jueves, 31 de agosto de 2006

insultar con cariño

Goteras tienen mis ojos cuando no te ven,
Insomnio mi mente cuando sobra una almohada,
Lucha mi sonrisa por sonreir, pero ¿a quién?
Inmediatamente mis sentidos sienten a tu llegada
Podría con cariño escribirte tántas cosas...
O incluso revelártelas en un susurro sin papel;
Lo que yo siento ante tus palabras y tus formas;
Lo que para mí eres en mayúsculas grabaré.
Alagados están tus ojos, recelosos los de los demás.
Será que nos envidian, ¿o que alguien no ve la verdad?

miércoles, 30 de agosto de 2006

¿qué tal?

Pero ustedes saben que yo no les digo “qué tal están” para que me lo cuenten… es una muletilla.
Las personas no podemos vivir sin usar muletillas... Yo creo que es porque el cerebro es más lento que la lengua… O sea, que decimos algo así como “Voy a ponerme a hablar… para ver si mientras se me ocurre algo que decir”.
[Manel Fuentes]

martes, 29 de agosto de 2006

llave andarina

Bajo al aparcamiento cargado de cosas, con las llaves en la mano; abro el coche; suelto el bulto en el asiento del copiloto; dejo la llave plana de la puerta a mano; me siento y... ¿¿¿???

¡¿Dónde @#&%* está la llave del coche?!

En la puerta no. En los asientos nada. En el suelo tampoco. Me desespero porque el coche de al lado está muy pegado y hay muy poco espacio para moverme; está oscuro, luz mortecina; enciendo todas las luces interiores pero no encuentro la llave por ningún lado.

Vamos a ver, no he podido abrir la puerta sin la llave, así que tiene que estar cerca.

Miro debajo de los coches como si buscase bombas-lapa pero apenas se ve más que las zonas más exteriores; vuelvo a mirar dentro; remuevo alfombrillas y compartimentos sacando y metiendo cosas rápidamente; los bolsillos; la saca; debajo de los asientos...

Ya hasta pienso que un ente mágico del destino ha hecho desaparecer la llave para evitar un accidente que iba a tener este día.

Al final, usando el móvil como linterna me hinco en el suelo y vuelvo a mirar debajo del coche... y ahí estaba la mamona escondida entre las sombras...

¡Qué alivio! Porque sería de chiste:
-Perdí la llave del coche.
-¿Cuándo?
-Justo después de abrir la puerta del coche con la llave.

lunes, 28 de agosto de 2006

el liante

A continuación un extracto de El Cantar de Jeta de El Liante, procedente de un "tecluscrito" en ordenador que data del siglo XXI.

-Me llamo Rodrigo el Valiente.
-¿Al que le falta un diente?...
-...de ajo para hacer un gazpacho. Quisiera entrar en el castillo.
-Adelante, pasa que quito el pestillo.

[Se abre la puerta, y éste va y entra]

-Se presenta ante vos Rodrigo el Valiente.
-¿Al que le falta un diente?...
-...de León para hacer una poción.
-Busco al Conde de Burgos en ésta su casa, aquel del que dicen astuto como una rata, y espléndido como una patata. [O al revés]
-Acá mismo me "tenés", ya ves.
-A decir verdad no veo nada, cubierto como estais por esa capa.
-Tapado voy porque el que no esconde no es conde, y si la capa no tapa no esconde lo que tapa, y ni esconde de vulgos ni es conde de Burgos.
-Nada he comprendido más me doy por convencido, y ahora paso a relataros los cotilleos más osados de las tierras que he recorrido, desde la otra orilla hasta aquí, cruzando el río.
-Ahorraos para la cena el rollo, hablad cuando se sirva el pollo. Y decidme ahora lo que traéis en esa lata, la que llevais bien agarrada.
-En ésta llevo fabes recogidas, para almorzar al mediodía.
-No me refiero a esa sino a la otra lata, la de ese cofre labrado en plata.
-Oh, qué poca memoria me queda en la cabecilla, aquí os traigo este cofre con monedas, de parte de vuestro hermano, el que vive en la otra orilla.

[Le entrega al conde el cofre de plata y va el buen hombre y abre la tapa.]

