Anécdotas apócrifas de la historia
De lo acontecido al marqués de Valleperas
cuando se acercó a beber a una olmeda.
Marchaba el marqués de Valleperas por sus dominios, a lomos de su caballo bayo y acompañado por un pequeño séquito, cuando, sediento, encarriló hacia una olmeda en la que nacía una fuente, y a cuya sombra se hallaba un muchacho harapiento y de cara sucia.
-¿Cómo os llamáis, muchacho?
-Fidedigno, hijo de Fidedigno.
-¿Y de qué villa sois?
-De Villatocino.
-¿Trabaja vuestro padre en mis campos?
-Así lo dice su contrato.
-¡Sin duda cuando crezcáis seréis tan buen trabajador como vuestro padre!
-Sin duda lo seré, en estos campos o en aquellos de más allá, ¡pues qué remedio me queda! Ser un inútil es un lujo sólo permitido a la gente como vos.
...
A la vuelta a su palacete le esperaba allí su amigo el marqués de Fuencigüeña de la Peña, que había venido de visita, y escuchó divertido la anécdota.
-¿Así os respondió el zagal? ¡Ja ja ja! ¡Sin duda le daríais un escarmiento, mi buen marqués!
-De ello se encargaron mis lacayos, ¡hasta para dar escarmientos soy un inútil!
-No os atormentéis, pues al menos valéis para hacer a vuestros lacayos sentirse útiles.
1 comentario:
Jajajaja estoy acabando "El hereje" de Delibes y creo que has clavado el lenguaje de la época :D
Sigo con las otras dos partes.
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