Cuando estaba en el colegio, a la salida del turno de mañana, antes de ir a comer, unos cuantos salíamos escopetados hasta la zona de la calle donde jugábamos al "Paredón", un juego urbano de pelota. El último en llegar empezaba de portero.
Transcurría el juego con sus avatares, cuando de pronto, alguien daba el primer paso de marchar. Normalmente en ese momento tenía la pelota en su posesión, y la chutaba con fuerza de modo que:
1. Golpease a otro compañero.
2. Tras el golpe la pelota no quedara en el sitio sino lejos, para dar tiempo a huir.
Y es que en el momento en el que se decidía marchar, el último en tocar el balón (o en la práctica el último al que le tocase el balón) tenía que llevárselo a su casa y traerlo para el día siguiente.
Si el "chut" era bueno, aquel al que había golpeado el balón tenía que ir a por él a tomar por Q-lo, tiempo que aprovechaban los demás para desaparecer. Y el tocado ya no tenía otra que quedarse el balón.
Si el balón no se había alejado demasiado, el golpeado tenía todavía a los demás cerca para perseguirles, chutar de nuevo y estamparle el balón a otro.
Era un balón colectivo: para jugar era de todos, pero nadie quería el marrón de guardarlo en su casa, llevarlo y traerlo.
Ahora imaginemos un grupo de trabajo un viernes por la tarde. A última hora surge un gran problema que necesita intervención urgente, ¿quién lo solucionará?
López da el pistoletazo de salida: "Me piro que me están esperando"... desaparece tapándose los oídos y desconectando el móvil, haciéndose el tonto, simulando ignorar el problema; y tan veloz que cualquier intento de detenerle explicándole que hay un problema (lo cual ya sabe, pero hacen falta testigos de que lo sabe) son inútiles.
García, duda por unos instantes, pero rápidamente se lo huele. Y mismamente se despide soltando una hila de palabras una detrás de otra para apagar con la suya, la voz de los que pudieran decirle que no se puede ir debido al problema.
Al final quedan los dos últimos pringaos, y claro, como no hay nadie más, tienen que comerse el marrón ellos solos.
El Lunes, López y García se encontrarán el problema resuelto, y se harán los tontos cuando los pringaillos les echen en cara su falta: ¿que os tuvisteis que quedar el fín de semana trabajando? no lo sabíamos, ignorábamos que hubiera un problema, pensábamos que todo estaba correcto cuando nos marchamos. (Ambos tuvieron todo el fín de semana el teléfono desconectado para evitar que los pringaillos pudieran informarles del problema.)
Ignorancia alevosa.
Para esto -entre otras cosas- mucha gente tiene dos móviles: el del trabajo y el personal. Éste último no lo tiene nadie del trabajo, por muy amigo que sea. El movil del trabajo está apagado, fuera de cobertura, o se le acaba la batería cuando hay problemas y fuera del horario laboral. El personal funcionará mejor.
Cornicabras
-
Las laderas de los montes están cubiertas por un bosque bajo de encinas y
cornicabras, que en esta época del año salpican de ocres y rojos el
paisaje. En l...
2 comentarios:
Definitivamente tu y yo trabajamos en empresas iguales de un mundo paralelo y la puerta entre los dos mundos está en internet, jua, jua.
Respecto al plan, sólo tengo un plan no salir mal herido, porque estoy rodeado, je, je.
Un saludo.
Oye, se me ocurre que si tienes a algún listillo perfectamente detectado, la próxima vez que le veas le podrías comentar así como quien no quiere la cosa (si es con más testigos presenciales mejor): "Pues el otro día leí un artículo en una revista que hablaba sobre los inútiles y los listillos, su modus operandi es el siguiente... ¿te puedes creer que haya gente así?"
A ver que cara pone.
Publicar un comentario