-Aquí hay algo raro, y de ahí mi entrecejo apretado: monedas dijisteis en plural y aquí sólo veo moneda en singular.
-Oh, qué grandiosa capacidad poseéis para las cuentas, de un solo golpe de vista contasteis todas las piezas.
-No lo dudéis por un momento que sumando soy perfecto, emisario; puedo contar hasta veinte sin usar los dedos, sin quitarme los zapatos. Más ahora no me liéis, y explicadme sin demorar, dónde se le cayó a esta moneda el plural.
-Tengo que confesaros con vergüenza, y seré total transparencia, que algo gasté por los caminos, al caer involuntariamente por algunos mercadillos.
-Contadme pues.
-Gasté una moneda en un bote de gomina de Fez.
-¿Para qué?
-Para el tupé.
-¿Y las demás?
-En lo que vino detrás: dos en telas de fina seda.
-¿Para alguna amante tal vez?
-No, para mi abuela. También hice gasto en varios complementos.
-¿Cuáles son estos?
-Un collar de piedras, una pulsera tobillera y unos calzoncillos nuevos.
-¿Tanto en esa tienda habéis gastado?
-No, luego me metí en la de al lado: varios muebles para la casa, una tumbona para la terraza, vajilla y cubiertos.
¿En eso derrochais en pocos momentos las que son mis rentas?
-No, ¡por Dios!, que los calzoncillos estaban de oferta.
-¿Y qué fue del resto del dinero?
-También tropecé con varias tabernas, y no faltaron vinos y cervezas, ni asados de cordero.
-Por Santa Rufina que como mensajero sois una ruina.
-Por San Mamerto que cuanto decís es cierto.
-Sois un enfermo consumista, no os duraría una jornada una VISA.
-Oh, qué grandioso genio y prodigio sois de adelantado, señor Conde, el concepto de consumismo no estaba hasta ahora inventado.
-Me halagáis, pero no me como el moco. No os váis librar por mucho que me palmeéis el hombro, de un doloroso castigo. Y ya veréis lo que os digo.
-Os tomo la palabra, lo veré, mas espero no recibirlo.
...
-¡Llamad al verdugo!
-¿Al de Aranda?
-No, que tiene la mano blanda. Mejor al de Lugo.
...
-Se presenta el verdugo con presteza, ¿a quién hay que cortar la cabeza?
-A éste que te señalo con el dedo, más no lo quiero muerto, tan sólo dale un escarmiento. Pero tened cuidado y no escuchéis sus cumplidos, es adulador el muy jodido.
-Dejadlo en mis manos, soy experto en hacer daños.
...
-¿Cuál es vuestro nombre?, condenado.
-Rodrigo el Valiente, paisano.
-¿Al que le falta un diente?...
-...de tiburón para completar mi colección.
-¿Y decís que sois también de Lugo?
-En efecto soy lugareño, de Lugo es mi seña, de esa bella ciudad extremeña.
-Más Lugo no está en ese sitio, ¿acaso no mentiréis por capricho?
-Perdonad pero estoy nervioso y hablo algo erroso. Lugo está donde vos decís.
-¿Y dónde digo?
-Decid.
-En las Galicias.
-Y yo también digo allí.
-Ahora sí... Pero vamos con el trabajo, podéis elegir entre palo o látigo.
-Me quedo con el palo, de la baraja, siempre que a vos os plazca.
-Usaré pues bastos, ya que para copas es temprano, los oros del conde habéis gastado, y las espadas hacen tajos.
-Pero sed suave.
-Seré como un lecho de esparto.
-Y no fuerte sino blando.
-Seré como la coz de un caballo.
-Es admirable vuestra profesionalidad.
-No tendré piedad.
-En serio, hay verdugos que no saben hacer su trabajo.
-Bueno... yo... lo mejor que puedo y sé lo hago.
-Me llena de felicidad estar en manos de un perfecto profesional.
-Me estais retrasando, por favor parad de ser locuaz.
-Es que yo siempre quise ser verdugo, mas por ser humilde no pude estudiar.
-Si queréis, termino en un momento, y luego algo os puedo enseñar.
-Impaciente estoy por aprender de vuestra habilidad. Más soy tan torpe que no sé si seré capaz.
-Tonterías, veréis que no es tanto, vamos a la cantina y os relataré lo básico.
...
[Y así se libró del castigo nuestro hombre, más luego pagó en su lugar el verdugo la furia del Conde.]

domingo, 27 de agosto de 2006

arcilla

Hastiado de esperar, ya que si por mí fuera no esperaría. No me gusta perder tanto tiempo para algo tan simple como cenar, pero estábamos esperando a que nos llegara nuestro turno en una terraza con mucha demanda, con las mesas abarrotadas y la gente apuntada en la lista de pie esperando a que fueran quedando mesas libres. Desesperante para mi poca paciencia.

Total, que me puse a mirar escaparates por hacer algo, y tuve la suerte de caer en una tienda de artesanía con muchos pequeños objetos para entretenerse, y se me encendió una lucecita que había estado muchos años apagada. Sí, me entró capricho de crear cosas de esas que son muy divertidas de hacer... pero luego son un estorbo, y que sirven para endiñárselas a alguien o para venderlas ya poniéndonos en plan profesional de vivir de los hobbyes; porque como te pongas salen como churros.

De peque se me daba muy bien esto y quería además comprobar si el que tuvo retuvo.
Al día siguiente me puse con la arcilla e hice tres figuritas:

La primera es un pie seccionado para poner una vela encima:


La segunda una mano-cenicero, o una mano-pedigüeña para depositar propinas.


La tercera la hice con los restos, mezclados con piedras. Cuando la arcilla empezó a secarse se resquebrajó por todos lados, así que le dí una muerte digna rompiéndolo yo. Y además no me gustaba, se acabó la arcilla y no pude acabarla bien.

...
-Oye, ¿y dónde has colocado la figurita que te regalé?
-Ah... pues... me la llevé a la casa del pueblo... que luce más allí.

lunes, 21 de agosto de 2006

domingo, 20 de agosto de 2006

restaurantes

Se cuenta la anécdota de una cena que un rey había organizado, y en la que entre los comensales se encontraba un hombre de condición humilde nada acostumbrado a los lujos y protocolos en los que se vió envuelto.
Los camareros sirvieron gambas a la plancha, y depositaron junto a cada cubierto un cuenco con agua y una rodaja de limón, para lavarse las manos.
El hombre éste, como la cosa más natural del mundo, cogió el cuenco y se lo bebió, lo que desencadenó la troncha y burla disimulada de los asistentes. Entonces el rey, inmediatamente, agarró su cuenco y se lo bebió también.
Las burlas se cortaron; algunos dudaron y sintieron ser ellos los ignorantes; y los más confusos imitaron el gesto, bebiendo también del agua de las manos.

Otro que no había salido nunca de su pueblo, asistía a una comida en un restaurante de lujo, y por no saber qué pedir deslumbrado por una carta repleta de platos para él extraños, decidió aguardar a que su anfitrión pidiera primero para hacerse a la idea y no quedar como un ignorante.
-Melón con jamón - pidió el anfitrión como entrante.
-Sandía con mortadela para mí.

