domingo, 22 de septiembre de 2019

Originales y fakes

Cuando quieres hacer composiciones u obras derivadas es muy cómodo trabajar con material antiguo, pues al carecer de derechos de autor tienes total libertad.
Si bien los íconos contemporáneos son más poderosos a la hora de transmitir mensajes o provocar reacciones, pues son más reconocibles por la mayoría de la gente, utilizarlos pueden significar la censura de tu trabajo, por el tema de copyright.

Mientras recopilaba imágenes de hace siglos por la web para la animación pictórica del videoclip de Vivaldi de la entrada anterior observé que, además de los originales, hay una cantidad creciente de versiones modificadas de las obras clásicas (y modernas), para hacer memes o lo que sea. Normalmente canta a la legua que están modificadas, pero no siempre.

Esto me recuerda a las partituras de piezas clásicas con pequeños arreglos que pueden pasar desapercibidos pero constituir una trampa para el que desprevenidamente pretende interpretar una canción que en principio no tiene derechos de autor.
Ya comenté hace tiempo el negocio que tenían ciertos miembros de la SGAE con Televisión Española, emitiendo piezas de música clásica de madrugada. Pero en lugar de interpretar las partituras originales, les metían unos pequeños arreglos, que no alteraban el conjunto de la pieza, pero que se traducían en que de ese modo podían cobrar por la propiedad intelectual de una obra que en principio era de dominio público.
Al igual que ocurre con la música, podría ocurrir con las imágenes. Si intenet comienza a llenarse de obras originales antiguas, que no tienen copyright, con pequeñas modificaciones, cuando alguien busque una imagen para un trabajo profesional, puede estar descargando sin saberlo no el original, sino una obra derivada y por tanto con derechos de autor, con lo que tras usar esas imágenes en su trabajo, ignorante, podría ser reclamado por el autor de la variación.

Por poner un ejemplo muy nimio, la primera imagen forma parte del cuadro original de Apollonio Domenichini que usé en el videoclip de Vivaldi de la entrada anterior:

Y en la segunda imagen está el fondo que realmente usé, donde eliminé toda persona o bicho que no estuviera detenido e incorporé al señor Vivaldi paseando por la calle:


Si la segunda imagen se filtra a Google, con las variaciones y postizos que tiene en el vídeo, alguien podría estar pensando que descarga una imagen sin derechos de autor del siglo XVIII, cuando lo que está descargando es una obra derivada del siglo XXI. Un problemón y una trampa si el autor de la obra derivada es una sociedad reclamadora de derechos de autor.

Y aunque el autor de la obra derivada no tenga intenciones de denunciar, el que tomó la imagen puede que la usara para ilustrar un trabajo sobre ese pintor. Imaginad la vergüenza tras publicar y ser notificado que la ilustración que usó no es la original del pintor, sino que tiene adulteraciones.

Hay otros ejemplos más descarados de composiciones a base de recortes de múltiples cuadros, que si bien no se confundirían con ninguna de las obras originales en concreto sí que podrían inducir a pensar al que se descarga la imagen que se trata de alguna pieza original antigua y por tanto utilizable sin problemas de copyright, cuando en verdad es un colash moderno.
Al igual que pueden inducir a error autores modernos que imitan estilos antiguos en sus disciplinas.

Supongo que en el futuro la IA vendrá al rescate, con servicios de autentificación de obras, asegurándonos que no tienen modificaciones ni marcas de agua disimuladas, que eso es justo lo que buscábamos y no algo parecido, un "caballo de troya" de propiedad intelectual.

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