viernes, 13 de mayo de 2011

La servidumbre del interés del dinero

El rico rey indio Sherham concedió al inventor del juego del ajedrez, en agradecimiento, el cumplimiento de una petición. Ésta consistió en que el rey le diera sobre la primera casilla del tablero de ajedrez un grano de trigo, sobre la segunda dos, sobre la tercera cuatro, y así siempre sobre la casilla siguiente la cantidad doble de la casilla anterior. El rey se sonrió ante la aparente modesta solicitud del sabio y ordenó traer una bolsa de trigo para poner en cada casilla los granos de trigo. Se sabe que el cumplimiento de este deseo era imposible aun para el príncipe mas rico del mundo. Todas las cosechas del mundo, en mil años, no alcanzarían a llenar los 64 casilleros del tablero de ajedrez.

* El total de granos necesarios serían 2^63= 9.223.372.037.000.000.000 granos de trigo, más de 9 trillones de granos.

De esta historia se sirve Gottfried Feder para mostrar cómo el capital prestamista crece a modo de alud ilimitadamente una vez se ha incrustado en una nación, convirtiéndose en dueño de todo.
En su "Manifiesto para el quebrantamiento de la servidumbre del interés del dinero" de 1918, Feder analiza la situación de las naciones productoras del mundo a principios del siglo XX, en concreto Alemania, endeudadas y gobernadas económicamente por los acreedores internacionales, los grandes banqueros, el poder económico, la plutocracia... ¿acaso nos creíamos que esto era cosa reciente?... Y propone una serie de medidas concretas que se pueden resumir en el título del manifiesto: abolición del interés del capital.

La lucha contra el interés se ha repetido a lo largo de la historia de los pueblos: en el Antiguo Testamento se establece un reglamento de condonación de deuda tal que cada siete años se produciría un Año Jubileo en el que habrían de ser perdonadas las deudas de todos los conciudadanos.

Otras inciativas más de prohibición del interés se fueron sucediendo en diversos momentos de nuestra historia, y todas fueron fuertemente combatidas.
A medidados del siglo XIX fueron cayendo las últimas que perduraban en el norte de Europa, e inmediatamente los estados europeos pasaron a estar endeudados, en manos de los capitalistas.
Si en la edad media los campesinos o ciudadanos esquilmados se unían para acabar con el usurero, poniendo así fin a su deuda, al día de hoy eso está peor visto, y, además, dado el cariz internacional de la usura, es más difícil echarle el guante a la raíz del problema.

Feder utiliza el término "mammonismo" para describir lo que la palabra usura define sin más complicaciones, la acumulación y multiplicación del dinero. La principal fuente de energía de la usura es la que proviene, sin esfuerzo y sin creación de bienes, del interés, bajo una concepción social fundamentalmente errónea según la cual toda propiedad tiene derecho a renta, que la pura posesión de dinero proporciona derecho a una renta de interés. El interés posibilita la vida del zángano a costa de los pueblos creadores y de su capacidad del trabajo.

Para costear su intervención en la primera guerra mundial, el estado alemán hubo de emitir sucesivamente una serie de bonos de deuda pública, que terminaron acumulando una deuda monstruosa, que obligaba cada año a destinar la mayor parte de las recaudaciones de impuestos a pagar los intereses de la misma. Un círculo vicioso sin final y que jamás podría ser liquidado.

Al imprimir los bonos, el Estado recogía dinero de los ciudadanos que los comprasen, a cambio de futuros intereses. Pero... en lugar de emitir esos bonos, ¿no pudo el Estado imprimir simplemente billetes por el mismo valor de esos bonos? Hubiera conseguido el mismo dinero y sin necesidad de intereses futuros.
Lógicamente el dinero se hubiera devaluado, al existir más cantidad, pero en la medida de que los bonos en verdad son como billetes, tienen un precio (a parte del beneficio del interés), no habría gran diferencia en ese sentido. En ambos casos se está introduciendo más papel moneda al mercado con exactamente el mismo aumento de bienes.

¿Por qué debe una nación endeudarse emitiendo deuda pública o pidiendo prestado a un banco privado cuando podría fabricar el dinero por su cuenta?
El préstamo bancario es una estafa en toda regla, el préstamo "autoriza" al Estado a imprimir más dinero, y al banco acreedor a ganarlo de la nada. El préstamo no evita la devaluación del dinero: la inflacción, por existir más cantidad, más al contrario la agrava a causa del interés.
La realidad es que el Estado no necesita esa "autorización" de ningún banco, no necesita pagar ningún interés a nadie para fabricar más dinero.
Para Feder el único banco posible debe de ser estatal, un banco cuyo único fin es custodiar el dinero y conceder préstamos sin interés para la producción de bienes. En lugar de recaudar por intereses recaudaría participando en los beneficios, pero para reinvertirlo en la sociedad.