Cierto funcionario de un municipio, tenía la costumbre de no leer los nombres de los platos de la carta, sino que se iba directamente al precio, iba pasando el dedo por los números y elegía siempre lo más caro -pues por su posición iba invitado.
En cierto restaurante de postre le trajeron un platito con frutos secos variados, y quedándose perplejo, llamó al camarero malhumorado.
-Oiga, ¡venga para acá!
-¿Sí señor?
-¿Qué es esto?
-Lo que ha pedido.
-¡Pero yo no quiero esto!
-Pero si lo ha pedido...
-¡Pues no lo quiero! que me traigan otra cosa.

sábado, 19 de agosto de 2006

mundo onírico

Un fragmento de lo que he soñado esta noche; conversación telefónica con una ex. En el sueño se fraguaba un resurgimiento precavido.

-¿Y qué ocurre cuando dos personas piensan lo mismo? [Esta frase no logro reconstruirla fielmente al sueño; era algo muy trivial que sólo redirigía el significado por el mismo hecho de haberse producido la conversación telefónica tras una reciente tensión emocional en persona]
-Puede pasar todo o nada. Si no se hace nada no pasa nada.
-...
-Oye, mira si me dejé algo en tu casa el otro día... [Declaración de intenciones indirecta, para reconducir el asunto a un callejón del cual sólo pueda salir victorioso o muerto, y no prolongar los titubeos]

Interpretación de respuestas:
  1. -No te dejaste nada = Adios.
  2. -Sí, te dejaste X (siendo X algo real que efectivamente me dejé) = Ambigüedad.
  3. -Sí, te dejaste Y (siendo Y un objeto descaradamente inventado, que no existe ni me pude dejar) = Respuesta óptima esperada: ocurrirá todo.

-¿Cuándo puedo pasarme a recogerlo?

Interpretación de respuestas:
  1. -Ya lo recogerás la próxima vez que pases por aquí = Respuesta pésima, paso atrás.
  2. -El próximo fin de semana, si puedes = Relativamente buena, por el contexto de la vida de esa persona.
  3. -Mañana, esta tarde, ahora / Esta tarde estoy ahí / Esta tarde en un punto medio = Respuestas óptimas.

Sobre las 10 sonó el teléfono y no lo cogí porque supuse que era alguien que podía esperar, y además no me apetecía levantarme. Luego pensé que podría ser... pero no quise mirar la llamada perdida. Acabo de mirar y no era. Lo que ocurre en los sueños se queda en los sueños.

viernes, 18 de agosto de 2006

¿qé é' lo qe vé'?

FIGURA 1:
composición 3

FIGURA 2:
composición 1

Se pueden ver muchas cosas, como en las nubes, pero entornando los ojos una de ellas se destaca sobre las demás apropiándose de la totalidad de las manchas para configurar su forma y su aderezo. En la simetría el poder emana desde el centro; la figura que dominará compondrá sus rasgos más característicos desde ahí.

(Estilo pictórico del Test de Rorschach)

versos

Esta escueta copla
se parte en cuatro partes,
una es la primera
y tres las restantes.

y si más letra meto
obtengo un sexteto.

Escribiendo sigo y... ¡maravilla!
he llegado a una octavilla.

Y por que no quede queja
de que rimo tirado,
rimo alguna palabreja
-por ejemplo abeja-
con barrote oxidado
...de la reja.

jueves, 17 de agosto de 2006

un díaaaanormal


Era una nublada noche de un invernal Agosto, cuando el sol me despertaba a altas horas de la tarde del día anterior.
Subí las escaleras y bajé a la calle que estaba del revés, por lo que tuve que girar 180 grados. Fue entonces cuando ví aproximarse a gran velocidad por mi espalda aquel vehículo que se alejaba lentamente, hasta quedarse detenido a escasos metros de mi rodilla derecha.
Andé dos kilómetros con la pierna izquierda hasta llegar al lugar donde estaban mi pierna derecha y el coche, y me asomé por la ventanilla: descubrí asombrado que nadie lo conducía, a excepción del conductor. Entonces cerré bien los ojos y escruté a aquel hombre que si bien no estaba en el coche, permanecía dentro de él sin moverse del sitio a pesar de que tenía espacio de sobra para hacerlo. Sospeché que tenía que haber gato encerrado, de modo que que intenté abrir el maletero, pero ya estaba abierto, así es que me fue materialmente imposible y tuve que pensar en otra cosa.
El gato más seguramente estaría debajo del coche sirviendo de apoyo para la sustitución de una rueda nueva por otra pinchada o desgastada. Al darme cuenta con horror de que la rueda de repuesto estaba en perfectas condiciones, procedí a reventarla con una navaja que pasaba por allí en compañía de un maleante de conocido renombre -maleante-, que tuvo la gentileza de robarme la cartera: sacó los tiques de la compra, y me la devolvió con las tarjetas y el dinero... el muy miserable.

Entre tanto, el coche estaba todavía aquí, pero yo estaba allí, y hube de tomar un autobús que me dejó aquí de nuevo.
Me volví a asomar por la ventanilla para comprobar que el volante era cuadrado como de costumbre, cuando de pronto, del suelo cayó un objeto que me golpeó en el dedo meñique de mi oreja derecha. Recogí dicho objeto del techo y me lo entregué a mí mismo sin apenas mirarlo, pues sabía de sobra que no era más que un objeto que había caído del suelo.
Elegí al azar una de las cincuenta ruedas del coche -en concreto la tercera, pues es 3 es mi número favorito los Miércoles bisiestos- y procedí a cambiarla. Pero el gato no aparecía, de modo que usé una máquina compuesta de un engranaje de piñón y cremallera, con un trinquete de seguridad, que sirve para levantar grandes pesos a poca altura.

