jueves, 7 de septiembre de 2006

buceando


Como ayer se me había antojado, lo hice hoy: me escapé por la tarde y me sumergí en la charca verde. El cielo estaba encapotado, con algunos nubarrones retenidos por las montañas más altas, se veían muchos relámpagos aunque apenas llovió, y lo hizo flojo. Y con esa suerte tuve la charca para mí solito, buceé y nadé hasta hartarme. Afuera soplaba fresco pero dentro del agua se estaba muy bien. Justo cuando salí apareció una pareja, y les dejé solitos por si se querían bañar también.
Empecé a subir por la montaña con energía, y tras un tiempo, desde cierto punto volví a tener la poza a la vista a lo lejos; por entonces estaba tomada por un grupo que ya había visto y escuchado (porque el valle hace de caja de resonancia) aproximándose por un camino. El santuario espiritual por el que nadaba yo hace tres cuartos de hora, ahora estaba ocupado por una familia gritona...¡Argh!


Descendí, y saqué el coche del aparcamiento no sin antes toparme con los ruidosos de la charca, y al rato hice otra parada en otro sitio: en un collado-mirador desde el que hay unas estupendas vistas, para tomar fotos. Como en el coche aparcado al lado había un mendrugo dentro, y el que haya alguien dentro de un coche en un aparcamiento sin hacer nada me pone nervioso, me interné por el camino hacia el bosque.
A los pocos metros me encuentro una curiosa estampa: una especie de maestro "Mutenroi" montañero sentado en una roca de espaldas al horizonte, leyendo un libro, y varios pupilos jóvenes más abajo escuchando atentamente y tomando notas. Pasé de largo aunque intenté abrir la oreja para ver de qué iba aquello "...¡una foto del Naranjo de Bulnes totalmente naranja!..." llegué a escuchar. Hice las fotos y me piré.

De nuevo conduciendo, alcancé a un coche que iba más lento, y no era un coche cualquiera, sino justamente el que estaba aparcado al lado del mío a la vuelta en el primer aparcamiento (no el del mirador, ese sería el segundo aparcamiento). Frenaron y se pararon cerca de unos contenedores, les rebasé, y al mirar de reojo me pareció reconocer a la parejita de la charca.

A lo largo de la ruta me encontré varias prendas de vestir abandonadas:
una camiseta gris, una cinta azul, y un culotte amarillo. ¿Lo dejará la gente a propósito?

1 comentario:

cristóbal dijo...

será que dejan su ropa para marcar el camino de regreso de una colonia nudista. tiene mucho sentido, ya que es bien conocido que los nudistas no tienen sentido de dirección y no necesitan la ropa en primer lugar. o tal vez, sólo tal vez, se envolvieron en tremendo follazo justo en ese lugar, y dejaron la prenda como evidencia del milagro; como peregrino en la gruta de lourdes.