Feder distingue entre el capital prestamista y el capital industrial. Es el trabajador la verdadera riqueza, el verdadero creador de bienes, y no el usurero. Entendemos como trabajador tanto al obrero como al inventor, o al empresario, y entendemos como usurero al rentista.
La deuda de una nación la pagan siempre aquellos que trabajan y producen. El trabajador se convierte en el esclavo de los acreedores de la nación.
Como a principios del siglo XX, recordemos, gran parte de la población alemana había comprado bonos de deuda del estado, y para evitar su oposición masiva a estas ideas, Gottfried explica las ventajas para el pequeño rentista del quebrantamiento del interés de la deuda: el pequeño rentista es un trabajador que recibe un extra a su salario gracias al interés de los bonos en los que invirtió en su día. Pero para pagar ese interés, el Estado, como hemos dicho, aplica a todos los trabajadores y productores una serie de impuestos, tanto directos, como indirectos en los bienes que consumen.
El librar al Estado de la obligación de pagar esa deuda libraría también al Estado de la necesidad de saquear el fruto del trabajo del pueblo para pagar intereses, con lo que los trabajadores ganarían más y podrían comprar más barato, sin tantos impuestos que van principalmente destinados a incrementar el capital de los especuladores y de los que viven de las rentas. Al trabajador medio le compensaría lo que dejaría de recibir por lo que dejaría de tener que pagar.

¿Quienes perderían? Los grandes capitalistas, los grandes usureros, y aquellos que viven del trabajo de los demás.
Se ha popularizado por esa época una clase social burguesa acostumbrada desde su nacimiento a vivir del trabajo ajeno, de los dividendos de las inversiones familiares o rentas, que Feder define como un tipo humano con el que no se puede hacer ya nada, una rama del árbol que cuanto antes se corte mejor será.
En este manifiesto Gottfried no incluye en esta clase a los que viven del alquiler de bienes inmuebles, aunque en el futuro dejará de defenderlos, puesto que la ganancia proveniente del alquiler también es usura, ganancia sin trabajo.

Preguntas que pueden surgir:
Si desaparece el interés ¿la gente no dejará de invertir el dinero, acumulándolo?
Al contrario, acumular dinero debajo del colchón es demasiado arriesgado, puede deteriorarse o ser encontrado por ladrones, luego la gente lo guardará en el Banco Estatal, el cual asegura la posesión pero no el incremento, o lo invertirá en sus propios trabajos.
Desparecerá ese sueño colectivo de acumular lo suficiente para dejar de trabajar y vivir de las rentas, siendo sustituído por el único método lícito para ganar mucho dinero: trabajar y producir bienes.

¿No recurrirán las naciones extranjeras a las armas para exigirnos el pago de los intereses anulados a titulares de deuda extranjeros?
Se limita a decir que no lo cree problable.

¿Y si las demás naciones no nos siguen en la abolición del interés? ¿No quedaríamos aislados? ¿No se producirían fugas de capitales?
Feder dice que no hay razón para no hacer uso de un remedio simplemente porque los vecinos se empeñen en seguir actuando de forma enfermiza. "Vayamos delante con nuestro ejemplo liberador, y luego los demás nos seguirán".

Para mí, el aspecto de la implantación internacional es la mayor pega del método. Aunque para desmontar ante las masas este manifiesto no es necesario ni léerselo, basta mirar quién es el autor. ¿Y quién es el autor? un ideólogo cuyas ideas de "romper las esclavitud de los intereses del dinero" formarían parte del programa del partido NAZI alemán.

6 comentarios:

Ignacio dijo...

Muy bueno.

Anónimo dijo...

Posiblemente si Hitler hubiera aplicado el programa económico de Feder, las potencias capitalistas europeas no habrían esperado seis años para entrar en guerra con Alemania...

Herel dijo...

Seguro, y además la postura anti-interés estaría tan demonizada como el comunismo en USA.

Piedra dijo...

Que importa quien lo dijo ni quien lo usó. el planteamiento es brillante y si no ha sido adoptado es precisamente porque se enfrenta a intereses muy importantes, los que dirigen el mundo, nada menos.

Hitler engatusaba a las masas con discursos como este, que naturalmente después incumplía, pero la base del discurso era lo que calaba en la masa, puesto que era y es un mensaje necesario y completamente coherente.

Algún día dentro de muuuchos siglos, todo el mundo vivirá de su propio esfuerzo y los parásitos serán erradicados. (que pena no llegar a vivir para verlo).

Herel dijo...

Fíjate si es brillante y en contra de los intereses de los que dirigen el mundo, que cuando iba a postearlo tiraron Blogger por 30 horas XDDD

Piedra dijo...

Pues como cosas más raras han pasado... :)