El desconocido del coche, que era mi primo Antonio al que conozco desde que mi tía lo echó de su casa y se vino a la mía a vivir, me invitó a subir para llevarme a mi trabajo. Me subí agradecido a mi primo, y me llevó a caballito hasta la puerta del edificio donde curro. Me despedí, y automáticamente dejé de trabajar allí. De todas formas, tras la puerta no había nada pues la empresa se había trasladado, y tras la mudanza en aquel solar tan sólo quedaban los marcos de las ventanas, los muebles, y las cucarachas correteando por el aire... todavía no se habían enterado de que el edificio había cambiado de lugar, pero ya caerían.

Anduve deambulando por las calles cabizbajo, esquivando serpientes venenosas fugadas del zoo y vendedores a domicilio, cuando empezó a llover. Al ser de alta estatura, tuve que correr al instante a refugiarme de los afilados trocitos de nube que caían, bajo un soportal, mientras la gente bajita todavía disponía de media hora hasta que le alcanzaran. Saqué del bolsillo de los zapatos aquel objeto que me golpeó en el coche de mi primo, y lo manoseé un rato con el ombligo por distraerme y hacer tiempo: era una bola pequeña, de hecho parecía un clavicordio, o quizá una raqueta de tenis; era de un color que se me antojó verdoso o azulado; estaba dudando, así que encendí la luz y descubrí que era amarillo. ¡Amarillo!... tenía que deshacerme lo antes posible de esa cosa, pues no hacía juego con mis pendientes lilas según los cánones actuales de combinaciones de colores chachipirulis.

En cuanto la lluvia cesó, remé con fuerza rumbo a los barrios bajos, escondiéndome de la policía y de los estilistas, arrastrándome por solitarios callejones o disfrazándome a ratos de el señor Spock a ratos de la gallina Caponata para pasar inadvertido, hasta que llegué a la tienda del viejo anticuario. Le mostré la bola, y el viejo, que aparentaba más años de los que tenía -pues en verdad no tenía ningún año-, se la entregó a su perro para que la analizase con su intuición canina. Finalmente me ofreció 50.000 euros en billetes de 55,555555 periodo. Pero yo me negué; no me parecía un precio justo. Regateé duramente con él durante dos meses y cinco minutos, en los cuales me alimenté hurtando disimuladamente bolitas de carne del cuenco de comida del perro -que terminó cogiéndome manía, y tanto es así que me arranco una pestaña de un bocado-, hasta que conseguí vender la bola a cambio de 3 euros (en monedas de 0,333333 periodo) y un autógrafo de Snoopy.

Empezaba una nueva vida para mí; empezaría de cero; ya no volvería nunca a mi vieja casa... se me había olvidado la dirección.

miércoles, 16 de agosto de 2006

intensidad perdida

A medida que crecemos y acumulamos experiencias, nos vamos volviendo invulnerables a la emoción saltarina que causa lo nuevo, la sorpresa, lo imprevisto, el misterio, lo no vivido ni conocido.
Puede ser una programación biológica relacionada con el aprendizaje: el cuerpo segrega estímulos para la mente ante lo nuevo para empujar al individuo a explorarlo y añadirlo al inventario del conocimiento. Y mismamente la mente se muestra dura ante lo ya conocido para evitar que el sujeto pierda el tiempo removiendo una sopa en la que ya no quedan más fideos, cuando podría estar buscando nuevos calderos.

Una forma de recuperar una sensación ante un estímulo con toda su intensidad inicial, es enfrentar a una persona inocente a ese mismo estímulo -desconocido para ella-... y observar su cara y reacción.

Así siguen disfrutando los padres año tras año de la Navidad y de los Reyes Magos, a través de la ilusión que irradian los niños que todavía no saben nada.

lunes, 14 de agosto de 2006

Pedriza con turista

El Sábado le propuse a mi padre venirse a La Pedriza conmigo el Domingo por la mañana.
La noche anterior le dí un buen repaso, en plan: A ver, ¿qué vas a llevar?... ¿esos zapatos? (se iba a poner unos náuticos de esos que se llevan sin calcetín el tío) no, espera, toma unas botas de montaña que me están pequeñas, pruébatelas; a ver, calcetines, busca unos gruesos y cortos, bueno, pues esos y te los remangas; pantalones cortos...

Aparcamos en El Tranco, e hicimos una ruta que yo recordaba suave... sin cuestas... aunque luego comprobé sobre el terreno que era un subibaja: El Tranco- El Indio- Collado de la Cueva- Gran Cañada- y pa' bajo zigzageando.
Mi padre, como no llevaba gorra -ni pelo- y el sol pegaba fuerte, arrancó unos helechos y se hizo una especie de boina vegetal que a veces conseguía mantener en equilibrio sin sujetarla con una mano (sospecho que un pegote de crema solar ayudó). Yo me iba riendo por el camino, de esto y de sus sulfuros, ¿por aquí hay que ir? ¿hasta dónde vamos a subir? ¿hasta esa piedra? cuando subamos arriba podemos empujar la que tiene encima y tirarla... sí sí, cuando subamos arriba vas a ver el tamaño que tiene esa "piedrecita". Y cada dos por tres: esa roca se va a caer, esa no se sujeta, esa está a punto de caerse...

Llevaba una botella de agua semicongelada y en principio pensé que no iba a ser suficiente, y como él sudaba y se cansaba mucho en la primera etapa, decidí guardarla toda para él, para que no se deshidratara, y para echarle chorros de refresco por encima y que no se pillara una insolación. Porque no había ni gota de agua por aquella zona, aunque a lo lejos se divisara el embalse de Santillana, todos los cauces estaban secos. Se invertían los papeles y yo me sentía como un padre que tenía que cuidar de que la criaturita llegara sana y salva.Ahora yo podía prescindir de agua -pues aquello para mí era un paseo y a ese ritmo ni si quiera estaba sudando. Pero no hizo falta, sus fatigas terminaron al alcanzar la Gran Cañada, donde el terreno se suaviza. A partir de ahí no hubo que descansar más, allí tiró el helecho arrugado, y se puso la camiseta en la cabeza de tal modo que parecía un faraón egipcio.
Antes de llegar a la cañada, a la tercera parada por agotamiento, le había propuesto abortar la ruta, pero se negó, aunque creo que principalmente porque no le hacía gracia volver a pasar por el mismo sitio.

