jueves, 10 de abril de 2008

De la fantasía a la realidad

Los hombres que utilizan su imaginación en crear la fábula de un poema o de una novela son, antes que nada, descontentos. Buscan con su fantasía lo que la realidad les niega y se forjan un mundo a su antojo, abstrayéndose en él de tal manera que les parece más verdadero que el real.

Crean seres tristes para vengarse de sus propias tristezas, suponen amores dichosos para indemnizarse de los que no tienen... Si el protagonista de la novela descubre una mina de oro, es que el autor ansía la riqueza; si idea el tipo de un bandido triunfante, es que dentro va su ansia de castigar el poder ajeno... El descontento del novelista es estático, soñador y perezoso; un descontento incapaz de acción, o por escepticismo o por impotencia.

Ningún hombre de acción escribe novelas. Ningún descubridor de minas de oro ha escrito jamás novelas en las que alguien descubriese una mina de oro. El novelista, el poeta, se cura de las molestias y las dificultades que el mundo le ofrece creando dentro de sí otro mundo por el que se mueve más a su antojo y que opone a aquel.

(...)

Este núcleo de descontento que hallamos en la obra de todo escritor de este tipo y como condición esencial de la misma, no es vituperable, sino, al contrario, fuente de los mayores bienes, porque no hubo progreso humano alguno que no se derivase precisamente de una disconformidad, de un malestar, de una incomprensión, ya que hasta en la simple búsqueda de las verdades más puras hay el disgusto que causa la ignorancia.

Autor: Wenceslao Fernández Flórez


Por no seguir copiando trozos, concluyo: Lo que este señor de tiempos de blanco y negro decía es que la fantasía crea mundos alternativos a la realidad como consecuencia del descontento y la frustración. Y a su vez, estos mundos imaginarios influyen en el real y producen cambios, pero no son los escritores -en este caso- los que se los trabajan, sino sus lectores conmovidos por sus letras.
Es exagerado y generalista en muchas de sus afirmaciones, pero mucha razón tiene si no omitimos tan tajantemente las excepciones.

Hoy en día sigue siendo así, pero son quizá más las fantasías visuales las que tienen el poder de generar cambios en los gustos, en los ideales, en las costumbres, en las modas, en las leyes.

16 comentarios:

Mel Hython dijo...

No veo como las fantasías visuales cambian los ideales, excepto que consideres 'ideales' cosas muy superficiales. Tal vez una foto de alguien sufriendo pueda influir, pero eso no es una fantasía, es una desgarradora realidad.

(Y sí, soy yo, el de la pelirroja fantasma).

Herel dijo...

Una foto es una forma visual de narrar algo, pero voy más allá, porque hoy en día no se usa cualquier foto o recorte de la realidad, se usan también imágenes que pretenden describir la norma cuando describen la excepción, hiperrealidad, diseños estudiados para provocar reacciones.
Una novela puede hacer propaganda de una causa o ideología, y una imagen también (aunque no por sí sola).

El señor éste ponía ejemplos como Charles Dickens denunciando la situación del obrero; o el paso en España de novelas rosas donde los protagonistas eran ricos y ociosos a novelas de gente de la calle, quedando relegados los ricos a secundarios o a -y aquí viene lo significativo- los malos explotadores.

Esto provoca que el obrero no se sienta acomplejado ni inferior al noble, ni vergüenza -sino más bien al contrario- de cantar a los cuatro vientos que es un "currante" vive en un piso pequeño y que no llega a fin de mes.

Muchos artistas que están forraos van de "currantes sencillos" para caer bien. La pompa opulenta se convierte en motivo de burla, va asociada a este cambio de imagen de la nobleza altiva.
Nada que ver con la novela costumbrista de pícaros y parias, donde las clases bajas eran miseria, incultura y bajezas, y no existía un modelo "obrero" del que enorgullecerse.

Revoluciones que se fraguan leyendo a Voltaire; fantasías de ciencia ficción que encienden la imaginación de científicos e inventores...

Si una novela que requiere tiempo y disposición activa para ser leída y entendida produce cambios, cuánto no las imágenes tan fáciles de generar al día de hoy y que se asimilan en décimas de segundo y sin esfuerzo, pasivamente.

MEugenia dijo...

Tenía un amigo, que era el mayor cinéfilo de España, visionaba y tenía todo lo que existía de cine hasta ese momento, y me comentaba que él cuando tenía 20 años estaba convencido de que los temas que se narraban en la gran pantalla, podían tener influencia en la realidad. En su madurez, ya había abandonado esta idea.

Creo que la mayor revolución que puede provocar la literatura es a nivel personal. En los tiempos en que no existía internet, en mi adolescencia y juventud, los libros me enseñaron otros mundos, me transportaron a otras realidades, me abrieron puertas, y posiblemente todo ello haya influido en mi vida de manera que adopte ciertas actitudes para intentar cambios a mi alrededor. No creo que a nivel social se pueda influenciar tanto con la imagen, a no ser en el descarado tema del consumismo y las modas, pero no en las cuestiones de base, las que deberían removernos para promover un cambio en esta sociedad.

