sábado, 21 de enero de 2006

Nino Bravo



Mis padres no son melómanos, en mi casa no había colección de discos ni cadena para escuchar nada que no fuese la radio, hasta que alguno de los hermanos se compró una. La únicas cintas estaban en el coche, para escuchar en los viajes largos. Eran las típicas cintas compradas en gasolinera (useasé: los mejores chistes de Eugenio); las cintas de bandas sonoras de películas que regalaban con el suavizante Bernel; o cintas que algún amigo (el típico amigo que se esfuerza en hacerle una lista de bodegas en Sevilla a una persona que sólo bebe por compromiso) había grabado. En el colegio una vez nos hicieron una especie de test, y en una de las preguntas debías de poner la música que te gustaba, los grupos que te gustaban; miré a mi amigo Miguel -que estaba al lado- con intenciones de a-ver-qué-escribe-éste, y recordando las jornadas que pasábamos juntos matando marcianos, finalmente escribí: "la música del ordenador", pusimos lo mismo. Porque, sinceramente, la música y los grupos me la sudaban.

Pero volvamos al coche: entre esas cintas que ponía con despreocupación mi padre, (cuando mi madre se cansaba de cantar las canciones de la abuela por enésima vez), había canciones que empezaron a gustarme, y pensaba que las cantaba Julio Iglesias, pero no, en seguida aprendí a distinguir a Julio Iglesias de Nino Bravo. Como sólo le escuchaba cuando hacíamos viajes largos, asociaba las canciones con paisajes de autopista sobre todo, asociación que ya se ha borrado prácticamente a base de haber escuchado esos mismos temas repetidamente en otros contextos. Pero por ejemplo recuerdo que tal canción sonó una vez que estábamos pasando por tal calle de El Escorial; tal otra la asocio vagamente con un paisaje de campos amarillos.... Hay canciones que sé que si las escucho en estado sensible y soledad me van a producir daño, o un placer masoquista; me van a provocar vértigo, sensación de pérdida; pues el pasado, sea bueno o malo, nunca vuelve, es La Muerte.

En cuanto empecé a poner la radio por iniciativa propia (por cierto, vaya cacharro cascao de radio con grabador de casete que me agencié, no recuerdo de dónde la sacaría), sintonizaba emisoras musicales en modo busca-tesoros, ávido por descubrir, escuchando y hallando contínuamente canciones sueltas que ¡me gustaban mucho!. Tenía siempre la cinta preparada para grabar cuanto me gustase y quedarme con el nombre del grupo, si lo decían, o para posteriormente preguntar por ahí: "Oye, sabes de qué grupo es una que dice güen ai chus güaaan tu wí chu flaaaai...".
Continúe el proceso de asociar cada canción con el estado de ánimo y el lugar, el capítulo de mi vida que dicurría cuando la estructura de esa canción se me grababa. A la vez que me invadía la canción, se me grababa con ella lo que mis ojos veían y lo que mi cabeza pensaba, todo juntito en un mismo paquete multimedia.

Era un buen sistema para capturar el pasado, pero un sistema que cuanto más se usaba más se gastaba. Me ponía una canción cargada de imágenes pretéritas e inmediatamente volvían a mi cabeza las sensaciones de la fecha de grabación de la canción en mi cerebro, pero a la vez esas sensaciones se emborronaban con los nuevos datos del contexto de la escucha del presente. De modo que a cada escucha, la grabación sensorial original se hacía más y más confusa, más ruidosa, menos clara. Como un disco de vinilo que se ralla con la aguja y pierde calidad cada vez que lo pones. Canciones que me decían mucho ya no me dicen nada, las he quemado.
Pero Nino Bravo es uno de los que siguen sin estar quemados, quizá se hayan borrado los vídeos del pasado, pero sigo aguantando escuchar de seguido sin pestañear sus tres CDs de la discografía completa mientras trabajo, será cierto eso de que el único amor es el primero.
Y no, no voy a ponerme ahora a escuchar a Nino Bravo, seguro que por bocazas ahora voy y lo quemo... aunque las canciones quemadas tambien pueden renacer de sus cenizas, transcurrido el tiempo adecuado.

6 comentarios:

Irea dijo...

Has sido elegido (ven a mi bitácora para averiguar para qué)

Irea dijo...

qué post -digo... entrada, entrada... jo, cómo se pegan las cosas >_< - más emotivo. :-) Me ha recordado a mi infancia/adolescencia, sólo que mis padres en vez de a Nino Bravo oían a Mocedades, a Perales, y a Carlos Cano. XD Les tengo especial cariño por eso, aunque si no hubiese sido por haberlos oído en los viajes en el coche probablemente nunca los habría escuchado.

Por cierto... ¡a mí también me gustan los Pet Shop Boys! :-D Qué peligro esto de las afinidades XD

Herel dijo...

A Perales tengo pendiende de explorarle poco a poco, porque tiene canciones muy chulas. Ahora, en general todo lo que suena antiguo despierta mi interés, porque creo que son cosas que he escuchado pasivamente ya antes en algún momento de mi vida y me vuelve un poquillo de nostalgia boba subconsciente. Los Pet Shop Boys me gustaron mucho muchísimo al principio, pero son de los que he quemado, además desde que sacaron "Very" me empezaron a parecer todas las canciones más de lo mismo. Me quedo con "Left to my own devices", ¿y tú?.

Irea dijo...

Sí es cierto que se han empezado a repetir un poco de un tiempo a esta parte. Pues la verdad es que me cuesta escoger sólo una canción. La que tú has puesto también es una de mis preferidas. Las otras serían (sin ningún orden en especial): London, Rent, Suburbia, It's A Sin, Heart, What have I done to deserve this?, E-mail, y Home and dry. Aunque quizá It's a Sin y Suburbia ocupen un lugar especial en mi "ranking" porque fueron las primeras que oí y que me llevaron a oír más canciones de los "chicos de la tienda de mascotas". ;-)

Herel dijo...

La primera que escuché de ellos, por la radio fue tambien It's a Sin, es de melodía fácil y engancha de primera oída, a los que les guste lo melódico, claro.
Y una curiosidad, mira esto, te vas a reir:
http://img128.exs.cx/img128/5945/PillosBoys.jpg

Irea dijo...

¡Qué bueno! XDDDDDDDDDDD

Al principio creí que era un fotomontaje, pero es de verdad, ¿no? XDDDDD Qué cosas