lunes, 14 de agosto de 2006

velocidad


El Viernes cogí el coche de mi padre pues no disponía del mío. Odio ese coche, es demasiado grande, es un ataud con ruedas y hasta siento vergüenza de llevarlo no sea que hasta a alguien se le pueda pasar por la cabeza que lo llevo por gusto. Pero eso sí, tiene un potencia bestial, vamos que le pisas a fondo y sales disparado como un avión en el despegue, tiene un "turbo" al final del pedal de aceleración muy útil para situaciones peligrosas. Pero claro, la potencia es a costa de consumir mucho, es una ruina de coche y jamás querría uno así para mí, pero no tenía otro.
Era de noche y el BUS-VAO de la A-6 estaba abierto de acceso libre, de modo que allá que me metí, y tras dejar atrás a uno, me quedé solo la mayor parte del recorrido. Es una gozada conducir con toda la carretera despejada para tí, protegido por una barrera del resto de la circulación. Y al estar los carriles tan delimitados y ser de noche, se crea un efecto "half pipe" y aun yendo a la velocidad reglamentaria la sensación de deslizamiento es más deliciosa dejando atrás rayas y lucecitas. En esas condiciones me encanta conducir.

Para volver el Domingo ya sí que no disponía de ningún coche, de modo que cogí el autobús verde, y cuánto eché de menos mi coche cuando el bus se incorporó a una autopista bastante fluida en la que los pequeños vehículos fluían a gran velocidad tomando las curvas como una lluvia de estrellas mientras yo los observaba desde la altura de una caja con ventanas que tardaba en lanzarse. En cambio, si hubiera habido atasco, no hubiera envidiado nada a aquellos controladores de máquinas de velocidad, porque la libertad se convierte en tedio, y la velocidad en ganas frustradas... es más cómodo que conduzca otro.

El coche te da muchísima libertad, es algo valiosísimo cuando tus intereses se reparten por una zona geográfica distante... y cuando eres un culo de mal asiento que se harta en seguida del sitio en el que está. Pero pese a esto, ni entiendo de modelos de coches, ni de mecánica, ni me he preocupado nunca demasiado de mantener mi vehículo a punto o de limpiarlo. Simplemente lo valoro por su función: permitirme poner kilómetros de por medio del lugar en que me encuentro y llegar al que me plazca, sin depender de horarios ni de disponibilidad de terceras personas; controlando en todo momento por dónde se va y dónde se para. Me da igual que esté sucio el resto mientras los cristales me permitan ver. El valor reside en su función, que es la velocidad.

Quizá una moto iría más conmigo: más pequeña, menos consumo, más velocidad y más maniobra. Pero nunca he tenido moto y quizá por inercia ya me da pereza hacerme motorista. Y que también tiene sus inconvenientes: cada vez que la usas debes ponerte la ropa especial para que los elementos atmosféricos y la velocidad no te arranquen la piel a tiras; tienes que compactar el equipaje y las dimensiones del mismo están más limitada; no te sirve de caseta eventual; no te puedes cambiar dentro; no puedes dejar dentro cosas útiles escondidas, te toca cargar con todo; no tiene barrera física de intimidad... Y además de que cualquier obstáculo o imprevisto en la carretera que afectase a una rueda y que en un coche podrían sobrellevar las tres restantes, en una moto podría significar una caída fatal... me quedo con el coche de Mad Max, un V8 interceptor.

Eso sí, para moverme por la ciudad, o andando o en transporte público.

6 comentarios:

javier dijo...

Totalmente de acuerdo, el coche te da una libertad impagable y nada mejor para moverse por el extrarradio; en Madrid ciudad imprescindible el Metro. Pero más allá digan lo que digan es un coñazo depender de trenes y autobuses, y en fin de semana más porque hay menos.

¿Qué coche tiene tu padre? Yo lo máximo que he llegado a conducir es un 120 cv y madre mía cómo tiraba; a 150 km/h ni se inmutaba y parecia decirme ¿qué pasa chaval no te atreves a pisarle más? Por ello deduzco que uno con 140 cv o más debe ser un auténtico misil.

Yo me quedo con el Delorean de Regreso al Futuro, con máquina del tiempo incorporada

Eulalia dijo...

Envidia me da leerte.
No conduzco (por falta de seguridad en mí misma).
En fin.
Un beso

Otratazadecafe dijo...

Yo creo que las motos están bien para dar una vuelta de vez en cuando, la sensación de velocidad es increíble, pero eso cuando el tiempo lo permite, para usarlas como medio de transporte habitual, sobretodo en invierno, son un incordio.
Desde luego el coche tiene una infinidad de posibilidades más...
Conozco bien ese carril bus :P

Herel dijo...

Javier, pues es un Mercedes de cambios automáticos. No voy a decir el modelo ni el color :P, y tampoco se nota la velocidad, puedes embalarte sin notarlo. Son coches anchos, pesados y de ruedas igualmente anchas, absorven muy bien la velocidad. Pero yo no perdono el exceso de volúmen ni el consumo desorbitado.

Eulalia, esto es como el pez que se muerde la cola, cuanto menos uses el coche menos soltura cuando lo coges.

Taza, ya, si esa es "tu" carretera, qué te voy a contar...

Guillermo dijo...

Meterse por el bus vao es de valientes, vease las noticias de vez en cuando con un autobus estropeado bloqueando el carril y todos saliendo a pie durante varios kilometros

Herel dijo...

Bueno sí, es una ratonera, pero sólo en el tramo de Moncloa y en el de Las Rozas.
Y el primero no me afecta porque me salgo antes por el túnel.