domingo, 21 de mayo de 2006

el misántropo

Le misanthrope, de Molière. París, 1666. Es el retrato de Alceste, un hombre que renuncia a cuantas ventajas están al alcance de su mano, en su empeño moral por ir en contra de las formas hipócritas que detesta de la sociedad, no usando de ellas para su beneficio.
Buscando su propia fatalidad se reafirma a sí mismo en su misantropía. La opción de mártir (ganarse la oposición gratuita de los demás) prevalece sobre la opción de hipócrita (ganarse el favor gratuito de los demás).
Conocer la trampa, pero no poder sacar partido de ese conocimiento por negarse a utilizarlo.

[...

CELIMENA:Es un charlatán terrible que encuentra siempre la manera de no deciros nada con sus grandes discursos; no se com­prende una jota de sus razonamientos, y todo cuanto se le escucha no es más que mero ruido.

ELIANTA (a Filinto):El comienzo no está mal; la conversación toma un sesgo bastante animado contra el prójimo.

CLITANDRO:Timanto también es un tipo interesante, señora.

CELIMENA:Es un hombre todo misterio de la cabeza a los pies, que os arroja al pasar una ojeada de extravío y está siempre atareado, sin ninguna tarea. Todo lo que os confía abunda en visajes; mata a la gente a fuerza de ceremonia; tiene siempre para cortar la conversación un secreto que deciros, en voz bajísima, y tal secreto es nada; hace maravilla de la menor bagatela, y todo os lo dice al oído, hasta los buenos días.

ACASTO:¿Y Geraldo, señora?

CELIMENA:Oh, ¡qué charlatán fastidioso! Jamás se le caen los gran­des señores de la boca; alterna sin cesar con el gran mundo, y a nadie menciona que no sea duque, príncipe o princesa: la calidad lo marea; y todas sus conversaciones no versan más que sobre caballos, tren de caza y perros; según él tutea a los más copetudos, y la palabra señor no entra en su vocabulario.

CLITANDRO:Se dice que está a partir de un confite con Belisa.

CELIMENA:¡Qué mujer pobre de espíritu y dura de palabra! Cuando viene a verme padezco un martirio: hay que sudar contínuamente buscando qué decirle y la esterilidad de su ex­presión hace morir sin remedio cualquier plática. En vano para atacar su estúpido silencio os acogéis a todos los luga­res comunes: el buen tiempo y la lluvia, el calor y el frío son reservas que agotáis con ella en seguida. Mientras tanto su visita, ya de por sí insoportable, se eterniza en una dura­ción aterradora y podéis preguntar la hora y bostezar veinte veces, que ella se va a mover tanto como un poste.

ACASTO:¿Qué os parece Adrasto?

CELIMENA:¡Ah, qué orgullo sin límites! Es un hombre hinchado de amor propio. Jamás está satisfecho de la corte su mérito: hace profesión de despotricar contra ella cada día, y no se concede empleo, carga ni beneficio sin ser injusto con todo lo que él se cree.

CLITANDRO:¿Y qué decís del joven Cleón, cuya casa frecuenta ahora nuestra mejor sociedad?

CELIMENA:Que hace méritos con su cocinero y que es su mesa la que se visita.

ELIANTA:Se cuida de servir en ella manjares muy delicados.

CELIMENA:Sí, pero yo querría que no se sirviera él mismo: es muy mal plato su tonta persona, que estropea, para mi gusto, todas las cenas que ofrece.

FILINTO:Se tiene muy en vista a su tío Damis: ¿qué os parece, señora?

CELIMENA:Es uno de mis amigos.

FILINTO:Me parece hombre de bien y bastante culto.

CELIMENA:Sí; pero quiere tener demasiado talento, cosa que me har­ta, vive en perpetuo énfasis y en todas sus palabras se ad­vierte que se esfuerza por decir grandes cosas. Desde que se metió en la cabeza que era ingenioso, nada le satisface, tan difícil es su gusto; quiere ver defectos en cuanto se es­cribe, y piensa que no es propio de un literato la alabanza, que ser sabio es encontrar algo que criticar, que admirar y reír es bueno sólo para los tontos, y que al no aprobar nin­guna de las obras contemporáneas se pone por encima de los demás; encuentra qué reprender hasta en las conversa­ciones; son temas demasiado vulgares para dignarse descen­der a ellos: y con los brazos cruzados mira compasivamente de lo alto de su espíritu cuanto dice cada uno.

