domingo, 5 de marzo de 2006

terror onírico


Nos condujo la anciana hasta la puerta que se abría al salón de la casa - nos iba a mostrar su mascota. Abrió la sencilla puerta y aguardamos: el otro a la derecha; la anciana en frente; y yo a la izquierda, contemplando la mancha de oscuridad de la habitación de la que tenía que salir algo. Mi atención se concentraba en ese umbral recortado por una cortina de misterio, y cuanto más tiempo pasaba, más trabajaba mi imaginación y mi miedo. Empecé a recular hacia atrás, alejándome un poco de la puerta por lo que pudiera salir de allí. Lo que inicialmente era una mascota, ahora era una criatura. Detrás de mí había un sillón, pero desapareció de mi camino cuando seguí reculando poniendo más distancia de seguridad entre esa puerta y yo. La criatura que tenía que salir ahora era un monstruo.
Retrocedí hasta el final, hasta tocar con mi espalda la pared en la que había unas ventanas cubiertas con cortinas y dos interruptores, azulado y anaranjado: como la luz de la sala me parecía insuficiente para lidiar con lo que podía venir, pulsé primero uno y luego otro, pero lo único que conseguía era apagar lámparas, nunca encender más.
Y de pronto todo se apagó, pensé que habría pulsado sin querer ambos interruptores con el codo, de modo que volví a pulsar, inútilmente porque parecía haberse ido la luz. La sala quedó tragada por una penumbra azulada en la que se distinguían siluetas negras: podía ubicar la puerta, a la anciana y al otro que venía conmigo; no se habían movido de su posición.
La falta de visibilidad disparó mi terror, e hice un razonamiento cinematográfico: el monstruo sale cuando se va la luz, cuando los protagonistas no le pueden ver, luego va a salir ahora. La forma del monstruo cambió entonces en mis miedos: si bien con visibilidad un monstruo terrible sería uno enorme y ruidoso; en la oscuridad, el monstruo más terrible era uno pequeño y sigiloso. Le grité a la vieja, con desesperación, que cerrase la puerta, que iba a salir... y ella la cerró, pero reaccionó muy lentamente, demasiado lentamente, tanto que le dio tiempo a mi terror imaginativo a recrear una forma, como de un mono, que salía por la puerta y se situaba en medio de la sala. Lo mismo se marchaba, que lo mismo se acercaba a mí, y yo me sentía paralizado porque no me veía con posibilidades ante una criatura capaz de ver en la oscuridad.

Y finalmente quedó el terror de la incertidumbre: la puerta se ha cerrado, pero no sé si la criatura ha quedado dentro o ha salido fuera; puede haber salido sin que ninguno de los presentes haya podido percibirla.
A partir de ese momento ya no podré vivir tranquilo y seguro. Aunque si estuviera fuera, las posibilidades de acabar con el miedo serían mayores pues en algún momento podría localizarla y confirmar mis sospechas, ubicarla y verle la cara; quizá no fuera tan temible. En cambio, si estuviera dentro, jamás podría localizarla, ni verle la cara, ni saber si es una amenaza para mí, y lo que es más importante: ni saber si está dentro o fuera, y la incertidumbre se prolongaría hasta la eternidad.

5 comentarios:

Otratazadecafe dijo...

Vaya sangre fría la tuya, eso de pararse a pensar en plan cinematográfico... Yo me habría puesto a dar gritos como una loca histérica y la bestia, monstruo o lo que fuese que había ahí dentro, me habría comido seguro.
Aunque, ahora que lo pienso, en casi todas mis pesadillas cuando voy a gritar no me sale la voz, qué angustia...

Herel dijo...

Y cuando quieres correr, te mueves demasiado despacio o no logras sincronizar piernas y brazos, o no avanzas...
Pero en el fondo, en los sueños tú mandas (por eso me gustan tanto, salvo cuando son angustiosos y parece que se te ralla el disco la cabeza y no sales de una situación); basta con que se te ocurra el absurdo razonamiento de que masticar hojas de roble sirve para volar, para que con todo convencimiento mastiques hojas de roble y empieces a volar, con naturalidad, de toda la vida es así. :D

aiyana dijo...

Pues yo en mis sueños en los angustiosos en lo que lo que está pasando depende de una llamada que yo tengo que hacer por telefono... es literalmente imposible que marque bien los numeros... lo intento una y otra vez hasta que me despierto

César dijo...

Con un demonio, Herel, tu narración se me estará presentando en dos o tres pesadillas. En verdad me causaste escalofríos. Deberías escribir guión de cine, que hace mucho que una peli no me causa nada parecido.

Ah, una sugerencia.

Herel dijo...

Bueno, si se te presenta la situación en una pesadilla, acuérdate de llevar una linterna, e intenta averiguar qué era al final la criatura, y me lo cuentas... si sobrevives, claro. :P