La edad y la barriga no perdonan para el factor fatiga, y como él me dijo, si yo tuviera que llevar una mochila de 40 kilos no iría tan ligero. Es verdad, de hecho siempre voy pelao de agua o sin ella, prefiero pasar sed que cargar el peso del líquido.

Fue una ruta corta, un bordeo de reconocimiento por La Pedriza Anterior. Para la próxima, si hay, creo que El Salón del Pájaro, que es para todos los públicos y el camino tiene pozas en las que hacer inmersión de refrigeración.

velocidad


El Viernes cogí el coche de mi padre pues no disponía del mío. Odio ese coche, es demasiado grande, es un ataud con ruedas y hasta siento vergüenza de llevarlo no sea que hasta a alguien se le pueda pasar por la cabeza que lo llevo por gusto. Pero eso sí, tiene un potencia bestial, vamos que le pisas a fondo y sales disparado como un avión en el despegue, tiene un "turbo" al final del pedal de aceleración muy útil para situaciones peligrosas. Pero claro, la potencia es a costa de consumir mucho, es una ruina de coche y jamás querría uno así para mí, pero no tenía otro.
Era de noche y el BUS-VAO de la A-6 estaba abierto de acceso libre, de modo que allá que me metí, y tras dejar atrás a uno, me quedé solo la mayor parte del recorrido. Es una gozada conducir con toda la carretera despejada para tí, protegido por una barrera del resto de la circulación. Y al estar los carriles tan delimitados y ser de noche, se crea un efecto "half pipe" y aun yendo a la velocidad reglamentaria la sensación de deslizamiento es más deliciosa dejando atrás rayas y lucecitas. En esas condiciones me encanta conducir.

Para volver el Domingo ya sí que no disponía de ningún coche, de modo que cogí el autobús verde, y cuánto eché de menos mi coche cuando el bus se incorporó a una autopista bastante fluida en la que los pequeños vehículos fluían a gran velocidad tomando las curvas como una lluvia de estrellas mientras yo los observaba desde la altura de una caja con ventanas que tardaba en lanzarse. En cambio, si hubiera habido atasco, no hubiera envidiado nada a aquellos controladores de máquinas de velocidad, porque la libertad se convierte en tedio, y la velocidad en ganas frustradas... es más cómodo que conduzca otro.

El coche te da muchísima libertad, es algo valiosísimo cuando tus intereses se reparten por una zona geográfica distante... y cuando eres un culo de mal asiento que se harta en seguida del sitio en el que está. Pero pese a esto, ni entiendo de modelos de coches, ni de mecánica, ni me he preocupado nunca demasiado de mantener mi vehículo a punto o de limpiarlo. Simplemente lo valoro por su función: permitirme poner kilómetros de por medio del lugar en que me encuentro y llegar al que me plazca, sin depender de horarios ni de disponibilidad de terceras personas; controlando en todo momento por dónde se va y dónde se para. Me da igual que esté sucio el resto mientras los cristales me permitan ver. El valor reside en su función, que es la velocidad.

Quizá una moto iría más conmigo: más pequeña, menos consumo, más velocidad y más maniobra. Pero nunca he tenido moto y quizá por inercia ya me da pereza hacerme motorista. Y que también tiene sus inconvenientes: cada vez que la usas debes ponerte la ropa especial para que los elementos atmosféricos y la velocidad no te arranquen la piel a tiras; tienes que compactar el equipaje y las dimensiones del mismo están más limitada; no te sirve de caseta eventual; no te puedes cambiar dentro; no puedes dejar dentro cosas útiles escondidas, te toca cargar con todo; no tiene barrera física de intimidad... Y además de que cualquier obstáculo o imprevisto en la carretera que afectase a una rueda y que en un coche podrían sobrellevar las tres restantes, en una moto podría significar una caída fatal... me quedo con el coche de Mad Max, un V8 interceptor.

Eso sí, para moverme por la ciudad, o andando o en transporte público.

domingo, 13 de agosto de 2006

aquí no hay playa

Podéis tener Retiro, Casa Campo y Ateneo,
podéis tener mil cines, mil teatros, mil museos.
Podéis tener Corrala, organillos y chulapas.
Pero al llegar agosto, ¡vaya, vaya!
Aquí no hay playa,
¡vaya, vaya!
no hay playa,
¡vaya, vaya!

Los Refrescos, 1989, Aquí no hay playa. (vaya, vaya)

¿Que no hay playa?
Eso ya lo veremos...

aquí no hay playa vaya vaya

viernes, 11 de agosto de 2006

te ví

Me ha gustado la idea de ésta página: http://www.tevi.es/

Sirve para que, si por ejemplo, has tenido un juego de miradas delicioso con alguien en el vagón del metro, o si te fijaste en alguien que estaba en la misma tienda que tú y pensaste: "me gustaría conocer a esa persona... pero ¿cómo voy a abordar por las buenas a un desconocido?"... dejes el mensaje a la espera de que la otra persona entre en esa página, lea tu descripción de los acontecimientos (en tal sitio, a tal hora, tú estabas mirando un escaparate y yo estaba dentro de la tienda...), se sienta identificada, y te comunique la feliz noticia de que también se fijó en tí, que se le quedó grabado aquel encuentro fortuito, que no había podido borrarte de su cabeza...

