande y valentona expulsa a las demás para quedarse toda la rapiña de la zona.

En muchas zonas naturales se ven carteles que prohíben dar de comer a los animales salvajes, y esa es la razón. Al darles de comer les hacemos abandonar sus escondites y arremolinarse en torno a aparcamientos y carreteras en busca de domingueros que les sirvan un almuerzo fácil. Estos animales que antes se buscaban la vida por su cuenta se convierten en rondadores y acosadores de humanos, se perroflautizan: "¡Oiga jefe, no tendrá un eurillo suelto!".
Urracas muy agresivas reclamando comida en un picnic

6 comentarios:

Toni dijo...

¡Y yo que creía que el lobo había llegado disfrazado de oveja, y con alma de Zp...!
Nada es lo que era...


Salu2

Herel dijo...

¡Vaya piropo que le has echado al ZP!

Josito dijo...

Homo hominis lupus.
Saludos.

Zuviëh S.F. dijo...

Sabes qué haría yo con el lobito, no? xD :P
No sé, es un tema jodido, estamos acostumbrando a un porrón de animales a que dependan de nosotros y pierdan su instinto natural. :(

Piedra dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Piedra dijo...

Homo hominis familiaris.

No creo que sea malo ayudar a cualquier animal salvaje ni que pierda el instinto por eso, el problema es que a partir de entonces se vuelva molesto.

Lo tristemente cierto es que los animales que atacan a personas es debido a que no les queda otra, previamente el hombre ha destruido su entorno y sus medios de subsistencia. Les quitamos el alimento y el territorio y nos quejamos de que se resistan a ser exterminados