jueves, 11 de enero de 2007

el arte de conversar

He encontrado en este blog una reflexión sobre el yoísmo. Y no puedo evitar verme reflejado en demasía.
Esto explicaría por qué suelo ser tan mal conversador y por qué agoto los temas enseguida. Tiendo a conjugar dos malos hábitos, que en el fondo tienen una consecuencia común: romper el ritmo del interlocutor y quitarle palabras.

El primer mal hábito (mal hábito de cara a las relaciones sociales, en las que la conversación es un pilar fundamental, independientemente del tema o la relevancia. Si no hay conversación se crea incomodidad), es, como digo, ese "yoísmo", que consiste en no tener tanto interés por escuchar al otro, como por aprovechar el pie para meterte tú como protagonista, hablar de tí, o del punto de vista que a tí te interesa. A veces es simplemente inseguridad, por no estar demasiado callado intentas llevar de golpe la conversación hacia aquello de lo que mejor sabes hablar: de tí mismo y de tus cosas de interés.
Un ejemplo:
-¿Sabes que me he comprado un perro?
-Yo tengo un perro, es un pastor alemán, me encantan los pastores alemanes.

Psicológicamente el otro recibe el mensaje de "Me importa tres pepinos tu perro, pero ya que ha salido el tema de los perros, vamos a hablar del mío y de mis gustos".

El segundo mal hábito podría denominarse de muchas formas: "interferencia", "completación"...
Tambien donota desinterés, le estás diciendo "venga, termina ya", "anda, que te termino yo la frase que no acabas nunca".
Consiste en no dejar terminar al otro y rellenarle la frase, o acotarle las opciones. También podrían entrar aquí las preguntas muy muy cerradas, que pueden ser fatales para una conversación poco consolidada, ya que todas las dudas se resuelven en la propia pregunta, y para la respuesta tan sólo suele quedar espacio para un sí, un no, un blanco o un negro. A continuación puede venir un largo silencio.
Dos ejemplos:
pregunta: -¿Así que el otro día fuiste al cine a ver esa película?, todo el mundo dice que está muy bien, sobre todo la escena del final...
respuesta: - Eh, sí, está bien. Ve a verla. (qué más te puedo contar)

[¿y ahora qué?]

pregunta: - ¿Haces eso porque lo has leído en el libro X o porque anoche lo viste en el programa de televisión Y donde lo explicaron? Por lo visto esa práctica tiene un orígen oriental...
respuesta: - La B. (Si me hubieses peguntado simplemente que por qué hago esto, o hubieras sugerido que me notabas extraño, igual me hubiese explayado algo más en este tema y otros que no habrías imaginado y te sorprenderían)

De todas formas, hay gente a prueba de interferencias, y por mucho que les acotes, se enrollan o bien recitando imperturbables lo que ya has dado a entender que sabes o bien derivando rápidamente hacia aspectos menos conocidos. Suelen ser buenos charlatanes, que tienen respuesta larga para todo... incluso para tu silencio.

Un buen conversador, más que aquel que se sabe enrollar (puede que en verdad sea un yoísta que ni siquiera te escucha ni te tiene en cuenta, al que simplemente se le da bien soltar una palabra tras otra), es aquel que sabe darte pie, esperar su turno sin mostrar impaciencia, escuchar y responder en consecuencia (señal de que te ha escuchado).

También están - como cuentan en el blog citado al principio- los que, conscientes de todo esto, fingen interés cuando realmente no lo tienen. A todos nos agrada saber que alguien se interesa por lo nuestro, o por nosotros mismos. Por tanto, es relativamente fácil (pero hay que tener estómago) fingir ese interés y caer en una artificiosa conducta opuesta al "yoísmo": el "tuismo". El problema es que se huele a la legua, y cuando detectas esa falsedad o antinaturalidad, la imagen de la otras persona se resiente. Lógicamente, el problema es para la otra persona, que se puede creer que está consiguiendo su objetivo cuando realmente si no la han mandado a la mierda seguramente sea por timidez o por conveniencia.
¿Que finje interés mientras le interesa que yo crea que le intereso?... finjo que me lo creo mientras me interesa que crea que me lo creo.

Estas situaciones se pueden observar mucho en contextos donde la gente busca hacer amigos rápidamente, en el comienzo de un curso por ejemplo. La gente no se conoce, pero por no quedarse descolgados, muchos intentan acercarse artificialmente a otros usando esta táctica de contener su propio ego (de momento) para caer bien y formarse un grupo. Es una pose provisional y en cierto modo común. Y si el otro está igual, intentando hacer amigos, hará la vista gorda a esa falsedad inicial, porque él también está buscando hacer grupo, los fines son los mismos y los comienzos son difíciles, hay que ceder un poquillo. Con el tiempo, cuando ambos tengan ya un grupo de amigos y puedan permitirse elegir, empezará la selección salvaje, y con los que no hayan dejado atrás la artificialidad del principio para pasar a la naturalidad una vez superada esa etapa de tanteo y primeras impresiones, ya sí que no se hará la vista gorda. Provocarán rechazo inconsciente, y el consciente no se autoengañará ni cerrará los ojos.

Todo esto es muy genérico, por supuesto. Pero esta conducta se puede entender desde un punto de vista más amplio: cuando no puedes elegir, perdonas más y bajas el listón, es o eso o nada. En cambio cuando tienes una oferta amplia y constante... seleccionas, eliges y rechazas con menos contemplaciones.

