sábado, 29 de enero de 2011

Desorientado en la nieve

Al llegar por la mañana el acceso a Canto Cochino estaba cortado, de modo que aparqué en el parking de abajo, como la mayor parte de la resignada gente.
Y aproveché que salía de ahí para cruzarme el monte que separa esta zona del río Manzanares, dejando el sendero de Quebrantaherraduras para la vuelta.

Había niebla por valles, y en movimiento, y nieve. Cuando salía el sol, las ramas de los árboles, vencidas por el peso de la nieve, se agitaban provocando una ducha espolvoreada, que hacía que lloviera casi constantemente dentro del bosque. Cuando el sol se ponía la lluvia paraba, y todo quedaba en calma blanquinegra.

El plan inicial era subir al Collado Miradero y luego bajar por el otro lado a interceptar las Zetas, pero no pudo ser. Ese plan sólo era viable yendo a tiro hecho por sendas, y sin los kilómetros extra de regalo al no haber salido directamente de Cantocochino.

Para seguir la senda la nieve me supuso un verdadero problema, ya que ocultaba las marcas y los mojones de piedras. Por otro lado, tras dejar atrás el cruce del Majadillas-Arroyo Pollo, la nieve estaba completamente virgen, no había pasado nadie delante de mí cuyas huellas pudiera seguir (que es otra opción cuando no se ven las marcas).
Milagrosamente acerté a llegar hasta "Cuatro Caminos" e inmediatamente después me perdí de la ruta: acabé donde ya temía que podía acabar, en un canchal de enormes bloques de granito que anda por ahí...
Como antes había usado huellas de vacas, perros y conejillos para buscar la mejor ruta por la nieve, decidí seguir unas huellas de cabra que ví, pero sólo me llevaron hasta donde estaban las cabras...

Tras algunas vueltas logré salir de ese laberinto, proseguí ascendiendo bajo el bosque, evitando abandonarlo (porque si te sales del bosque toca laberinto de pedrolos), hasta que se abrió un claro y ví el paredón de Las Torres... y comprendí que me había ido hacia el lado contrario, hacia el Collado de los Hoyos.

Cambié de dirección, hacia Collado Miradero, perdiendo altura poco a poco, con cada vez menos intención de subir, después de la trilla que me había metido y lo que me quedaba para regresar.
Al final intercepté el GR que hubiese querido seguir desde un principio, con sus mojones bien ocultos bajo la nieve y sus marcas blanquiamarillas más bien escasas, y ya, en lugar de para subir, lo usé para bajar... hasta que lo perdí de nuevo y hube de sacar el GPS que me señalara el waypoint que marqué antes en "Cuatro Caminos", a 200 metros estaba. Desde ahí ya era cuestión de seguir mis propias huellas... y las que se habían añadido.

Una cosa es que tenga trillada La Pedriza, y otra que me conozca las sendas, porque la mayor parte veces me pierdo voluntaria o involuntariamente (como en este caso) y acabo llegando a los sitios campo a través... El caso es que como normalmente me da igual llegar a un sitio que a otro, siempre acabo llegando... a donde sea. Y ahí está la gracia, ir barriendo zonas nuevas.

Al final fueron 19 kilómetros, tenía las manos y los pies fríos y calados, por no haber llevado escarpines ni guantes de neopreno (y eso que los tengo, pero subestimé la nieve, me llevé en cambio los guantes del Decathlon esos que valen 1 euro ;P).
La densidad de la niebla cambiaba, y así, en cosa de segundos, el sol desaparecía, se mostraba como un borrón brillante, o como un disco perfecto.
Un risco fuera de las rutas más populares
Coladas de hielo en el Río Manzanares
El bastión del Pájaro a lo lejos.
El Pájaro de lado, con La Muela en lo alto
Coníferas nevadas
Bajo las ramas, a la que hacía algo de sol, empezaba a llover nieve espolvoreada
La nieve oculta la superficie y los bordes de los grandes bloques, ralentizando el avance sobre ellos.
Momentánea escapatoria de las zonas de bloques
Un pino silvestre de una envergadura llamativa, que brota haciendo cuña entre dos bloques de granito.
El bosque en calma en la zonas altas con el cielo cubierto
Calma total
Aquí me doy cuenta, por el paredón que se levanta sobre los árboles, que me he ido hacia el lado contrario
Claro con nieve espumosa, cerca de La Bota
De regreso, me vuelvo a encontrar a la familia Cabra al completo. Además, al lado de una de las malditas marcas que estaba buscando
Un techo bajo el que descansar... pero con los pies empapados no hay ganas de descansar, sino de regresar cuanto antes y poder quitarse esos calcetines tan mojados que los lanzas contra un cristal y lo rompen.
Regresando por la senda Quebrantaherraduras y mirando hacia atrás, antes estaba allí, y ahora estoy aquí. Es una simple cuestión de tiempo.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Confieso que yo no iría ni aunque me pagasen, pero cómo me gustan estos posts :D

Toni dijo...

Un recorrido precioso...y duro a la vez.
He disfrutado con tus fotografías!

Salu2

Brie dijo...

Sigues yendo a sitios super chulos! ;)

Herel dijo...

¡Anda! ¡Una Brie!

neko dijo...

Que chulada de ruta!!! si estuviera en condiciones me encantaría hacer algo así, mientras me quedo con tus fotos, que son preciosas.

Zuviëh S.F. dijo...

Rascaste la tripa de las cabras? :D
(estaba ya a punto de recrimiarte que no había foto de las cabras, cuando las he visto :D)

Herel dijo...

Zuviëh, no.

Carmen dijo...

Muy bonitas las fotos :)
Te paso este enlace por si te fuera interesante: http://www.espormadrid.es/2011/02/colmenar-soto-hoya-manzanares-una.html

Piedra dijo...

Como dice mi madre: Que grande es el mundo... jeje, se da uno mas cuenta cuando se pierde, pero a veces es la manera de llegar a sitios que ni pensábamos que existen.