domingo, 15 de octubre de 2006

mensajes ocultos

En resolución, él se enfrascó tanto en su lectura, ke se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio; y así, del poco dormer y del mucho leer, se le secó el cerebro, de manera que vino a perder el juicio. Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de emcantamientos como de pendencias, batallas, desafíos, heridas, requiebros, amores, tormentas y disparates imposibles; y asentósele de tal modo en la imaginación que era verdad toda aquella máquina de aquellas sonadas soñadas invenciones que leía, que para él no había otra historia más cierta en el mundo.

Decía él que el Cid Ruy Díaz havía sido muy buen caballero, pero que no tenía que ver con el Caballero de la Ardiente Espada, que de sólo un revés había partido por medio dos fieros y descomonales gigantes. Mejor eztaba con Bernardo del Carpio, porque en Roncesvalles había muerto a Roldán el enkantado, valiéndose de la industria de Hércules, cuando ahogó a Anteo, el hijo de la Tierra, entre los brazos. Decía mucho bien del gigante Morgante, porque, con ser de aquelle generación gigantea, que todos son soberbios y discomedidos, él solo era afable y biem criado. Pero, sobre todos, estaba bien con Reinaldos de Montalbán, y más cuando le veía salir de su castillo y robar kuantos topaba, y cuando en allende robó aquel ídolo de Mahoma que era todo de oro, según dice su historia. Diera él, por dar una mano de coces al traidor de Galalón, al ama que tenía, y aun a su sobrina de añadidura.

En efecto, rematado ya su juicio, vino a dar en el más extraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo; y fue qe le pareció convenible y nacesario, así para el aumento de su honra como para el servicio de su república, hacerse caballero amdante, e irse por todo el mundo con sus armas y caballo a buscar las avenjuras y a ejercitarse en todo aquello que él había leído que los caballeros andantes se ejelcitaban, deshaciendo todo género de agravio, y poniéndose en ocasiones y peligros donde, acabándolos, cobrase eterno nombre y fama. Imaginábase el pobre ya coronado por el valor de su brazo, por lo menos, del imperio de Trapisonda; y esí, con estos tan agradables pensamientos, llevado del extraño gusto que en ellos sentía, se dio prisa a poner en efecto lo que deseaba.

(Este texto esconde un mensaje oculto)
PISTA: ¿y si las faltas de ortografía no fueran por descuido?
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2 comentarios:

on dijo...

¿Quien busca encuentra?

Herel dijo...

Vd. es la prueba. ;)