lunes, 14 de agosto de 2006

Pedriza con turista

El Sábado le propuse a mi padre venirse a La Pedriza conmigo el Domingo por la mañana.
La noche anterior le dí un buen repaso, en plan: A ver, ¿qué vas a llevar?... ¿esos zapatos? (se iba a poner unos náuticos de esos que se llevan sin calcetín el tío) no, espera, toma unas botas de montaña que me están pequeñas, pruébatelas; a ver, calcetines, busca unos gruesos y cortos, bueno, pues esos y te los remangas; pantalones cortos...

Aparcamos en El Tranco, e hicimos una ruta que yo recordaba suave... sin cuestas... aunque luego comprobé sobre el terreno que era un subibaja: El Tranco- El Indio- Collado de la Cueva- Gran Cañada- y pa' bajo zigzageando.
Mi padre, como no llevaba gorra -ni pelo- y el sol pegaba fuerte, arrancó unos helechos y se hizo una especie de boina vegetal que a veces conseguía mantener en equilibrio sin sujetarla con una mano (sospecho que un pegote de crema solar ayudó). Yo me iba riendo por el camino, de esto y de sus sulfuros, ¿por aquí hay que ir? ¿hasta dónde vamos a subir? ¿hasta esa piedra? cuando subamos arriba podemos empujar la que tiene encima y tirarla... sí sí, cuando subamos arriba vas a ver el tamaño que tiene esa "piedrecita". Y cada dos por tres: esa roca se va a caer, esa no se sujeta, esa está a punto de caerse...

Llevaba una botella de agua semicongelada y en principio pensé que no iba a ser suficiente, y como él sudaba y se cansaba mucho en la primera etapa, decidí guardarla toda para él, para que no se deshidratara, y para echarle chorros de refresco por encima y que no se pillara una insolación. Porque no había ni gota de agua por aquella zona, aunque a lo lejos se divisara el embalse de Santillana, todos los cauces estaban secos. Se invertían los papeles y yo me sentía como un padre que tenía que cuidar de que la criaturita llegara sana y salva.Ahora yo podía prescindir de agua -pues aquello para mí era un paseo y a ese ritmo ni si quiera estaba sudando. Pero no hizo falta, sus fatigas terminaron al alcanzar la Gran Cañada, donde el terreno se suaviza. A partir de ahí no hubo que descansar más, allí tiró el helecho arrugado, y se puso la camiseta en la cabeza de tal modo que parecía un faraón egipcio.
Antes de llegar a la cañada, a la tercera parada por agotamiento, le había propuesto abortar la ruta, pero se negó, aunque creo que principalmente porque no le hacía gracia volver a pasar por el mismo sitio.

La edad y la barriga no perdonan para el factor fatiga, y como él me dijo, si yo tuviera que llevar una mochila de 40 kilos no iría tan ligero. Es verdad, de hecho siempre voy pelao de agua o sin ella, prefiero pasar sed que cargar el peso del líquido.

Fue una ruta corta, un bordeo de reconocimiento por La Pedriza Anterior. Para la próxima, si hay, creo que El Salón del Pájaro, que es para todos los públicos y el camino tiene pozas en las que hacer inmersión de refrigeración.

9 comentarios:

Gacela dijo...

Yo solía ir de pequenyaja a La Pedriza, no tanto a hacer rutas como más en plan... pelín dominguero, con la tortilla de patatas y los filetes empanados, nyam! Tengo buenos recuerdos... :-)

Otratazadecafe dijo...

Por lo menos tu padre se deja "engañar", al mío no le arrastro a compartir algún hobbie ni a tiros! Me ha hecho gracia lo de la boina vegetal, le hiciste una foto para el recuerdo? :P

javier dijo...

La primera ruta que hice fue bastante dura, aunque valió la pena al llegar arriba y contemplar las vistas; luego tocó Peñalara

la segunda fue al Collado de la Dehesilla y también estuvo interesante aunque la nieve nos dificultó mucho el camino (y yo con los bastones rotos).

Herel dijo...

No te creas, ya otras veces se lo había propuesto pero sin concretizar, en plan "un día de estos...", pero esta vez le dije "mañana por la mañana". Y claro que hice fotos, si soy adicto a la cámara digital. :)

Gacela, ¡dominguera! :P

Herel dijo...

¿Y la primera a dónde fue?

javier dijo...

La verdad es que no lo recuerdo porque no fue una ruta "oficial", lo preguntaré

Guillermo dijo...

jeje que curioso en mi caso fue al revés, mi padre me introdujo el gusanillo de la montaña, para él si que eran un paseo que fue alpinista. Eso si, los dos siempre vamos bien surtidos de agua, sudamos muchisimo

Herel dijo...

A veces lo que te hace sudar es el peso del agua :D. Yo lo que suelo hacer es llevar dos botellas con distinto grado de congelación. Con la primera me atiborro nada más salir del coche, hasta que me sale por las orejas. La segunda es más pequeña para el camino. En invierno llevo una pequeñita o ninguna, para coger agua por ahí y ver el color, y dejar que las impurezas caigan al fondo. Y para la vuelta, que llego muerto de sed, o tenía una tercera previamente congelada para que esté fresca o apuro lo que queda de la primera, o compro algo en el supermercado de Manzanares... en el caso de La Pedriza.
En resúmen, sí que llevo agua... pero la mayor parte no sale del coche.

Ada dijo...

Ja ja ja, qué risas me he pegado con este post que encontré por casualidad. Lo de la boina de helechos de tu padre es... es... ¡ÉPICO! Sólo con imaginarlo me parto de risa. De todos modos, aunque la situación se vea cómica, ha sido una ocurrencia acertada la de improvisar una gorra para protegerse de una insolación casi segura.

Por otra parte, me gustaría insistir en algo: ¡Hidrátate! No sirve acumular agua como un dromedario y luego estar a palo seco el resto de la ruta. Necesitamos ingerir líquidos de forma constante aunque parezca que no lo necesitemos. La sed, en realidad es una señal que recibe nuestro cerebro que indica que ya nos estamos deshidratando.