Era una época en la que los ordenadores sólo podían mostrar 2, 4, 8, 16 colores simultáneos y de entre unos pocos posibles, y si acaso duplicarlos alternando distintas configuraciones de paletas entre refresco y refresco de pantalla.
Pintores que en sus paletas tenían unos pocos colores, y además exactamente los mismos que sus colegas. Sus brochas eran gordas y cuadradas: pixelaco rotundo.
En su arte, muchas veces, más allá de trasladar la realidad, había que realizar una selección, un entornado de ojos, una abstracción, una caricatura, para seleccionar qué puntos de información cromática eran relevantes, ya que todos no eran posibles. Cuando tienes que representar un rostro en 3x3 pixels, decides por ejemplo que los agujeros de la nariz sobran, o que un anciano debe de llevar necesariamente barba gris para distinguirse de un niño.
Debido a los avances técnicos, aumento de resoluciones, colores simultáneos y paletas, a medida que avanzaban los 90 el escáner y la fotoedición jugaban un papel cada vez más importante, y el pixel-art perdía su hegemonía en el campo gráfico, y en ocasiones quedaba relegado a asistente para retocar detalles del acabado. Photoshop sustituía a Deluxe Paint, como los "gamers" han sustituído a los expertos de barrio que jugaban al Double Dragon en la máquina del bar de turno rodeados por una costra de niñatos mirones.
La inseparable ligazón del pixel art con los videojuegos en sus primeros tiempos se puede observar en algunas piezas de este sitio, donde las obras consisten en gráficos para videojuegos, quizá proyectos, quizá simples divertimentos, bien montados en escena, bien sueltos, con un fuerte aire a los primeros 90, gráficos tipo Commodore Amiga, tanto más cuando los artistas se autolimitan voluntariamente la paleta de colores.
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