sábado, 27 de mayo de 2006

confianzas


Pierdo la confianza muy rápido. Cuando pierdo el contacto con alguien por un tiempo mi reencuentro no es nada afectuoso; es más bien precavido y distante. Aunque si la otra parte es demasiado efusiva quizá me quede en punto muerto y me deje llevar, sacudir, achuchar y zarandear como un muñeco... de piedra. Porque la efusividad, en cualquier caso, no sale de mí. Me he enfriado y necesito calentarme de nuevo. Pude tener mucha confianza con la persona A en el espacio temporal A, pero ahora estamos en el punto B, y esa persona soy consciente de que no es la misma, ha pasado un tiempo y en ese tiempo pueden haber pasado muchas cosas, por su cabeza, por su vida; nuevas influencias, nuevos puntos de vista; y yo no he estado ahí: no sé nada. Necesito re-conocer a esa persona para que mi confianza vuelva a ser la misma, y eso sólo es posible con tiempo en convivencia.

El tiempo relaja al actor, tarde o temprano se quita la máscara pues molesta dormir con ella, y es necesario tiempo para conocer su verdadera cara actual, así como presenciar su interacción con otros personajes de la historia, para conocer sus facetas.
La confianza se traduce en comodidad y naturalidad, en soltarme y bajar la guardia. Mi coraza -que me han dicho-, hasta que no vea la cara cotidiana de la persona, no la cara eventual, no me la quito.

La semana pasada P. vino a Madrid, ahora vive en Barcelona, y en un tiempo se irá a vivir a otro lugar más lejano. Ha pasado ya por varias ciudades y en un punto de su recorrido de cambios le conocí. Qué extraño, no sé si llamarle amigo porque apenas hemos convivido, no ha cumplido el requisito arriba indicado. Pero cuando, tras mucho tiempo, cierto día me dió por llamarle -cierto día en el que recibí una llamada de un comercial cuya voz era clavada a la suya-, y le conté mis crisis vitales (se las conté a mucha gente, cuando estoy mal no me cayo, aunque filtre mucha información), mostró un interés y preocupación desmedidos para la distancia real que había, también sus saludos en los esporádicos encuentros son opuestos a los míos, yo sintonizo una frecuencia larga, y él gira la rueda hacia la corta desde el primer momento.
Vino a Madrid por un par de días, como dije, y quedé con él, le llevé al sitio de las cervezas de frambuesa, y posteriormente fuimos para Malasaña, donde él quedó con más gente; acabamos en Lavapiés con sus amigos.
P. es muy dado a establecer contacto físico al hablar, y la verdad es que se me hace extraño y en cierto modo incómodo, por falta de costumbre o programación subliminal.

Cuando iba por la tercera copa... si realmente hubiera tenido más confianza y convivencia, le hubiera dicho:
    - No te acerques tanto para hablar, te huele el aliento a alcohol.

3 comentarios:

Otratazadecafe dijo...

Con el tema del contacto físico me pasa algo parecido aunque haya un grado medio-alto de confianza.
Mis amigas se besan y se abrazan constantemente y yo soy incapaz de hacer lo mismo.
Cuando alguna se me tira al cuello para estamparme un beso porque sí, me siento incómoda y mi reacción instintiva es apartarme :S pero hago un esfuerzo para quedarme quieta hasta que se le pase el arranque de afectuosidad...

aiyana dijo...

Pues yo cuando cojo confianza con la gente soy de contactos fisicos, sin pasarme... pero si me gusta.

SMUAKSSSSSSSSS, Besos para los dos

Herel dijo...

Aiyana, lo que eres es muy detallista, la típica que tiene apuntado el cumpleaños de todo el mundo, y ojea la agenda con frecuencia para ver a quien puede felicitar esa semana. Por cierto, ¿de quién será el cumpleaños dentro de nada?... hummm ;)

Otrataza, debemos de tener un temple parecido. :)