Herel dijo...

Yo opino al contrario, de hecho hay muchas cosas que podríamos hacer y no hacemos no porque no queramos sino porque la sociedad nos acota, nos premia o nos castiga. Y aunque el ser humano tenga la misma base genética que hace millones de años, las reglas del juego, las reglas del mundo artificial que hemos creado han ido variando.
Sería discutible si es la literatura o la imagen la que cambia a la sociedad o si la literatura se adapta a los cambios de la sociedad, o un poquito de ambas cosas.
Pero lo cierto es que hay cosas que cambian a lo largo del tiempo o que son diferentes en culturas diferentes... hasta que una cultura impone sus reglas a otra.

Que yo no sea bien aceptado llevando minifalda por ser hombre es un claro ejemplo de regla antinatural, pero no universal ni constante en la historia. Es una estampa que en occidente parece tener como único cometido una burla contra la masculinidad, pero si se usara de otra manera - y hasta la burla y el desprecio se redirigieran hacia quien discrimina- de seguro cambiaría la mentalidad, las reglas del juego. Como ésta muchísimas.

MEugenia dijo...

No puedo hablar muy alto, porque mi vida naufraga precisamente por ser antisistema, por no adaptarme a las normas establecidas.

Si llevas falda en Escocia, estarías bien visto, o en ciertas tribus. A mí por ejemplo, ya te he dicho mil veces que me importa un pito como vaya la gente vestida, no me provoca prejuicios, pero esos cambios son educacionales, y de siglos, si la literatura y la imagen logran algún cambio, será de una forma individual dentro la colectividad, removiendo conciencias una a una, hasta que se forme una sola conciencia, donde la mente abierta por fin prevalezca.

La gente es cuadriculada cuando vive en una posición acomodada. No empatizan con el "débil" o el diferente. Esta noche hablábamos de empresarios y una chica treintañera que buscaba trabajo. Mi amigo se posicionaba en el lado del empresario, y era algo así:
-He estudiado la carrera en Harvard.
-Ya, pero eres mujer en edad fértil y...
-Pero tengo el doctorado por Oxford.
-Ya, pero eres mujer y puedes quedarte embarazada...
-Soy eficaz y cualificada
-Sí, pero eres mujer y puedes tener hijos...
-Hablo 4 idiomas
-Sí, pero eres mujer y un hombre nunca se va a quedar preñado.
-Siempre he cumplido bien en los trabajos.
-Ya, pero eres mujer.
-No tengo pareja ni intenciones de quedarme embarazada.
-Sí, pero formas parte de las estadísticas, estás en edad de reproducirte.
-Soy responsable y no voy a tener absentismo laboral.
-Lo siento, pero no te cojo. Eres mujer.

¿Cómo hacer cambiar ese pensamiento a las personas que ostentan el "poder"? Son justos estos razonamientos? Yo me veo perjudicada directamente por estas formas cuadriculadas de pensar.

Así es la realidad, dura y cruel. Ojalá esas burlas se dirigieran como tú dices hacia quien discrimina, pero de momento no sé me ocurre cómo, una forma de apertura creo que es Internet: hay literatura, imágenes y de todo un poco, de forma más libre, y a mucha gente seguro que le da que pensar leer éste y otros blogs.

Herel dijo...

De esto ya hemos hablado. El empresario también puede temer que yo le diga que quiero unos meses de baja con sueldo para escribir un libro, dar la vuelta al mundo o para criar un paramecio.

La diferencia es que en este caso no tiene por qué mantener mi puesto si no quiere y mucho menos mantenerme el sueldo.

No es lo mismo una baja temporal involuntaria por enfermedad o accidente, que una baja voluntaria para hacer algo que has decidido hacer y que nadie te obliga a hacer, que haces porque quieres.

MEugenia dijo...

La conversación simulada de antes, la tuve con una persona que realmente tenía el poder de elegir a alguien para un puesto, y todo lo que comento es real: jamás cogería a una mujer tan solo por serlo, por poderse quedar embarazada. Creo que eso es la más terrible de las discriminaciones, que te crucifiquen por tu sexo.

También argumenté lo que tú comentas, que un tio podía salirle rana, pillarse una baja de un año por depresión, o lanzarse al alcohol, ¿y sabes que me respondía? "Todo eso también le puede pasar a una chica". En resumen, que tenemos un serio problema con las personas de este tipo, su forma de pensar es la que hace que la sociedad no avance.

Herel dijo...

Te repito que la diferencia está en el tipo de baja: voluntaria o involuntaria, con todo lo que ello conlleva. Y en el caso del embarazo, no se considera como baja voluntaria cuando debería serlo, ya que tener un hijo es una decisión personal, al contrario que tener una enfermedad.
Cabiar este aspecto limaría esa excusa. Si tu amigo a pesar de eso quiere contratar a un hombre para cierto trabajo, no será distinto que quien quiere contratar a una mujer para cierto trabajo. Salvo que lo segundo (apenas) nadie lo critica...

