Esta Semana Santa estuve en Cantabria, provincia con más de 9.000 cuevas registradas.
Hicimos dos cuevas para principiantes, sin ninguna dificultad. La de la mañana estaba en las proximidades de la gran Conventosa, una caverna de 32 kilómetros de desarrollo en horizontal y que se distribuye en 5 niveles abarcando 815 metros en vertical bajo la montaña de caliza.
Pero, como digo, entramos en otra cercana, de un kilómetro aproximadamente de profundidad, de altos techos que en algunos momentos apenas eran perceptibles con los proyectores de los cascos. Podrías sentirte como en un planeta alienígena sin sol con un poco de imaginación.
Me apunté con unos amigos a un programa de actividades organizado. A su vez, estos trajeron otros amigos, y además, estábamos con un grupo de más personas, alojados todos en el mismo hotel. Lo cual está muy bien, en poco tiempo se forma un mini Gran Hermano, con grupillos, chismorreos, cotilleos...
Está muy bien eso de convivir por unos días con gente desconocida de la que vas averiguando cosas.
La segunda cueva era menos vistosa que la primera, quizá debido a que estaba muy erosionada por el agua: los grandes bloques del techo se habían desprendido, aplastando toda la decoración de estalactitas y estalagmitas, que si bien se podían apreciar en algunos tramos, o mirando por debajo de algún bloque. Por el suelo corría una fina película de agua casi constantemente, cuando no se formaban lagos subterráneos de agua cristalina. Nuestra ruta por esta cueva terminó en un río subterráneo. Para continuar habría que introducirse en el río e incluso bucear para salvar tramos bloqueados... hasta la siguiente bolsa de aire. Lógicamente nada para un grupo de domingueros.
La temperatura en el interior de las cuevas se mantiene estable, y es aproximadamente la media del exterior a la largo de las estaciones. En este caso unos 12 grados centígrados. El silencio es absoluto, salvo por el jaleo que montó el grupo al entrar.
Al llegar al final de la primera cueva, el guía nos pidió que apagáramos las luces y nos calláramos, para poder sentir la verdadera atmósfera de la cueva... y en esos momentos, siempre tiene que salir el gracioso de turno a decir algo para romper ese silencio.
Me encanta esto de explorar el subsuelo, desaparecer de la superficie, adentrarte en un lugar a donde no llega ni la contaminación lumínica ni el sempiterno ruido de fondo del exterior.
Curiosas formas de estalagmitas.
En el centro una mujer (de larga melena hasta los
pies) intentando alzarse para recoger un fruto .
En el centro una mujer (de larga melena hasta los
pies) intentando alzarse para recoger un fruto .
Los inquilinos de las cuevas estaban durmiendo, mientras los
domingueros les molestábamos y les echábamos flashazos.
domingueros les molestábamos y les echábamos flashazos.
6 comentarios:
Tiene muy buena pinta lo de las cuevas aunque yo no podría hacerlo, mardita claustofobia. ¿Y el gran hermano que?
El Gran Hermano se quedó en la pista de despegue; sólo fueron cuatro días, y no dió tiempo al cambio mental.
Tiene una pinta genial. Siempre me han atraido las formaciones kársticas.
Por cierto el bichejo tiene una cara de cabreado por despertarle que no veas.
Qué chulo!
Dan ganas de ir, eso sí que son unas vacaciones diferentes
Jobu, ¿haces tú espeleología? Estoy pensando en hacerme el curso, en Cantabria son 3 fines de semana, aunque miraré también en Soria que me pilla más cerca.
Los murciélagos al principio estaban tapados con las alas, pero algunos empezaron a asomar la cabeza y a moverse con el jaleo. Los pobres...
Taza, y mira que no me hacía a mí esto de los viajes organizados, pero ha estado muy bien.
Espeleología que va como mucho lo que me gusta es andar por el campo. Pero siempre me gustarón las cosas desconocidas y las formadadas por el paso del tiempo y las cuevas tienen esas dos cosas. Nunca he tenido la oprtunidad de ir a ninguna.
Si vas a Soria en verano tienes que ir a la Laguna Negra y bañarte. Es un lago glaciar y el agua está helada. No te pierdas también los bosques de Sabina.
Un saludo.
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