domingo, 16 de mayo de 2010

El Goloso

Hoy cogí de nuevo la bici, después de más de una semana sin tomarla debido al mal tiempo que hizo.
Tenía pensado llegar hasta el Pardo, pero una vez en los montes, me puse a seguir un barranco, la mayor parte del trayecto a pie empujando la bici, pues avanzaba más rápido así que pedaleando por lechos arenosos o por pendientes de más de 45 grados. Hasta llegar a lo alto de unas cárcavas, y llegando a una nueva zona de la que parten más alternativas de recorridos para futuras veces.

Los barrancos que había subido empujando la bici eran más bien para bajadas de cross a base de quiebros, mucho freno y saltos opcionales (había algunas rampas montadas en las zonas menos angostas para despegarse del suelo). Pero no osé arriesgarme a un vuelco o un pinchazo.

Por ahora he visto dos recorridos descendentes con rampas montadas para dar saltos, uno ancho y arenoso y otro sinuoso. Tras esquivar estar rampas prudentemente sin saltar y ver el otro lado, descubres tras muchas de ellas trampas para pegarse el piñazo padre.
La anterior vez que entré en El Pardo con la bici, sin haber pasado aún por estas zonas, me topé al poco con un grupo de ciclistas empujando las bicis, pues uno de ellos había dejado la llanta de la rueda delantera deformada. No me imaginaba yo cómo había podido tener tan mala suerte el tío para acabar con ese guiñapo, pero tras ver las rampas, cabe la posibilidad de que se animara a hacer un poco de "enduro".

Total, que me fuí por el caminillo de la cumbrera de las cárcavas a ver a dónde llegaba, y terminé en la salida oriental del monte, en los campos de Valdelatas, desde donde proseguí en paralelo al muro de El Pardo hacia el norte, y luego en paralelo a las vías del tren.
Este tramo fue divertidísimo, descendiendo por un estrecho senderillo, sombrío y zigzageante, y que en ocasiones requería bajarse de la bici y empujar cuando aparecía una fuerte subida horadada con surcos de escorrentías.
Dos ciclistas que iban por delante optaron por bajarse a las vías y pedalear por ellas para esquivar este callejón. Pasado el tramo divertido, un señor que andaba por allí me informó de la dirección que acababan de tomar dos ciclistas (quizá creyendo que iba con ellos), confirmando que no les había arrollado el tren...

Estaba cerca de la M-607 y era cuestión de encontrar un paso hacia el otro lado, para incorporarme al carril bici que discurre en paralelo a esta carretera y regresar cómodamente. Le pregunté al mismo señor, y me indicó una pista... hacia la M-607, pero no le hice caso, porque no estaba muy seguro de que me estuviera indicando hacia el carril bici. Si bien el carril va en paralelo a la M-607, a veces va por un lado y a veces va por el otro.

Como el carril se divisaba a lo lejos por el lado bueno y aún iba con energías de sobra, decidí seguir hacia adelante por mi caminillo y dejar la opción del señor en la reserva por si el camino se llegara a bloquear. Pasada la estación de El Goloso pude cruzar y enganchar fácilmente.
Mirando posteriormente en Google Earth, comprobé que efectivamente, el camino que me indicaba el señor me llevaba a la autopista M-607... pero con el carril bici al lado contrario. Aunque 500 metros más arriba hubiese encontrado el puente del carril bici. En distancia me hubiera salido mucho más a cuenta.

Ya quedaba lo más fácil, regresar por el camino ciclista asfaltado hasta el Anillo Verde y correr como loco a la fuente del primer parque a saciar mi sed.

En el primer parque del Anillo paré y me tomé mi tiempo en rellenarme de agua, mientras escuchaba a un tipo que estaba allí a su bola con la guitarra eléctrica y un amplificador a batería, ensayando la canción "Bloody Sunday" de U2. Hasta que no escuché la letra no me situé en lo que estaba cantando.

Al poco me dió un bajón de energías, y el pedaleo se me fue haciendo cada vez más cuesta arriba, aunque predominase el cuesta abajo.
Fueron 50 kilómetros. Cuando me bajé de la bici ya en casa me pesaban las piernas. Sólo me llevé una barrita de cereales, me quedé corto con la comida para repostar energías. Que uno no se muere por llegar agotado, pero no me gusta nada llegar así, tener que imaginar un pollo asado* delante de tus narices, cual Carpanta, para seguir adelante. A partir de ese momento dejas de disfrutar y vas con el automático de llegar.

* No exactamente un pollo asado, sino el repostaje que te espera en tu casa cuando llegues.

Empujando la bici hacia lo alto de las cácarvas en El Pardo

Los campos de Valdelatas y la sierra de Guadarrama tras la valla de El Pardo.

Inicio del camino divertido en paralelo a la vía del tren.

Cruzando la vía del tren para enganchar el carril bici de la M-607


2 comentarios:

Trinity dijo...

Qué guay poder descubrir nuevos sitios, y darte esas pedaladas, lo que daría por poder hacerlo :).
Salen muy bonitas todas las fotos, cuando vas conduciendo no te puedes entretener en el paisaje, pero cuando iba por ahí en tren sí apreciaba la frondosidad de El Pardo, y eso que era invierno.

Para otra, llévate agua y comida, no creo que pesen demasiado en una mochilita, además tu ya eres veterano en esas lides :D Y cómprate un pollo asado para no tener que poner asterisco cuando vuelvas XDDD

Borobia dijo...

Je, je, conozco esa sensación de bajón de un esfuerzo físico fuera de casa y no poder más y sólo pensar en el -ya quisiera- pollo asado esperándome en casa despatarrado y tostadito sobre una bandeja.