Esto siendo muy optimistas, porque para que el mensaje tenga éxito debe cumplirse que:
1. Esa persona no te haya olvidado después del siguiente coqueteo (porque en un mismo día puede haber varios).
2. Entre precisamente en esa página.
3. Lea tu entrada.
4. Se atreva a hacer y decir lo que no hizo en persona.

Conclusión: esta página de momento, probabilísticamente, no sirve para nada, pero la idea es buena.

el Gran Maestro

-¡Mira!, hay algunos peces en el agua.
-¿Sabes pescar?
-No, ¿y tú?
-Tampoco. Pero conozco un maestro que nos enseñará las técnicas. Se llama Hambre.

jueves, 10 de agosto de 2006

metaléxico

abrigo = abre + higo = abridor de higos
cerrojos = cerró + ojos = se durmió
cenicero = cené + cero = no cené
contexto = con + texto = libro
ventana = venta + ná' = no vendí nada
patata = pata + 'tá = hay una pata
soplete = sople + té = soplar el té
rescate = res + cate = vaca suspensa
mentiroso = mentir + oso = engañar a un oso
queso = qué + sooo = ¡para de de preguntar!
vieja = ví + e + ja = ví y me reí
zapato = zapa + to' = excava en todos sitios
bufanda = buf + anda = está resoplando
naipes = no + hay + pez = pesca infructuosa
noche = no + sé = no sé
día = dí + ahhhh = dí "ahhh"
tarde = 'ta + arde = ésta prende
manija = mano + hija = mano de la hija
sordina = sor + dí + ná' = monja, ¡cállate!
asma = as + má' = madre campeona
botijo= bote + hijo = el hijo salta
jaleo = ja + leo = leo algo gracioso
vaca = va + acá = viene
pardos = par + dos = un par de dos
despidos = des + Pi + dos = dés dos Pi (3,14)
escuadra = es + cuadrá = cuadrada
palanca = pa' + l' + anca = leotardos para rana
patines = pa' + tí + no + es = para tí no es
linterna = l' + interna = la reclusa
Alicante = Alí + cante = que cante el árabe
Segovia = sego + vía = corto la hierba del camino
Lanzarote = lanza + rote = que gire la lanza

martes, 8 de agosto de 2006

supervivencia

Auloi corre por el bosque calcinado de lo que había sido un palmeral, las cenizas dejan grabadas sus huellas y levantan una ligera humareda. Un enorme sol de amanecer le persigue por su derecha, atizándole en la cara con destellos de luz y sombras distorsionadas aleteantes.
El silencio es total, el mundo parece detenido, ondulando sus formas rotas al ritmo de la neblina que evoluciona humeante entre los altos troncos negruzcos y resquebrajados, convertidos en tótem, de aquel cementerio arbóreo, y reflecta halos de luz cegadora sobre unos ojos habituados al encierro. Los ojos le lloran, por aquella luz y por más cosas.

huída

Tras el holocausto que dió fín a la Segunda Era, se instauró el estado de anarquía y de lucha cruenta por los escasos recursos. Sólo una pequeña parte del planeta quedó libre de radiación, una isla, y hacia allí se dirigieron todos los ingenieros supervivientes - la élite- con sus naves y restos de tecnología. La confrontación desencadenó una nueva matanza, y aquella isla, Edén, quedó arrasada en superficie.

La temperatura engaña, la luz da calor, pero al detenerse el aire se vuelve gélido, y aunque nada vivo parece existir, ellos están cerca, y no puede parar de correr.
Aunque sus jefes han muerto, los Dogor-can han sobrevivido, y su programa de caza sigue activo. Y de ellos huye, sabe que le alcanzarán, pero hasta que se le ocurra algo mejor, se aleja. ¿Qué programación tienen?, fueron fabricados en el año 5, en poco tiempo y con poco material, pero han sido muy efectivos tras las detonaciones. ¿Cómo ven? ¿Cómo huelen? ¿Oyen? ¿Cómo distinguen a sus jefes?
Anoche los supervivientes corrían y chillaban, los Dogor-can iban de aquí para allá matando certeramente. Auloi había quedado atrapado por un despredimiento, vió cosas importantes que apenas recuerda, su cuerpo se iba, perdía la consciencia intermitentemente. Y cuando pudo zafarse, se alejó lentamente y dolorido hasta apartarse de las luces; se aplicó un reconstituyente físico, él último que le quedaba, y huyó a la carrera entre las sombras. Tuvo suerte.

Año 6 de la Tercera Era.
Población del planeta Tierra: 3.000 habitantes. El 99% agonizante. Hoy ha sido el día, en pocas horas no quedará nadie... o casi. No había para todos, pero nadie quería perder y todos tenían el poder para ganar, y para hacer perder a los demás. Todos quieren sobrevivir y al final no sobrevive nadie... o casi. Porque nadie es más que nadie ni nadie menos que nadie. Nadie acepta las jerarquías ni los privilegios de la Primera Era, porque la especie humana ha cambiado, ha evolucionado y tiene nuevos valores; ahora la vida es más valiosa que antes... la propia vida, se terminó eso de muere tú para salvarme yo. Pero en un planeta tan pequeño no cabían todos los que llegaron a ser, y la guerra era inevitable, porque la masa de cogotes no dejaban ver el sol.

