martes, 17 de marzo de 2020

Cuarentena

Desde finales de febrero el tema del coronavirus era recurrente en casi todas partes, principalmente con comentarios jocosos y desenfadados, pero que al final te coartaban de toser.
Los chinos fueron los primeros en autoaplicarse cuarentena, cerrando sus comercios. Cosa insólita, pero que aun así no causó gran alerta entre los españoles.
Entre nuestro refranero faltaba éste: cuando las tiendas de los chinos veas cerrar, pon tus barbas a remojar.

Había recomendaciones, habladurías... pero los medios y el gobierno restaban importancia y animaban a la gente a asistir a la manifestación hembrista del 8M. Retrasaron la alerta sobre los riesgos de concentraciones y otras recomendaciones para poder celebrar su desfile femifascista. No podían alertar sólamente sobre otros eventos sin cargarse el suyo, así que se despreocuparon de todos... hasta el día siguiente, en el que el discurso del gobierno empezó a cambiar.

El viernes pasado, tuve la buena ocurrencia de pasarme por un par de grandes superficies de bricolaje para comprar materiales para más cosas que quería hacer (llevo un par de meses haciendo pequeñas reformas poco a poco) y gracias a eso el fin de semana pude entretenerme con el bricolaje. Allí, por cierto, los empleados andaban también mascullando sobre el coronavirus, y en las cajas se habían colocado unas mamparas de cristal para separar clientes de cajeros.

El sábado, cuando aún sólo había recomendación de reclusión y no obligación, salí a la Casa de Campo, y me encontré el panorama de cualquier sábado por la mañana: lleno absoluto de deportistas, paseaperros y "picnic-queros". Luego me enteré que la policía andaba con altavoces recomendando a la gente regresar a su casa.
Ya el sábado por la noche salió el felón que está de presidente por la tele anunciando el Estado de Alarma oficial, y por tanto la prohibición de salir. Y el cierre de todos los comercios no esenciales, incluídos los almacenes de bricolaje.

El domingo no salí, pero observé por la ventana algunos que salieron a correr. Ahí sí la policía estuvo obligando a la gente a regresar a sus casas e incluso poniendo multas.
Desde este momento, si quieres pasear, sólo puedes hacerlo si tienes perro o con un carrito de la compra.
Los perros deben estar flipando, porque nunca antes les habían sacado tanto a la calle, ni tantas personas distintas turnándose.

 
Por la noche me sorprendió un ruído sobrecogedor en la calle como de cascos de caballos trotando por el aslfato. Escudriñé por la ventana y ví a mis vecinos asomados aplaudiendo. No me había enterado de esta inciativa, aunque supuse que se repetiría todos los días, y acerté, sólo que cambiando la hora. El primer día fue a las 22:00 y los sucesivos sería a las 20:00.

Los primeros días de la alerta la gente saltó a los supermercados a llenar carros, y la noticia en los medios, y el chiste, fue que acabaron con el papel higiénico.
Aún hoy hay colas para entrar en los supers, más exageradas en los más grandes y conocidos.
Hoy fui a un DIA sobre la hora de comer y sin colas en la calle (por la mañana sí las hay) ni apenas gente dentro. Sí había papel higiénico. Lo que estaba completamente arrasado era la carne, el pollo y la charcutería, y casi arrasados la pasta, arroz, frutos secos y legumbres. (Aunque encontrar secciones faltas de reposición en un DIA no es algo inusual).
A mí realmente no me preocupa que vaya a haber desabastecimiento, sino que suban los precios.

La mejor ayuda que podría hacer ahora el Gobierno es eliminar todos los impuestos. Pero no lo van a hacer, no son liberales sino todo lo contrario. Si hasta tienen ya su estado policial y todo. Deben estar priapíticos.


Una de las cosas que hice: un colgador de guitarra

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