Había quedado en el carril bici de la M-607 a la altura de Canto Blanco. Llegué media hora tarde... y a la vez 10 minutos antes de que aparecieran los otros dos.
A medida que el sol se levantaba la temperatura se hacía más agradable, el cielo estaba extraordinariamente limpio, las montañas se divisaban claras desde el oeste al este, el territorio parece muy pequeño pues se abarcan con nitidez los límites de la provincia.
La nube de contaminación de la ciudad de Madrid permanecía asentada, achaparrada, sobre la ciudad y sobre el corredor del Henares, sin difuminarse enturbiando el cielo.
Los colores otoñales dibujaban claramente la distribución arbórea por especies en la falda de la sierra en función del nivel freático, desde los encinares en los altos secos, las fresnedas en las vaguadas y planicies húmedas, los robledales, y por último los pinares de repoblación entre paredes de granito.
Ladera bajo el Najara |
Antes de llegar a Soto abandonamos el carril bici y nos lanzamos cuesta abajo por el arcén de la carretera de Manzanares, hasta la primera rotonda, desde la cual partía el GR-10.
Un camino de tierra de ancho variable que discurría entre la carretera y el Embalse de Santillana, que cada tanto se veía interrumpido por un torrente de agua sin más forma de cruzarlo que tomando carrerilla y lanzándose con fuerza para llegar al otro lado. Pero a diferencia de los pasos similares del GR-124, aquí cubría por encima del eje de los pedales, de modo que acabamos con los pies calados.
En Manzanares compramos unas cosas en un supermercado y continuamos hasta un agradable rincón a la orilla del embalse para comer. Había gente de recreo por la zona: pescadores, observadores de aves y paseantes, aunque no tanta como la que atiborra La Pedriza.
Cola del Embalse de Santillana, con un calmo Manzanares en el que pescan algunas aves acuáticas |
La Pedriza Anterior, dominada por El Yelmo |
Regresamos por pistas de tierra por el monte, por el Camino de Santiago, observando al pasar por la fuente de las Liebres que la placa de la concha de Santiago había sido arrancada.
Al llegar a la carretera de Navacerrada (M-607), nos arriesgamos a tomar por un sendero en paralelo al río Manzanares, que resultó ser inadecuado para ir en bici: fuertes pendientes cortando barrancos, arena, zanjas de escorrentías, bloques de granito... parte del trayecto lo hicimos pues empujando las bicis.
2 comentarios:
Es toda una aventura lo que cuentas, creo que muy interesante poder hacer una ruta tan larga sin que ocurra nada realmente serio. Tener que pasar el riachuelo a toda caña es bastante normal cuando vas por ahí y hay agua, a mi me pasa con charcos grandes en verano que a veces no puedes vadear, pero lo importante es tener salud y fuerzas para llevar a cabo la "misión".
Ya sabes, me da mucha envidia sana, hacer deporte produce endorfinas de felicidad, así que a pesar del frío y la humedad, creo que es una estupenda salida que merece la pena.
Estuvo bien, y en las horas centrales del día el sol acompañó.
De todas formas, aunque la ruta sea larga y nos metiéramos por algunos caminos nuevos, la zona en general es familiar, y eso te da mucha tranquilidad.
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