Domingo 11 de Septiembre de 1994:
Llegué a una vivienda unifamiliar con un jardincillo a la entrada sin vallar; un camino de pizarra conducía a la puerta de entrada; al otro lado estaba el río Manzanares; la casa era de J.M. Me puse a excavar en el camino y encontré unas monedas españolas que no tenía en mi colección, excavé luego en otra parte del camino y encontré muchas más. Cogí las que no tenía y las de 500, pero dejé las de 100. Encontré una de 10 del 33. Luego intenté excavar por otros sitios pero había piedras.
Volví a taparlo todo, me alejé hasta la barandilla del río (que estaba canalizado), junto a un paseo de arbolillos finos y bancos, y pensé que le devolvería las monedas de 500 ptas al río.
Estaba haciendo windsurf en un lago; aunque era de día se veían las estrellas en forma de pequeñas espirales luminosas (como galaxias), que oscilaban y se empezaban a convertir en remolinos; entonces sentía que venía una tormenta. Puse rumbo a tierra, y allí estaba mi padre.
Fuimos a un partido de fútbol; el estadio estaba lleno de indígenas amazónicos. Me llamó la atención uno que llevaba de la mano una niña también indígena, andando por una banda del campo de juego. Hicieron ademán de entrar en una portería cuando un equipo iba a meter gol en ella, pero no lo metieron; y siguieron caminando por la banda hasta pararse a ver el partido en un lateral. Antes les habían echado. Yo, también dentro del campo, me desplacé hasta detrás de la portería contraria.
Ví a mi padre a través de una rendija en una pared, jugando a las máquinas tragaperras; junto a mí había una. Mi padre me dijo que jugase, yo le grité : "¡Papá, en las tragaperras siempre pierdes!". Él empezó a lanzar monedas desde las rejas de la rendija, y una acertó a colarse por la ranura de la máquina: ganó y salieron más monedas. Las cogí y cuando me reuní con él le dije que estaba bien, porque había conseguido monedas españolas que no tenía en mi colección.
Iba a la parada del Circular, estaba mi madre con mi prima V. Subimos al autobús (que era como una ruta de colegio); yo me senté en el último asiento antes de la puerta trasera, con V y mi madre delante.
Fuí al hospital a recoger un bebé (que se suponía que era mi hijo), que se fue transformando en un gatito; lo metí en una bolsa. Volví junto con mi hermana y mi padre; al ir a cruzar un puente tuve problemas pues la acera estaba obstruida por obras, y había que pasar arrimado al tráfico, y los autobuses casi te tocaban. Miré a la bolsa, el bebé (el gatito) estaba triste; sonreí y sonrió. En cuanto pude me metí por una calle a la derecha; corrí por un paisaje que empezaba a transformarse, con cuevas entre rocas marroncejas, tierras pardas, arbolillos en la lejanía.
La bolsa con el gatito empezó a darse golpes mientras corría; atravesé a la carrera una cueva repleta de una especie de hombres-mono (ahora parecía que estaba jugando a un juego de ordenador y avanzaba a saltos).
Pasé ese lugar corriendo, pero a la salida había otros seres, más parecidos a Gremlins... que esos sí que te atacaban.
Tras superar un par de cuevas más como ésta, llegué a una ciudad que parecía estar siendo arrasada; la gente corría en camisón. Apreté la tecla de giro y la pantalla se puso a girar (estaba jugando a un juego de ordenador); entré por un portalón y seguía dando vueltas.
Observé un paisaje con una montaña nevada. Volví varias pantallas atrás y en una de las cuevas (que ahora estaba limpia de enemigos) encontré a M, que también estaba jugando como yo; me dijo: "He encotrado el duro", a lo que le respondí: "Yo no lo tengo, pero tengo una llave que puede servir aquí" En el suelo había un candado unido a la pared con cadenas; pero no probé la llave, sino que salí fuera de la cueva por el otro extremo y observé que había una nueva entrada: un laberinto azulado, de ladrillo. No entré pues M. me había dicho que; "Jo con los monstruos, te los matabas y volvían a salir".
Seleccioné la espada y me metí por la cueva de M.; empezó a salir agua (por lo visto antes no salía pues había seleccionado el "agua"). Me asomé por una puerta y ví un montón de esqueletos vivientes. La cerré enseguida.
Viernes 16 de Septiembre de 1994:
Iba por los soportales de la Plaza Mayor, cuando me salió un navajero por detrás. Empecé a correr, había escaleras. Mi padre pasó corriendo en dirección contraria, cruzándose con nosotros. El navajero se detuvo un momento, como disimulando, dijo "Buenos días señor", y luego siguió persiguiéndome. Entonces en lugar de huir me dí la vuelta y corrí a la contra, al encuentro del navajero; le sobrepasé y no me hizo nada, al contrario: empezó a huir. Le perseguí.
