viernes, 6 de octubre de 2006

contagio hilarante

-Bien, ¿qué ha pasado?

-Tenemos a más de dosmil personas presas de un ataque de risa, y no pueden parar. Hemos acordonado la zona pues el efecto se estaba extendiendo a gran velocidad, y los hombres que han entrado a intervenir han acabado infectados también. Hemos bloqueado calles colocando barreras para evitar que nadie salga del perímetro de contención. Se han cortado las líneas de teléfono y la cobertura de satélites en la zona, también, para evitar posibles propagaciones vía telemática.

-¿Y cómo empezó todo?

-Según el único testigo que tenemos, que por una misteriosa razón no fué afectado pese a haber estado en contacto con la risa desde el principio, todo empezó en una parada de autobús: un hombre leía el periódico de forma aparentemente normal, cuando de pronto empezó a sonreir apretando los labios. Según las propias palabras del testigo, los ojos lacrimosos parecían querer salirse de las cuencas en los primeros momentos de autocontrol a la vez que se movían en todas las direcciones, se mordía la boca, exhalaba aire por la nariz entrecortadamente, se apretaba la mandíbula con las manos, se retorcía intentando ocultar el rostro en el regazo... Hasta que no pudo más y estalló en carcajadas.
Los que estaban alrededor, mirando con curiosidad la escena, empezaron a reirse, cada vez más descontroladamente hasta que se vieron privados de voluntad para parar. La onda expansiva se fue propagando a medida que las personas presas de la risa entraban en contacto otros viandantes. Todos aquellos que observaban a alguien partiéndose de risa acababan de igual forma. El número de afectados crecía exponencialmente, y pudo contenerse a tiempo gracias a la llamada de aviso de nuestro testigo.

-Vayamos hacia allá, y tráigame al testigo.

-Pero antes tome estos tapones para los oídos, sus risas se escuchan desde el otro lado de las barreras y hay peligro de contagio acústico... Éste es el testigo.

-¿Pudo usted llegar a ver lo que ponía en el periódico en el momento en el que ese hombre empezó a reir?

-Por supuesto, hablaban de un tal X que ...

-Pffff ggggg, ggrrllrl juaaaaa grgrgrr... ¿y no le... jajaja... hace gracia?...

-No, no tiene ni pvta gracia, X soy yo.

3 comentarios:

ignatiusmismo dijo...

¿Qué decía el periódico?... ¿Lo de la serie de Ana Obregón?

Achi dijo...

Al principio prometía, incluso parecía que habias leido a Saramago.

Me ha dejado incoclusa, aunque escribes bastante bien.

SALUDOS

Herel dijo...

Ignatius, pues no sé lo que decía, de saberlo quizá estaría ahora en pleno ataque de risa.

Chanchiss, gracias por la crítica y por el piropillo. ;)