sábado, 11 de abril de 2009

sobones

En la Cuesta Moyano, uno de los puestos de libros estaba custodiado por una vieja apoltronada en un silla que no paraba de quejarse, murmurando bien alto "Sobones, malditos sobones, sobones, sobones..." refiriéndose a los curiosos que manosean los libros expuestos para ojearlos o si quiera ver el título.

Entonces alguien dejó caer "¡Mira la vieja!", y ésta saltó "¡Ya llegarás tú hasta aquí!". No sé quien lo dijo, porque la vieja no movía mucho la cabeza, en su mirada no aparecía por ningún lado su interlocutor, la gente que antes estaba en el puesto hacía mutis por el foro, y por ciencia infusa me pareció que el comentarista había sido otro viejo que rápidamente pasó al puesto siguiente. Yo, que venía en dirección contraria, pasé al de la vieja y, solo delante de ella, recibí sus maldiciones trántricas "Ya llegarás, ya llegarás... sobones, sobones...". Pareciera que me lo dijera a mí.
Desde otro puesto más allá seguía escuchándose su matraca "sobones, sobones...".

Me compré (en otro puesto, el de la vieja no lo sobé) dos libros de 1'50: uno que es un clásico, viejo, sobado y desgastado (igual hasta le faltan páginas), y otro relucientemente nuevo, con un título ridículo. El segundo me lo compré porque con tal título y portada... tiene que ser M-A-L-Í-S-I-M-O. Prueba de ello es su impolutez para estar entre libros de segunda, tercera y cuarta mano. No se lo debe de haber leído nadie. Daría hasta vergüenza llevarlo en el metro.

La verdad es que hay auténticas gangas de libros viejos, pero no te puedes poner a comprar a lo loco porque acabas llenando la casa de papelajos. Y yo no soy de esos a los que les gusta decorar las estanterías con libros o discos y las paredes con cuadros. Cuanto más vacío esté el espacio mejor, porque más cosas caben aún.

7 comentarios:

planseldon dijo...

Me recuerda una anécdota que me contó el otro día mi padre cuando le protestaba sobre la cantidad de libros que compra sin parar.

Pues un día se encontró mi padre con un amigo suyo también bibliómano compulsivo, que venía de la Cuesta de Moyano con un montonazo de tomos de Derecho Penal mejicano, que casi no podía con ellos. Y mi padre le dice: "¿Pero y eso para que lo quieres?" y el amigo: "Para nada, ¡pero eran tan baratos!"

A mi tampoco me gusta acumular libros, más bien le tengo horror, precisamente porque mi padre tiene la casa tan inundada de libros, videos y cd que es agobiante.

Herel dijo...

Joer, ya ves. A parte de porque estén baratos debe de haber gente a la que no le gusten los huecos, o es que eso de tener la casa forrada de lomos de libros les inspira algo tipo "ambiente inetlectual".

Chasky dijo...

Pues no sé yo si vendería mucho la vieja animando de esa manera a la gente a comprar en su puesto.

Herel dijo...

Supongo que la gente no se lo tiene mucho en cuenta, será ladradora poco mordedora.

Brie dijo...

Me encantan esos puestos de libros viejos :D oye, te tenía un poco abandonaito, perdoneusté :p

Zuviëh dijo...

No entres e mi habitación entonces. xD

MEugenia dijo...

A mí me pasa como a Zuvieh, soy de estilo poco recargado, también me encantan los lugares espaciosos, pero mi habitación, por imperativos ajenos a mí, está que no tengo ni donde poner una TV que hay guardada en una caja :S