Se da la vuelta, ya están aquí, vienen en tropel como una jauría furiosa desde el Sur. Su rostro palidece; empieza a temblar; se le afloja la tensión sanguínea; un grito agudo de terror se empieza a fraguar en su garganta; cuando los tenga cerca no va a poder soportar el terror de sus mandíbulas y sus dientes afilados, y esa mirada oscura especular en la que se verá a sí mismo despedazado. Se siente desolado, hace ademán de huir, pero no hay salida... tan sólo queda... recordar lo que vió en su semiconsciencia.
Empieza a correr, pero no en dirección contraria, sino hacia ellos en carrera suicida, hacia la jauría; y no chilla, sino que grita, ruge como un animal. Y las bestias se frenan y analizan la situación durante diez segundos. En el once emiten al únísono la primera comprobación: un sonoro rugido, pero Auloi contínua acercándose. En el segundo veinte emiten la segunda comprobación más sonora y terrible aún. Segundo veinticinco: el humano continúa acercándose; distancia 10 metros; las bestias se retiran en estampida. El programa era muy simple: Lo que huye de tí es presa, cázalo; lo que te persigue es depredador, escapa.

Pero alguien introduce una estrategia. Los Dogor-can, tras media hora de respiro recuperan el programa de caza. Pero esta vez se organizan y parte de grupo se dispersa dando un rodeo largo evitando ser vistos por la presa, hasta situarse formando un círculo en torno a ella. Y comienzan a acercarse convergiendo hacia el centro a gran velocidad. Auloi los ve aproximarse desde todas las direcciones entre los troncos, ya no podrá acercarse sin a la vez alejarse, y veinticinco segundos para espantar a cada frente son demasiados mientras los demás avanzan.

-¿Éste era el último?
-No. Éste ES el último.
-No seas meticulosa por unos segundos.
-Saldrá de ésta.
-¿Cómo?
- De una forma u otra...
-¿Pero qué...?
...
-Parece que tu formación circular geométricamente perfecta le ha salvado. Una forma más irregular y anárquica le hubiera destrozado la jugada.
-¿Tú sabías que iba a hacer eso?
-No, a mí también me ha sorprendido - Dejó caer el visor al suelo.
-Pero aun así sabías que iba a sobrevivir.
-Sí, aunque no hubiera hecho nada.
-¿Entonces...?
-Adivina.
-No quiero adivinar nada, me intranquiliza esa mirada extraña que tienes. Los robots le van a dar ahora un respiro de una hora, y es demasiado. Pero da igual, voy a terminar con esto, pásame la pistola, voy a gastar aquí la última bala.
-Claro... - Minokeche le acercó el arma con su mano derecha, pero antes de soltarla en mano ajena, apretó el gatillo a la vez que ahogaba el chillido taponando la boca con su mano libre. Apenas se escuchó nada; la pistola llevaba silenciador.
-¿Qué... has... hecho?
-Es que le amo.
-E...s...
-No hables, apenas tienes fuerzas porque te estás muriendo. Haré yo misma las preguntas y las respuestas. -Antes de proseguir, escribió algo con el dedo en el miniordenador, y a un kilómetro de allí algo ocurrió- Le amo porque hace días que vengo despertando de una pesadilla; toda esta inercia se ha ido desintegrando; la civilización se ha ido deshaciendo delante de mis narices ¿y sabes qué?, que no me importaba. Porque cada vez que desaparecía algo de lo que había constituido mi mundo, ese algo dejaba una brecha a través de la cual empezaba a ver otros mundos diferentes que habían permanecido tapados por el grueso muro del primero. Mundos igual de verdaderos e igual de falsos que el de siempre, pero me sentí bien contemplando un nuevo paisaje y sientiendo lo que sentía, y sentí náuseas de mi viejo hogar, estaba podrido y lleno de vacío. En lugar de perder sentía que me libraba de un peso. Y ya no me importa nada de lo que me importaba antes; podría decir que no me importa ni mi vida, aunque esa afirmación sería inexacta... tú no lo entenderías. Te estás muriendo como me estaba muriendo yo; pero yo me moría por dentro y tú te vas a morir por dentro y por fuera. Tú reconstruirías el muro, eres una pieza más de él, por eso te estás muriendo, porque ya sí... se terminó. Éste es el tercer holocausto, seis años después del segundo.
-Te has vuelto loca... me disparas a mí... y... él.. te matará... si no... le... matas. O tú... o él.
-No, no me puede matar, porque yo no le puedo matar. Antes no era así, pero ahora siento que sí que es así, es tan así como que si escupo el lapo cae al suelo y no se escapa hacia cielo. ¿No ves que el mundo ha cambiado?... me siento más animal que nunca, y es una liberación, porque todo lo que hacía y pensaba antes no era sino como respuesta al mundo y las condiciones de antes. Estando entre dos brechas, he escogido hacia cual saltar. Lo he sentido claramente, mi temblor interno.


-¡¡¡No queda nada!!!
Auloi se giró bruscamente al oir el grito y observó la figura que se acercaba caminando despreocupadamente chapoteando entre las cenizas. Era una sombra más, espolvoreante, que se materializaba al aproximarse.
-¡No queda nada!- Repitió más cerca ya.
-¿Qué quieres?
-¿Qué tienes?- Minokeche continuó acercándose y las miradas se clavaron. Ropas haraposas y una insignia arrancada. Era cierto que no quedaba nada, nada por lo que matar. El mundo parecía inofensivo en esos momentos, y esa aparición exenta de hostilidad le hizo sentir un cosquilleo extraño, un cambio.
-Nada... mi cuerpo.
-Entonces quiero tu cuerpo - sonrió ella. Él pensó que aquello debía de ser una alucinación, un sueño, ¿estaría loca esa mujer?, aunque no es mala idea volverse loco en estos momentos. O dormir y soñar eternamente. Pero qué tonterías, no hace falta soñar, sólo prescindir de unos pensamientos que están fuera de lugar y dejarse llevar por los que brotan ahora, ahora que no hay nada que temer. Esa misma frase, un día antes hubiera despertado recelos y hostilidad. Pero ahora sólo había manos desnudas, y dos personas sin nada valioso que arrebatar ni nada por lo que competir.
-¿Sabés qué?
-Qué.
-Creo que leo tu mente - Una extraño regocijo indisimulable se apoderó de él al pasar a un nuevo estado de conciencia y de realidad.
-Sí. Y ahora quiero leer la tuya.
Auloi andó unos pasos y se detuvo a escasos centímetros de Minokeche. El sol ya no le hacía llorar, el ambiente era agradable.
-Estás manchado de chamusquina.
-Acabo de aferrarme a un tronco quemado. Y tú estás salpicada de sangre.
-Sí, es que acabo de matar a una amiga.
-Gracias.
-No hay de qué.

