periódicos viajeros

Es curioso cómo viajan los periódicos gratuítos por el metro. La gente los recoge para leer en el trayecto, otros se los guardan, algunos acaban en la basura. Una señora recoge uno de la papelera para ojearlo. Llegado a su estación, un hombre tira el suyo con un sonoro golpe sobre un banco del andén, la chica que iba detrás lo recoge inmediatamente.

Y su historia no terminará aquí, algunos llegan a los lugares de trabajo, donde se repite el ciclo: la gente los lee y se deshace de ellos en cualquier sitio, del que lo retira el próximo que pasa.

Por la tarde ya están todos sobados por múltiples manos y se han posado sobre sus páginas otros tantos pares de ojos. Están desencajados, con páginas arrancadas, crucigramas hechos. Ya nadie los quiere, su efímera vida ha caducado, están desfasados, ya nadie los recoge.

Pero por un día, esos papeles han pertenecido a mucha gente.