Me volvió a pasar lo mismo que con la cueva del Ave María de La Pedriza. Venga a buscar cada vez que pasaba por la zona hasta que al final ví una foto en internet, y resulta que era una covacha que ya conocía de antes. Yo me imaginaba otra cosa... más cueva.
En este caso era una covacha en la que entré la primera vez que descubrí la zona, y en aquella ocasión me pareció que se cegaba cerca de la entrada. Hoy trepé más hacia el embudo final, un tubo en rampa con una colada arcillosa, y salió a la luz un quiebro con un agujerín en el techo, suficiente para que cupiera una persona. Así que pa' dentro, o más bien pa'rriba.
Esta cueva está documentada en el catálogo de cavidades de Madrid con una detallada información que se limita a exponer que se encuentra en tal municipio, y luego un "sin datos".
En internet se encuentra más información... que delimita un poco más la zona donde cae, lo que no me sirvió de mucho, habiendo yo descartado la cueva buena.
También tiene su leyenda ridícula, y sus historietas de que tiene kilómetros de longitud, lo típico, que metieron un perro por ella y salió por el otro lado del monte. Cuando escuchas una leyenda de éstas ya te puedes imaginar cómo es la "cuevecita": un agujero estrecho en el que nadie se ha metido y sobre el que todo el mundo especula.
Tras verla por dentro, no dudo que tenga kilómetros, pero es todo diaclasa, gatera y tubo, un trazado "
reptilíneo". De modo que la cuestión es hasta qué punto dejará de caber una persona, teniendo en cuenta que también tiene que volver hacia atrás.
Me interné unos 20 metros, sin muchos problemas: una sala alta y estrecha, una gatera, un pasillo estrecho, y hasta llegar a un punto donde la única continuación posible era bajar por un pozo ojival con el diámetro justo para encajar el pecho y sacar los brazos. Y yendo solo no me atreví sin saber si más abajo podría cambiar de posición o tendría que hacer contorsionismos analizando el perímetro con los pies. Porque esa es otra, por un pozo vertical no bajas de cabeza, y descendiendo de pié no se ve un carajo.
El problema de bajar de cabeza es que no sabes si vas a poder dar la vuelta en esa estrechez. Caso de quedarte atascado o apurado, con la cabeza abajo difícilmente podrás trepar hacia atrás, y en poco tiempo, en esa postura, la presión de la sangre en el cerebro te hará perder el conocimiento y morir.
De modo que en espéleo uno sólo se mete de cabeza por un agujero vertical o inclinado cuando sabe con seguridad que al otro lado continúa... o cuando tiene quien le saque por los pies desde atrás. Pero como norma general: nunca.
En cualquier caso me ha gustado, cueva húmeda en caliza, cerca de Madrid, y con un misterio que resolver sobre su posible continuación.
El suelo está pulido o recubierto por una fina capa terrosa, lo que supone mucha comodidad a la hora de arrastrarse. Cuando hay pedruscos sueltos duele.
Dentro escuchaba latidos, y eso que yo estaba muy tranquilo. Me puse la mano en el pecho para comprobarlo y nada, como el corazón de un muerto. El caso es que se escucharía porque era el único sonido que había ahí dentro, no había más, y parecía que los latidos provenían de la cavidad. Es inquietante esa sensación.
Me ha pasado otras veces, en espacios pequeños, tu corazón es lo único que escuchas en medio del silencio absoluto, pero como si proveniera de fuera.
Tras atravesar el agujerín se accede a la sala más alta
y húmeda de todas, por aquí se filtra el agua de la
superficie formando algunas coladas con venas.
Casi el final del recorrido, donde el túnel se bifurca, aunque
sólo una dirección tiene probabilidades de ser la continuación.
Esta zona es la más profusa en grabados, donde los visitantes
han ido dejado su nombre raspando la caliza.
(ese murciélago no sé de dónde ha salido)
Minitúneles que se ciegan de inmediato.
De haber continuación, es ésta: un tubo descendente, por el que no osé dejarme caer.
Esta galería tiene un pase sencillo: por abajo caben las piernas, y por arriba el cuerpo doblado. Es como los ropecabezas estos de los bebés que son un bote con agujeros triangulares, circulares, cuadrangulares y estrellados, por cada uno de los cuales hay que introducir la pieza correcta.
La misma galería iluminada con el LED, sin flash.
En otra covacha de la zona encontré esto:
rica miel natural, custodiada por las abejas.
Luego me fui a otro lugar donde sabía había murciélagos. Ya han nacido los murcielaguines de este año y había muchísimos grupos de jóvenes apiñados los unos contra los otros, formando rosetas.