...

Las bestias se cerraban sobre él, estrechando el círculo, avanzando a gran velocidad, galopando entre la ceniza. Permaneció inmovilizado, sabiendo el tiempo de comprobación que tenía el programa, no podría detener a todas. De modo que a la desesperada comenzó a trepar por el grueso tronco chamuscado de una palmera, y fue entonces cuando se le ocurrió la forma de incrementar la distancia respecto de todas las bestias por igual. Aguardó en lo más alto hasta el momento preciso, y justo entonces comenzó a descender, sin demasiadas prisas, pero sin pausas, ese descenso le debía durar al menos 25 segundos. El círculo de Dogor-cans se frenó bruscamente en perfecta alineación en torno a la palmera, a un radio de 10 metros. Auloi descendía desde lo alto: incremento X=0, incremento Y=0, incremento Z=-1. El incremento de distancia absoluta era negativo, el objetivo no huía, se aproximaba desde lo alto, la coordenada Z era decisiva. Al segundo once se produce la primera comprobación, las bestias rugen, el incremento de distancia continúa siendo negativo. Vigésimo segundo: segunda comprobación, el objetivo no se detiene y reincide en su inercia de reducir la distancia absoluta. Vigésimoquinto segundo: las máquinas de matar identifican un depredador y huyen. Auloi termina de destrepar y cae sobre el blando suelo, y observa la estampida centrífuga.

Pero a lo lejos se detienen... y se desploman. Alguien los ha desactivado.

Mitse no quería hacerse con la pistola para matar a Auloi, sino para matar a Minokeche.

domingo, 6 de agosto de 2006

una caja de cartón

Eran los años 80. Cuando era pequeño, escuchábamos un programa de radio que ponía la chacha, pues según ella decía, conocía en persona al locutor. Era un programa llamado "Los Lechuguinos" (o si no se llamaba así, lo cierto es que había lechuguinos [y no me pregunteis lo que son los lechuguinos porque ni idea, serán algo parecido a los Pitufos, los Fraguel o los Lunis]). Lo más destacado del espacio, o lo que se me grabó, eran las historias conmovedoras que relataba el locutor con su perfecta voz de locutor, con cadencia pausada y bien modulada, pues se dirigía a un público infantil en principio (y la gente cuando habla para los niños, habla en plan cura, entonando con énfasis), con una sintonía repetitiva de fondo, una sintonía instrumental sencilla de acordes: A-E-Bm/E-A -- Bm/E-A. Unos relatos cortos elaborados al estilo culebrón, preparados para conmover y despertar la lagrimita.

Una de las historias, reconstruída de memoria, era ésta:

Se acercaban las navidades y los padres de Pablo estaban muy preocupados porque no tenían dinero para comprarle ningún juguete. Eran muy pobres, habían hecho cuentas y el desembolso de comprar un juguete podía repercutir en otras necesidades básicas de la familia. De modo que cogieron una caja de zapatos, le ataron una cuerda y se la envolvieron como regalo con papel de periódicos viejos.
El día de Reyes, Pablo, como todos los niños, se levantó lleno de ilusión a recoger su regalo. Cuando lo abrió se quedó mirándolo atónito, y sus padres le dijeron:
-Es un camión, lo que habías pedido.
Los ojos de Pablo se abrieron como platos y se quedó maravillado con el juguete, y salió disparado a la calle con su camión.

En la calle estaba el resto de los niños estrenando sus regalos: muñecas, robots teledirigidos, bicicletas... y Pablo todo emocionado con su caja de zapatos tirada por un cordel.
Los demás niños se rieron de él cruelmente, pero ni un ápice de ilusión se borró de su cara; con su imaginación disfrutaba como el niño que era de su camión. Y tanto era así que los demás empezaron a extrañarse; empezaron a mirar sus caros y sofisticados juguetes y a preguntarse qué es lo que pasaba; se empezaban a aburrir de ellos y a preguntarse qué tenía aquella caja de zapatos de aquel niño que le hacía irradiar una felicidad que apagaba a los demás.

Y las burlas no tardaron en transformarse en envidia.
-Te cambio tu juguete por el mío -le dijo un niño ofreciéndole su megarobot.
-No, gracias.
-Te cambio mi bicicleta por tu camión.
-No.

Pablo era feliz porque sabía que sus padres le querían, y que aunque no habían podido comprarle nada, habían hecho ese camión para él, y no necesitaba más.

caja de carton

Nota: El final también podría ser que los demás niños dejan de lado sus regalos y acuden a jugar con Pablo y su camión.

miércoles, 2 de agosto de 2006

suplantación anulante

Le he preguntado a él, ¿por qué respondes tú?
Déjale que se exprese, aunque creas que sabes la respuesta.
La pregunta realmente no era importante, sólo quería que hablase él.
Aunque él hable poco y tú mucho; aunque él hable reposado y tú escupas una palabra por segundo; aunque él hable bajito y tú acapares toda la atención ahogando el resto de las voces con tu volúmen. Descansa; déjale expresarse en las pocas oportunidades que tiene, en las ocasiones en que se le da pie. No le tapes.