De pronto escuché unas ramas agitarse a mi costado. El zorro había aparecido repentinamente en el claro y, tras una pausa para otear en todas las direcciones, continuó trotando directo hacia mí -que me había quedado inmóvil salvo para manipular la cámara disimuladamente- hasta que me notó y quebró hacia otro lado.
Quizá reaccionó tardíamente porque huía de un perro no muy lejos de allí, y el raposo andaba mas atento a sus espaldas, de donde provenían los ladridos insistentes del cazador que ha olisqueado algo, que de lo que tenía delante.
Cornicabras
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Las laderas de los montes están cubiertas por un bosque bajo de encinas y
cornicabras, que en esta época del año salpican de ocres y rojos el
paisaje. En l...
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