Entramos en una tienda, el navajero era ahora un pequeño y veloz trasgo que se deslizaba por la barandilla de la escalera o por el borde de las estanterías. Se escondió; descubrí su escondite, pero huyó de nuevo veloz como el rayo.
Estaba con dos más jugando a coger ramitas. Para ello las lanzábamos y las cogíamos. Éramos una especie de pollitos, o los controlábamos con la mente. El paisaje era una gran cuesta con altos pinos, como en la montaña.
Sábado 17 de Septiembre de 1994:
Estaba en la sierra, iba con mi primo M, había algo por la carretera (donde suelo patinar)... Era de noche, llevaba un ordenador. Me mandó mi padre a comprar nosequé; me monté en el coche de mi madre, pero enseguida vino ella para conducir.
Entramos (toda la familia) en una frutería; le dije a la frutera que quería las manzanas amarillas; ella partió dos verdes y nos las dió para probar. Yo le dije que AMARILLAS; me dijo que no tenía; le señalé unas que había allí, y me dijo que estaban mal pues no habían sido fumigadas.
Mi madre compró frutas; le dije que comprara también uvas, piña y cereales. Respecto a esto último, me dijo que la había puesto en ridículo al elegirlos.
Me senté junto a mi padre en unas sillas. Tras un mostrador había un hombre que estaba negociando algo con él; nos sirvió agua, licor, y "leche cortada" (que era una especie de gazpacho). Luego una mujer con una jarra me sirvió más "leche cortada", pero ésta estaba peor triturada y se veían trozos de pimiento (también tenía piña). Por alguna razón nos trasladamos a otra mesa rendonda, como de un bar. Me había dejado mi "leche cortada" en la barra; cuando fuí a recogerla estaba mi hermano examinándola, y le pegué un grito para que se apartara.
Estaba en el salón de mi casa, había muchos conmigo J, F,... Íbamos a jugar al baloncesto en el salón, pero yo dije: "No, no se puede jugar al baloncesto en el salón".
Estaba en una zona turística hindú; había colchones en los que la gente se tumbaba a tomar el sol o a hacer ejercicios; también había elefantes. Me tumbé sobre un colchón, y luego fuí a la piscina (con gafas de bucear). El agua era marrón, me hice un largo ida y vuelta a espalda; luego estuve con un enano que me empujaba al agua (yo me dejaba fingiendo que me podía, aunque sabía que él no se lo creía). Buceé, ví a la gente bañándose vestida (la mayoría). El fondo de la piscina estaba lleno de claroscuros, donde se veían peces, arañas, cangrejos, culebras...
Cornicabras
-
Las laderas de los montes están cubiertas por un bosque bajo de encinas y
cornicabras, que en esta época del año salpican de ocres y rojos el
paisaje. En l...
9 comentarios:
HOSTIASSS, QUÉ RAYADA NO??? JAJJAJAJJAJAJA POR AQUELLOS AÑOS ERAS MUY FANTASIOSO.
Y ahora también lo soy, pero los sueños son un punto y a parte en la forma de trabajar del cerebro.
eso está muy bien. Una vida sin fantasía, sin imaginación, sin locura...¡QUÉ COÑAZO!
¿y con tanto detalle te acuerdas? lo digo porque yo suelo acordarme mucho de los sueños pero nunca hasta ese punto. He de decir que mi favorito, claramente, es el del navajero, especialmente el punto en el que el tipo se pone a disimular...
Se olvidan a gran velocidad en cuanto has abierto los ojos. Pero por esa época me dió por apuntarlos, y lo primero que hacía nada más abrir un ojo era correr a escribirlos, con la hoja y el bolígrafo ya preparados. Y algo se puede rescatar.
:)
Este verano apunté unos cuantos, pero sólo duré una o dos semanas. Escribir recién levantado con los ojos medio cerrados resultó bastante duro para mí XDD pero prometo volver a intentarlo.
Aguantar dos semanas escribiendo ya es todo un récord!
No sé si será mi impresión, pero después de esas semanas empecé a controlar un poco más mis sueños. Es raro, pero parece que al reflexionar sobre nuestros sueños, podemos luego tomar algo de "consciencia" en ellos, quizás porque los sueños están relacionados con lo que pensamos a lo largo del día...y claro, si pensamos en sueños soñaremos con sueños XDD sería algo así como metasueños (sueño sueño sueño, que sueño me ta entrando, zzZZzz :D)
Sí, al igual que si te acuestas con un problema, al soñar seguramente lo intentes resolver de forma desquiciante y se convierta en pesadilla, pero de las que dan nombre a la palabra: de las pesadas pesadas. :D
A mí me gustaba ver firmamentos estrellados oníricos, y antes de acostarme, cuando estaba en la sierra, me subía al ático y clavaba la vista en el cielo intentando hacer un fotografía mental que luego sirviera de base para el sueño. Pero es que los firmamentos de mis sueños eran alucinantes, se veían más cosas que las que hay en la realidad.
Publicar un comentario