Lo que me preocupa de todo esto es que sólo se genera debate público cuando son temas que afectan a la mujer. Esta sociedad es sorda, muda y ciega cuando se discrimina al hombre. Y hace como si no pasase nada de la misma forma cuando se privilegia a la mujer.

MEugenia dijo...

No estoy de acuerdo en absoluto, quedarse embarazada puede ser voluntario o involuntario, y no es cuestión de plantearse más historias, tan solo aceptar que es el proceso natural para que nazcan las personas, y que 4 meses de ausencia no llevan a la bancarrota a ninguna empresa, para eso están las sustituciones.

Dime un solo trabajo donde te rechacen por el mero hecho de ser hombre, sin otras razones que tu género.

Herel dijo...

Cualquier trabajo al que vaya y el dueño o la dueña esté buscando una mujer para ese puesto.

Igualmente, no estoy en absoluto de acuerdo con lo que dices. Existe la posibilidad de abortar (donde por cierto se le niega al hombre el DERECHO de decidir si no quiere tenerlo). Quien tiene un hijo es porque quiere, y más si es una mujer, porque ya digo que al día de hoy, en una sociedad hembrista como la que llevamos arrastrando, el hombre no tiene DERECHO de abortar.

Quien coge una enfermedad de tratamiento disponible está enfermo involuntariamente unos días. Pero si no hace nada por detener esa enfermedad, estará enfermo más tiempo porque quiere.

Y no comparo el embarazo con la enfermedad, quienes lo comparan son las leyes privilegistas actuales.

Pero tranquila, pueden seguir naciendo personas, trabajando primero y ahorrando, o con la colaboración voluntaria de la familia.
Hay problemas más importantes, como el precio de la vivienda y los productos básicos, para que sea factible ese gran ahorro. Y cada cual que se lo gaste en lo que más le plazca: en tener un hijo, en hacer unas supervacaciones, o en comprarse ropa de marca.

MEugenia dijo...

Sería un despropósito contestar en serio a tus reflexiones anteriores. Sinceramente, creo que te pones unas extrañas gafas para mirar el mundo, vivimos en una sociedad machista, no hembrista.

Herel dijo...

Tan hembrista que se perdona el hembrismo cada vez que se produce.

Pero déjalo, no insistas, creo que quedan claras las posiciones...

Mel Hython dijo...

Dale caña Eugenia! Herel ha diferencias evidentes entre ambos sexos, pero no deben repercutir en cosas como la elección para un trabajo. El que haya diferencias exige de nosotros que seamos más cuidadosos pra evitar que las diferencias que existen no se transformen en discriminaciones de hecho. La libertad de elección (incluso de los empresarios) debe estar limitada en aspectos como esos. Hay mucho macherío por ahí, incluso hoy en día y me temo que necesitaremos discriminación positiva y otras herramientas similares durante al menos otra generación.

Muy interesante algunas de tus fotos, por cierto, Eugenia.

Herel dijo...

A ver, Mel, no generalices en base a tus conclusiones particulares. Hay macherío como hay hembrío. El problema es que en la actualidad, la discriminación hembrista es consentida y reforzada por leyes.

Las leyes deben hacerse por igual para todos, ya que sólo porque -por ejemplo- tú tengas "macherío" d'ese, yo no tengo que pagar por ello por ser del mismo sexo, yo no me identifico contigo en nada, ¿por qué tengo que compartir los anti-privilegios que tú aceptas? Y tampoco tengo por qué consentir que quede impune el "hembrío" cuando se castiga la contraparte.

No te preocupes Mel, en este tema eres hijo de la moda de cómo hay que pensar; aunque te fascine llevar la contraria, en este tema eres "ganado", del montón. Hoy lo políticamente correcto es ser hembrista, aunque sea una cerdada.

Mel Hython dijo...

:)

En realidad la diferencia está en otro punto.

¿Las leyes están para alcanzar la Justicia (así con mayúsculas) o se trata de un contrato social instrumental para lograr una mejora global de la sociedad?

Si se trata de lo primero entonces tienes razón. El problema es que yo no creo que exista la Justicia (así con Mayúscula), así que me quedo con la segunda interpretación. Y en esa segunda interpretación una Injusticia (así con mayúsculas) es aceptable para lograr un poco más de justicia (así con minúscula).

Herel dijo...

La Justicia no existe, no. Las leyes son un imposición para equilibrar un poco, pero pierden su sentido cuando actúan de distinta manera dependiendo del sexo del indivíduo beneficiario.

Esa in-"justicia" hembrista no mejora la sociedad, no cuando discrimina sistemáticamente los derechos del 50% de la población y berrea de tal forma sus doctrinas y realidades parciales -saturando los medios- que no deja lugar a réplica: ni a compleciones de la realidad, ni a realidades alternativas igual de reales.