ACASTO:Que me condene si no es ese su auténtico retrato.

CLITANDRO:Vos sois admirable para describir a las gentes.

ALCESTE:Vamos, firmes, continuad, mis buenos amigos de la corte; no perdonáis a nadie y a cada uno le toca el turno: sin em­bargo, ninguno de ellos se presenta ante vosotros que no se os vea apresuradamente ir a su encuentro, tenderle la mano y con un mimoso beso apoyar los juramentos de ser su servidor.

CLITANDRO:¿Por qué tomarla con nosotros? Si lo que se dice os hiere, el reproche debe dirigirse a la señora.

ALCESTE:No, ¡pardiez!, a vosotros; porque vuestras complacientes
risas arrancan a su espíritu esos maldicientes tiros. Su hu­mor satírico se ve alimentado sin cesar por el culpable in­cienso de vuestra adulación; y su corazón se sentiría menos tentado de burlarse, si hubiera observado que no se le aplaudía. Es por eso que debe acusarse siempre a los adu­ladores por los vicios que vemos extenderse entre los seres humanos.

(...)

VASCO:Señora, Arsinoe sube aquí para veros.

CELIMENA:¿Qué se trae entre manos?, ¿a qué viene?

ACASTO:En todas partes pasa por gazmoña consumada y el ardor de su devoción...

CELIMENA:Sí, sí, hipocresía pura: en el fondo es mundana, y todas sus diligencias tienden a conquistar a alguno sin demos­trarlo. No puede ver sino con ojos de envidia los pretendien­tes declarados que siguen a otra; y su triste mérito aban­donado de todos, está siempre iracundo contra el ciego si­glo. Trata de cubrir con un falso velo de mojigatería la es­pantosa soledad que se advierte en su casa; y para salvar el honor de sus débiles atractivos, considera criminal el poder de que carecen. Sin embargo, un enamorado le agra­daría mucho a la dama, y hasta tiene el corazón tierno para Alceste. Los homenajes que me rinde ultrajan sus encan­tos, ella pretende que le haga un robo; y su celoso despe­cho que oculta a duras penas, se desencadena contra mí bajo cuerda en todas partes. En fin, para mi gusto no he visto nada más tonto, es impertinente en máximo grado, y...

CELIMENA:¡Ah! ¿Qué feliz casualidad os trae por aquí? Sinceramente, señora, os extrañaba.

ARSINOE:Vengo por cierta noticia que he creído de mi deber comunicaros.

CELIMENA:¡Ah, Dios mío ¡Qué contenta estoy de veros! (Clitandro y Acasto salen riendo)

...]

5 comentarios:

Otratazadecafe dijo...

Debo haber vivido situaciones parecidas a esta un millón de veces, qué tristeza.

Me ha hecho gracia Alceste echandole la culpa de todo a los demás en lugar de dirigirse directamente a Celimena, aunque por lo que parece es sincero, no me gusta demasiado ese razonamiento.

Herel dijo...

Si bien puede ser cierto lo que dice... en verdad no es imparcial a la hora de juzgar, porque Alceste está enamorado de Celimena, y eso le hace querer no ver lo que no desea ver.

Treiral_ dijo...

Se sale xDDD lo tengo pendiente de leer desde que me dio por mirar el significado de la palabra dandy.

Herel dijo...

Pues es una obra breve, no te quitará mucho tiempo leértela. :)
Y el concepto de "dandy" se me figura un par de siglos posterior, e inglés: sombrero de copa, capa, bastón y bigotillo. Estos, en cambio, estaban en la moda de los peluquines albinos y los gemelos con relleno oculto bajo la media.

Otratazadecafe dijo...

Ays, l'ammmmore... eso lo explica todo.
Pues ahora tengo que leerlo yo también, ea, por tu "culpa" :P