Al caer contra el suelo, consigues un punto fijo, un apoyo desde el que saltar de nuevo hacia lo alto. A veces es mejor caer del todo. Si te agarras a una rama, no seguirás cayendo por un tiempo, pero dependerás de esa rama. Uno va cayendo poco a poco, agarrándose a ramas y raíces del acantilado mientras aguanten, y puede uno lograr no llegar nunca al suelo. Cada rama es un espacio minúsculo y limitante, pero los lugares inferiores se figuran peores.
El suelo duele, pero por él puedes andar y elegir la dirección del nuevo salto, con menos temores porque más no se puede caer. En cierto modo es una liberación.
A veces aparece alguien que te levanta hasta la rama anterior, y no te está haciendo ningún favor, está retrasando tu llegada a la base de impulso y renovación.
A veces es uno mismo el que se esfuerza en mantenerse en la diminuta rama, por miedo a tocar el suelo. El suelo es peligroso, hay leones o peor aún... quizá no haya NADA ¡horror! Pero para alcanzar nuevas tierras hay que ir por el suelo, porque no tenemos alas.
Volar es sólo un sueño, una fantasía, una evasión. Habrá que conformarse con ir dando saltitos, arriba y abajo, alegría y dolor. El contraste hace los sabores más intensos y perceptibles.
Y no, no me aplico el cuento, no suelto mi rama, pero me gustaría atreverme.
Salamandra de Gredos
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La mayor parte de los montes están recubiertos de pinar de repoblación, y
sólo en algunas laderas se conserva el robledal autóctono, que a media
ladera es ...
6 comentarios:
Tengo la suerte de vivir en una ciudad sin cuestas, para no seguir rodando.
¿Será que ya estás donde quieres?
El volar sin duda es un sueño, pero qué tal trepar?
Más real que nada, jaja y no lo digo por Letizia.
Así que supongo que no es que te afiances a tu rama por negarte a caer, es que vas jalándote para seguir trepando.
Besos
¡Qué susto! Por un momento pensé que te la habías pegado haciendo trekking xDr
Voy a poner la parábola del pajarito que esta en la rama. Está orientada a personas que se encuentren muy muyyyyyyy mal, es un canto a la esperanza.
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Si sientes que la vida no tiene sentido, que los problemas te están acabando, memoriza esta parábola:
“Un pájaro que vivía resignado en un árbol podrido en medio del pantano, se había acostumbrado a estar ahí, comía gusanos del fango, y se hallaba siempre sucio por el pestilente lodo.
Sus alas estaban inutilizadas por el peso de la mugre, hasta que cierto día un gran ventarrón destruyó su guarida; el árbol podrido fue tragado por el cieno y el se dio cuenta que iba a morir.
En un deseo repentino de salvarse, comenzó a aletear con fuerza para emprender el vuelo. Le costó mucho trabajo porque había olvidado cómo volar, pero enfrentó el miedo y el entumecimiento hasta que logró levantarse y cruzar el ancho cielo, llegando a un bosque fértil y hermoso”.
Los problemas son como el ventarrón que ha destruido tu guarida y te están obligando a elevar el vuelo...o a morir...
Nunca es tarde. No importa lo que se haya vivido, no importa los errores que se hayan cometido, no importa las oportunidades que se hayan dejado pasar, no importa la edad, siempre estamos a tiempo para decir basta, para oír la llamada que tenemos que buscar la perfección, para sacudirnos el cieno y volar alto, y el miedo a lo desconocido siempre se hace presente cuando estamos en medio de problemas, la incertidumbre nos acosa, y tratamos de defender y conservar lo que ya tenemos, presos de esta confusión nos resistimos al cambio, y no nos damos cuenta que todavía hay más cosas por vivir, que lo que actualmente tenemos no es el límite, que lo mejor está por llegar y no debemos detener su curso con la barrera del miedo...
Es como lo de "¿Quién se ha llevado mi queso?" sólo que en este caso es "¿Quién se ha llevado mi árbol podrido?"
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