Me ilusiona mucho empezar cosas, sobre todo el momento en el que la imaginación se pone en funcionamiento visualizando el futuro, todas las posibilidades, el desarrollo, las formas, hasta terminar la cosa virtualmente... si es que se puede considerar terminado un objeto mutante, un ente que es rojo... no, anaranjado, no, violeta... un poco más ocuro... un poco más azulado... no, un poco más rojizo... no, amarillo... lima.
La imagen en la cabeza es perfecta, porque es cambiante: es indefinida y a la vez ultradefinida. Es como una masa que cambia de color y forma a tu apetencia, por eso es perfecta, porque se renueva y reconfigura a cada segundo; porque cuando pones la lupa en algún detalle que pudiera estar sin concretar, automáticamente se genera y actualiza a tu gusto, al gusto que tienes en ese preciso momento. Y si vuelves a mirar ese detalle pasado un rato, volverá a estar igual de detallado pero con los nuevos caprichos que te hayan surgido.
Aparentemente no hay dificultades, pero aun así piensas en los obstáculos y en los puntos flacos e ideas estrategias, quizá te tomes como un reto fascinante resolver ese punto de cara a materializar lo que todavía es algo virtual en tu mente. Porque la cabeza no es un soporte duradero, los pensamientos se van apagando y son sustituidos por otros nuevos. Si no los plasmas, se mueren.
Y llega el momento de volcar lo que son impulsos eléctricos salvajes al corralito de la realidad - hacer una foto a tu imaginación e imprimirla para construir el objeto-, y descubres que la realidad es torpe y limitada comparativamente: los objetos no fluyen ni se dejan transformar a tu antojo como en los sueños, las palabras no suenan tan bonitas ni expresan tan perfectamente las ideas.
Te encuentras que quieres traducir un texto escrito en sánscrito a un idioma cavernícola parco en vocabulario y carente de herramientas de expresión.
Observas el original: "regusto de saliva fría y fragancia de hojas de pino húmedas"
Y la traducción: "Baba snifff"
Bueno, no pasa nada, el reto continúa, sigues con el proyecto con la ilusión de la novedad. Pero conforme vas mirando hacia atrás, ves que algo falla: el objeto se queda desactualizado antes de que lo hayas terminado, no se ve tan bien como te lo habías imaginado... o como te lo quieres imaginar ahora. Y la materialización no es tan fácil a la hora de ejecutarla. Incluso puede que no sea difícil, peor que eso: puede ser más de lo mismo.
Y entonces me aburro y lo dejo, y busco otra cosa que me ilusione. Quizá pasado un tiempo, cuando se haya enfriado, me vuelva la ilusión y lo continúe.
Cornicabras
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Las laderas de los montes están cubiertas por un bosque bajo de encinas y
cornicabras, que en esta época del año salpican de ocres y rojos el
paisaje. En l...
4 comentarios:
Oh sí, sé de lo que hablas, la realidad es una burla a nuestra imaginación y hemos de luchar contra ella para lograr lo que soñamos.
Son mundos diferentes, en el fondo tanto para meter lo de afuera a dentro como para sacar lo de dentro a fuera, tenemos que traducir, y en las traducciones siempre se pierde parte.
Nunca permitas que la realidad te estropee una buena ficción.
Bueno, ante una realidad pobre siempre quedará una buena ficción, o un buen sueño. :)
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