La pirámide es un símbolo muy inspirador. Si a la forma, tanto tridimensional como plana, la dotamos de gravedad, de un arriba y un abajo, podemos representar con ella jerarquías.
¡Y la naturaleza está repleta de jerarquías!
Las pirámides faraónicas me sugieren la cantidad de espacio físico que acaparan los poderosos, y el poco que poseen los trabajadores; así como la cantidad de frutos del trabajo de los trabajadores que va al servicio de los poderosos, y la poca cantidad del propio trabajo de los trabajadores que repercute en ellos mismos.
La pirámide en sí, su proceso de construcción, y el beneficiario de todo el trabajo, son muy representativos: miles de hombres no poderosos sacrificados en vida para que un hombre poderoso viva de lujo, aun después de muerto.
La fuerza que permite tal salvajada es también piramidal, y es posible gracias a la fe y al miedo.
La fe en que el dinero, un título o una corona legitiman la acaparación de propiedades y poder.
Esta fe en que todos los demás aceptarán la validez del dinero, de los títulos y de las coronas, hace que el soldado cumpla las órdenes de arriba, pues tiene fe en que los demás harán lo mismo, y por tanto miedo a ser castigado incluso por los de su misma jerarquía si desobedece a los de la jerarquía superior.
Nadie quiere estar en la parte baja de la pirámide. Pero la base debe existir, por dos razones:
1.
La base es la que alimenta y sirve a los que no producen en proporción a lo que consumen y disfrutan, a los que están arriba de la pirámide.
2.
La base es como el infierno en la religión, el lugar al que caes si desobedeces a Dios, a los poderosos. Sirve para crear miedo y paralizar iniciativas contrarias a las leyes. Es el castigo por no tener fe, por no aceptar las leyes que sustentan el Sistema. Esto mantiene leales a la cúspide a los ejecutores de la violencia represiva más que su propia moral: un trabajo seguro, un puesto en la parte media de la pirámide.
Los soldados y verdugos golpean a los esclavos durante los trabajos de la construcción de la pirámide (*), en lugar de golpear al mierda del faraón y a su familia. No necesariamente son psicópatas, se han hecho a ello porque han encontrado una forma de sobrevivir en ese sistema infernal. La deserción debería ser masiva para que fuera efectiva. Si se rebelan de poquitos a poquitos, mientras la mayoría conserva la fe en el poder o el miedo a la fe de los demás, esos poquitos se van yendo al hoyo sin mayores consecuencias.
El que ni tenía fe en Dios ni aceptaba los dictados de sus representantes en la tierra era un hereje, castigado por la inquisición.
El que no tiene fe en el sistema de valores y poderes fiduciarios ni acepta los dictados de sus representantes legales es un delincuente o un terrorista, castigado por la "justicia".
Sólo si estás cerca de la cúspide pueder permitirte el lujo de saltarte las leyes sin castigo, a fin de cuentas las leyes están hechas para contener a los de abajo, no para limitar a los de arriba.
El faraón no recibe el mismo castigo que un esclavo por el mismo delito, este primero tiene recursos económicos y poder de sobra para defenderse, minimizar el acto, cambiar las leyes, eximirse o autoindultarse.
Si hablamos del Dios bíblico tanto de lo mismo: "No matarás" dice uno de sus mandamientos. Y eso, según el cuento, lo escribe un pibe que se ha cepillao a prácticamente toda la humanidad con un diluvio. ¿Cómo no van a hacer lo mismo reyes, Papas, políticos, banqueros, millonarios y Berlusconis?
"No robarás... que de eso nos encargamos nosotros"
Puedes decir "no obedezco a Dios, no creo en él", pero no puedes decir "no obedezco al Sistema, no creo en él".
Bueno, decirlo puedes decirlo, pero tendrás que seguir pagando impuestos y acatando las leyes y limitaciones que te impongan los de arriba.
* Algunos dicen que no eran esclavos, sino trabajadores libres los que construyeron las pirámides, pero da igual, seguro que no necesitarían trabajar para el faraón y sus nobles si estos no hubieran acaparado los bienes comunes, tierras y tributos, creando escasez y necesidad.
Vamos, que es como si yo me hago dueño de todas las tierras y sus frutos, y a continuación te digo que si quieres comer, y tener un lugar donde construir tu chabola, trabajes para mí para poder recomprarme tu parte de lo que me he apropiado. Libremente, eso sí.