El alojamiento lo pillé a última hora y todo lo que había eran hoteles de lujo y "resorts", de modo que tuvo que ser un hotel en Playa Blanca repleto de jubilados alemanes que volverían a sus países con la bandera de Canadá de tanto tomar el sol.
Al llegar al aeropuerto alquilamos un coche y a tirar millas. Afortunadamente esto no lo había reservado con antelación: en el mismo aeropuerto hay muchas agencias de alquiler y con ofertas mejores que las que puedes encontrar por internet.
El primer día recorrimos la Costa Oeste hacia un pueblo llamado El Golfo. Esta ruta turistísima se hace en coche parando primeramente en las Salinas de Janubio, a continuación en los Hervideros, y por último en una laguna verde (el Lago de los Ciclos) en El Golfo.
Destacar el fuerte oleaje del mar, rompiendo contra acantilados de roca negra volcánica y con un océano de múltiples tonos de azul. Pese a la altura que alcanzan algunas olas la zona no pinta muy bien para los amantes del surf, ya que el mar está lleno de escollos sumergidos y de ahí que algunas olas "estallen" en la distancia antes de llegar a la costa.
La zona más bonita es el entorno de la laguna verde, con unos farallones de lava con esperpénticas formas y diversas capas de color. Parece que cada capa pertenece a una erupción volcánica diferente, en la que la composición de la lava varió. De modo que tienes fosilizaciones minerales verdes, ocres, rojizas y negras.
En algunos puntos se ven las capas montadas una sobre otra.
La playa junto a la laguna es de material negro, de diversos tamaños. Allí donde era arenilla se andaba bien, donde era gruesa dolía al andar descalzo, y donde era intermedia... me entraba la risa.
Cuando te pones en el borde del mar y pasa la ola, ésta remueve las piedrecitas redondas que están bajo tus pies dándote un masajillo cosquilloso que provoca la risa. De modo que la rebautizamos como "La Playa de las Cosquillas".
Ya atardeciendo comenzamos la ruta costera del parque del Timanfaya, entre acantilados y caos de lavas solidificadas. Por algunas zonas abundaba la vegetación rastrera, por otras era todo roca negra, cual "Mordor".
El recorrido estaba surcado de túneles volcánicos, huecos formados al enfriarse la lava. La mayoría pequeñitos, y alguno de enormes dimensiones, tubos volcánicos. El terreno irregular, muy poroso y repleto de oquedades.
Regresamos de noche, con leds.
Al día siguiente, lo más temprano que pudimos para desayunar en el bufet del hotel, hicimos una ruta por la costa Sur, recorriendo la Playa de las Mujeres, la del Papagayo, y unas cuantas más; con vistas constantes hacia la isla de Fuerteventura. Todas estas playas son nudistas, el acceso se realiza bien caminando, como hicimos nosotros, o bien en coche pagando una tasa de unos 3 euros. Nos bañamos a la ída y a la vuelta en dos calas del Papagayo, con aguas nítidas como las de Cabo de Gata, bajo las cuales, acercándote a los acantilados -con gafas de bucear- podías contemplar multitud de peces.
Por esta zona (y por otras) está de moda dibujar con las piedras (y es que hay muchas). Reagrupándolas, hay gente que escribe su nombre, o traza círculos, corazones... Desde Google Earth algunas se intuyen pero no se ven bien.
Lo malo del invierno son las pocas horas de luz. Por la tarde nos dirigimos hacia el Timanfaya, pero sin entrar, ya que decidimos que no íbamos a hacer el paripé de una visita guiada: "paga-> sigue las indicaciones-> visita el centro de interpretación-> compra un recuerdo" (la única forma en la que se puede visitar el parque interior). La carretera que cruza apenas tiene arcén y discurre casi por encima de un mar de escollos negros, lo que impide conducir y contemplar cómodamente, ya que a la que te descuides te caes al foso de escoria volcánica.
Pasamos de largo y tras la población de Mancha Blanca divisamos - fuera del parque del Timanfaya y dentro del parque de Los Volcanes- un volcán pequeñito pero curioso por Tinguatón y hacia él nos dirigimos tomando una carretera que parecía ir en esa dirección. La carretera pronto se terminó transformándose en una pista explanada de tierra y desde ahí fuimos andando hacia el volcán. Tuvimos que atravesar un caos de viñedos y rocas volcánicas fragmentadas, saltando de bloque en bloque salvando las grietas.
El interior del cráter del volcán había sido empleado por los agricultores para más plantaciones. Desde lo alto podía divisarse el norte de la isla de Lanzarote y la Graciosa, por un lado, por el otro grandes extensiones de viñedos protegidos por petos de piedra, y donde estos terminaban, el mar de escoria volcánica.
Regresamos por la Geria, aunque no puede ver casi nada con el sol de cara o haciendo contraluz en muchos tramos.
Tenía pensado echarle un ojo a la Cueva de los Naturalistas, que tenía localizada, pero me equivoqué de carretera y, de todas formas, era muy tarde... y creo que han prohibido recientemente el libre acceso. De modo que tomamos un desvío antes de Yaiza (Uga) para tratar de hacer otro trekking nocturno hacia otro volcán (Caldera Riscada), pero empezaron a salir perros y estaba todo vallado, de modo que abortamos.
A quien vaya con poco tiempo, de lo que he visto le recomiendo irse directamente a El Golfo, y a las Playas del Papagayo, con gafas de bucear.
Las carreteras están en un estado impecable, como si las acabaran de hacer, y los pueblos muy bien señalizados.
Las Salinas de Janubio
Los Hervideros, y la Montaña Bermeja al fondo.
Cerca de El Golfo, promontorio en medio de la "playa de las cosquillas"
(Playa de los Ciclos)
cerca de El Golfo. Contraste de materiales.
la laguna de El Golfo, y la "playa de las cosquillas"
(Playa de los Ciclos)
flora isleña cerca de Las Salinas
El mar desde la costa oeste, cerca de El Golfo
desde la costa oeste, Timanfaya
desde la costa oeste, parque del Timanfaya
zona costera del Timanfaya, mirando hacia El Golfo
un "arbolito" muy vago, que crecía tumbado en el suelo
desde la boca de un gran túnel volcánico en un acantilado
pequeños tubos volcánicos que afloraban por doquier
pareja de gaviotas en un acantilado de El Papagayo
Una de las calas del Papagayo, temprano.
Más tarde se llenaría de gente y de barcos parados frente a las calas.
A lo lejos se ve la Isla del Lobo y Fuerteventura.
Un volcán por la zona de Tinajos (Montaña Tiñache) al que
no subimos; subimos al de enfrente (Caldera Quemada).