En definitiva, y retomando el hilo, puede que todos pequemos de más o menos yoísmo. Si nuestro interlocutor nos lo consiente puede ser porque esté intentando caer en gracia buscando integrarse; porque por timidez no sea capaz de cortanos; porque esté fingiendo complacencia; porque no tenga nada mejor que hacer y al menos mientras le sueltas el rollo aparenta sociabilidad; o porque nos conozca tanto que realmente sí que le interese tu ego-discurso (sería extraño en un desconocido, salvo que esté muy aburrido o ávido de conocer psicologías nuevas, o hacerse sus estadísticas de arquetipos)
Bueno, también hay gente que sabe hablar de sí misma de forma amena y divertida, de forma didáctica. Esto es: a parte de soltarte un rollo que no te incumbe, introduce informaciones que llaman y divierten.
Un ejemplo de rollo yoísta vacío e inaguantable sería:
-Yo voy a la peluquería todas las semanas, la peluquería abre a las 10 y yo llego a las 11. Cuando salgo de la pelu me tomo un café en el bar de la esquina, donde me suelo encontrar con mi amiga Piluca, que tiene un novio que trabaja en la industria del plomo...

En este ejemplo, el yoísmo degenera en "terceraspersonasimo". Lo destacable es que en todo el discurso no hay información útil ni interesante, ni si quiera aprendizaje, todo es información basura... salvo que te sirva para aprender a hablar de la misma forma y soltar rollos soporíferos para rellenar el silencio (en la mayor parte de los casos se socializa uno mejor soltando rollos de estos que mostrando un inquietante silencio). Datos vacíos y terceras personas que no conoces, por lo tanto no te dicen nada.

La misma conversación, sería interesante de la siguiente forma.
-Yo voy a la peluquería todas las semanas, el corte de pelo que llevo me lo hacen así, así, así, y hay un truquillo que... [mira, estoy aprendiendo algo, interesante]. Cuando salgo, me tomo un café en el bar de la esquina, el bar de Rompetechos. Le llaman así al dueño porque está todo el día hablando de comprar el piso de arriba, unirlo al bar y hacer un comedor [anda, un poquillo de humor desenfadado, es agradable]. Por allí pasa mucho mi amiga Piluca, que está totalmente ida, a veces baja en zapatillas de patitos a desayunar al bar [no la conozco, pero imaginarte esa excentricidad despierta interés]. Tiene un novio que trabaja en la industria del plomo, y además es aficionado al salto de pértiga, como tú [Jo, si hasta me tiene presente aunque esté hablando de ella]...

Resumiendo, lo que quería decir es que YO soy un mal conversador. No sé si por aquí eso se puede notar.

8 comentarios:

Zereth dijo...

He llegado al final de éste rollo del yoísmo, al menos me interesé por ver que dice alguien más, ja!
Ahora que todos somos yoístas, ¿quién puede hablar con mayor conocimiento de uno, que uno mismo? Eso puedo decirle a mis biógrafos, cuando no me gusta lo que escriben...
La verdad es que a mi me gusta hablar con gente extraña, me entretiene preguntar, siempre hay algo interesante o al menos se aprende a no intentar charlar con la misma persona.

Herel dijo...

A tus biógrafos tenlos contentos, que es través de ellos de la única forma que puedes echarte todos los piropos que quieras sin que te acusen de engreída ;).

Sí, es divertido hablar con gente extraña, pero con gente que te aporte cosas interesantes y nuevas.

aiyana dijo...

Me considero yoista, ya me había dado cuenta y cuando me acuerdo lo intento corregir... tambien tengo amigos yoista muchos, casi todos, creo que conozco pocas personas que no lo sean. La pregunta es ¿Existen los no yoistas? o se mudaron a otro planeta.

Claudia dijo...

Mmmnnn personalmente, leyendo tu blog, no me da la impresión de que seas un mal conversador, más bien parece que seas un conversador exigente y difícil de "entretener" :)

La has líado, porque con todo esto que has escrito, a partir de ahora antes de hacer algún comentario tendré que darle mil vueltas (¿ves? ya estoy hablando de mí :P )

Herel dijo...

Aiyana, eso me pregunto yo, porque cuando te encuentras con alguien que te pone esos ojos como platos de atención... yo al menos pienso que finge y se contien por algún motivo. Salvo que más que hablando de tí, estés contando de paso algo interesante... o escabroso ;).

Taza, pues sí lo soy, porque además falta un tercer punto que es que me quedo en blanco en cuanto a sacar temas de conversación. No sé hablar por hablar y provoco muchos silencios incómodos que son interpretados como rechazo o falsedad.
Y hablar de uno mismo no siempre es aburrido. Por ejemplo, cuando hablabas de tus aventuras de la carretera, cómo te buscabas conductores de referencia cogiéndoles cariño..., son anécdotas interesantes. Todo depende.

César dijo...

Yo... pues yo creo que yo no soy mal conversador... ¿has visto mi blog alguna vez? Yo creo que no es tan malo, particularmente cuando cuento de mi vida. Además sale mi careto en mis fotos a cada rato. Yo digo, yo no me imagino cómo alguien podría decir que yo soy mal conversador. Yo creo que yo no sufro yoísmo de ninguna forma, pues yo siempre me fijo qué le interesa a la gente de mi, para hablar de eso.

Y a mi me gusta el helado de vainilla.

Herel dijo...

A mí me gusta el helado de frambuesa... fin de la conversación. ;)

César dijo...

Oh pues.

Que quede en que yo no sufro de yoísmo.

Yo lo disfruto :D