domingo, 16 de julio de 2006

marionetas

Entre las populosas callejuelas del barrio comercial aledaño al palacio, actuaba en el hueco que se logró hacer entre un vendedor de alfombras y un alfarero, un viejo titiritero que daba vida, junto con su joven ayudante y aprendiz, a dos marionetas que compró en uno de sus viajes a la Europa occidental.

El titiritero elaboraba ingeniosas tramas con mucho humor, que divertían a niños y a adultos; era vital atraer la atención de los adultos también, pues los niños no dejaban dinero, y él y su socio vivían de eso.

Por las noches, antes de dormir se pasaba por alguna taberna. Invertía muy bien el dinero que se gastaba en bebida, pues aquella posición le acercaba a lenguas sueltas por el alcohol que revelaban todo tipo de cotilleos e impertinencias. Ahí aprendía las cosas que le importaban a la gente, las cosas que les hacían reir, y las cosas que les hacían llorar.

Aquel día arriesgó, y triunfó, el corillo inicial fue creciendo a medida que corría la voz, y la gente se agolpaba, se apretujaba por atisbar o al menos escuchar aquella actuación tan morbosa. Las propinas fueron tan valientes como su discurso, y es que había osado parodiar al sultán, había hecho una hilarante representación del gran sultán cobrando impuestos para subvencionar sus caprichos ridículos.

Y cuando el espectáculo terminó, y el populacho se disolvió, un destacamento de soldados permanecía allí. También habían disfrutado y se habían reído, así que echaron unas moneditas... y acto seguido detuvieron a los artistas y requisaron la recaudación.

-¡Es insultante!, nadie puede osar reirse así del sultán y salir impune.
...
-Yo sentencio que los culpables de esta parodia ridícula deben morir.
...
-¡Mañana por la mañana esos dos indeseables serán sacrificados en honor a la grandeza del sultán!

A la mañana siguiente, el titiritero y su ayudante abandonaban la ciudad alicaidos y tambaleantes. Mientras tanto, a las puertas del palacio, el populacho presenciaba el sacrificio de las dos marionetas que habían osado burlarse del sultán.


Relato perteneciente a este juego.


NOTA:
Como vuelvo a ausentarme, dejaré el blog en modo moderado, es decir, se podrá comentar pero los mensajes no aparecerán hasta que regrese y les dé salida.
La verdad es que aunque todavía no me he ido, estoy deseando regresar, porque deseo mucho tener el gatito, va a ser como tener un hijito; le tendré que enseñar muchas cosas: a ser limpio, a que me entienda... y aprenderé muchas cosas de él a la vez. Ya no viviré solo.

[actualización 27 de Julio 2006]
Ya he soltado los mensajes retenidos y vuelvo a desmoderar.

11 comentarios:

Eulalia dijo...

Me gustan las historias que al final me obligan a sonreir.
Un beso.

Marga F. Rosende dijo...

Pobres marionetas....y pobres titiriteros que se quedaron sin ellas. Un beso.

aiyana dijo...

Muy buena la historia...

Feliz viaje, feliz verano, y guerve pronto ;)

Otratazadecafe dijo...

Aysss, te podrías haber decidido antes, así habrías podido adoptar a una de las mías :P
Verás cuando la tengas... vas a parecer un papá primerizo.

on dijo...

suerte con el tigre

Luciernaga dijo...

me gusta. mucha imaginacion. muy bonita

Luciernaga dijo...

Bonito con imaginacion. Me gusta

Bito dijo...

Jjajajaj Tan gracioso el final como su retoque de la foto...

P.d. al final el gato ¿lo comprará o recogerá uno de perrera o gatera o como se llamen esos sitios?

rAnita nOe dijo...

por lo menos acaba bien!!! cosa dificil con esas palabras..
felicidades por lo del gato, a mi me encantan!! seguro que te hara mucha compañia..

besos.

Alholva dijo...

Muy bueno!

Me gusta el giro que le has dado al final.

cielodescubierto dijo...

Vaya,... un buen final para una historia que no pintaba tan feliz para el titiritero...

Me ha dejado un regusto a sonrisa y me ha gustado :)

Un saludo.