Edificios de 4 o 5 plantas con módulos diáfanos de 30 metros cuadrados interiores y 2 metros cuadrados de terraza.
Pertenecerían al Estado, aunque no exactamente. En verdad pertenecerían a los ciudadanos, aunque sería el Estado el que los administrase.
Al cumplir 18 años, cualquier persona puede independizarse siempre que esté dada de alta en la seguridad social, solicitando un módulo habitacional entre los que estén disponibles.
La disponibilidad estará controlada por un sistema informático, ofreciendo preferencia por zonas, a los que más tiempo lleven viviendo en el área (si alguien quiere cambiar de ciudad, por ejemplo, seguramente tendrá que empezar por las zonas que nadie quiere, pues en las zonas céntricas y más deseadas tendrán preferencia los que ya vivían por ahí antes).
Otro orden de preferencia sería el número de cambios. Alguien que solicita casa por primera vez, tiene preferencia para elegir zona sobre alguien que ya tenía vivienda propia (la de los padres no cuenta) pero ha decidido cambiarse. Y por supuesto, el que cada dos por tres decide mudarse, estará a la cola a la hora de elegir.
Las convocatorias de adjudicaciones de viviendas se producen cada 3 meses.
Cuando alguien abandona una vivienda, ésta queda disponible. Nadie puede tener dos viviendas. El que quiera tener dos, deberá comprarse la segunda en el sector privado y pagar una fuerte tasa de impuestos por lujo y por ocupar más suelo del que le correspondería en un reparto justo*.
*Se parte de la base de que el suelo es de todos, y nadie por mucho dinero que tenga puede apropiarse un trozo de país salvo que absolutamente todos los demás ciudadanos le cedan su derecho, recibiendo el correspondiente dinero, y recibiendo más dinero los nuevos niños que nazcan, porque ellos acaban de llegar y todavía no han vendido su derecho.
Los módulos ni se compran ni se venden. La única inversión que tiene que hacer el nuevo inquilino es la de la decoración y compartimentación de las habitaciones, caso de querer hacerla, pues siempre puede vivir en el espacio diáfano si el edificio es nuevo, o esperar a hacer las obras más adelante. Por lo pronto las necesidades básicas están cubiertas con techo, agua y luz.
La inversión en la reforma el inquilino la pierde si decide cambiar la ubicación de su residencia. Nadie le va a pagar lo que se haya gastado en personalizar su espacio.
La vivienda adjudicada se ofrece con dos opciones:
1. Estado actual. Compartimentación que dejó hecha el inquilino anterior, caso de no ser un edificio nuevo, así como los muebles que abandonó.
2. Espacio despejado. Se arrasa con todo y el nuevo inquilino diseñará el interior a su gusto.
Los muebles abandonados pasan a una bolsa de re-adjudicación y reciclaje.
Cuando dos personas se "casan" o se unen como pareja, tienen preferencia para reubicarse en dos módulos adjuntos cerca de la zona de residencia de uno de ellos, o quizá uno no se tenga que mover caso de haber casualmente un módulo colindante vacío. Los módulos se unen por un paso, y se constituye así un módulo doble de dos personas, con tamaño suficiente para 2+1 hijo, o 2+ 2 hijos pequeños.
A partir del tercer hijo, o con dos hijos mayores de 9 años, existe la posibilidad de solicitar un tercer módulo que anexionar, ampliando la vivienda.
En caso de separación, nadie se queda con la casa. Si no hay acuerdo, se expulsa a todos de los módulos actuales y se les reubica en módulos distanciados en la misma ciudad o en la que elijan. De este modo, además, es más fácil que existan vacantes simultáneas de módulos anexos para nuevas parejas que quieran vivir juntas.
Podría parecer que este sistema generaría ciudades monótonas, pero no es así, porque las fachadas de los edificios serían de diseño libre, y cada vivienda así mismo, diferente y personalizada de acuerdo con el gusto de inquilino.
Por último: el Estado no tiene ningún derecho a echar a nadie de su casa, salvo en casos de separación donde sea lo propio separar a los combatientes para que no se machaquen.
Los chalets en espacios naturales, habrían sido sustituídos por casas Estatales de alquiler por periodos. De este modo no haría falta una casa en el campo por familia, sino que una casa podría ser aprovechada por muchas personas a lo largo del año.
Habría que desurbanizar los espacios naturales y reurbanizar los núcleos urbanos.