En este tipo de países, blanco=expendedor de dinero con patas al que sacarle propinas, comisiones, y venderle cosas y servicios que no necesita. ¡Bagna!
Aunque te acosan constantemente, en el fondo te sientes más seguro que en Europa; hay que ser amable, el saludo es fundamental, sabes que te van a pedir dinero aunque al principio te cuenten otro rollo, pero buenas tardes, qué tal, y NO; y no pasa nada.
Por el día es todo más bonito, pero no es una belleza lujosa ni exquisita, es la belleza de la gente, sobre todo la de la gente que conserva la estética colorista africana, la mitad del dinero se lo gastan en el vestir, los chavales van más cutres, con camisetas XXL de equipos de fútbol. La gente va limpia y erguida, andan con elegancia, los wolof altos y delgados, de complexión atlética... aunque bueno, también hay rastrojos humanos.
Había un vagabundo que vivía en la esquina de un solar que no tardará en construirse, en el barrio diplomático. En esa esquina dormia, guardaba las cosas en un agujero y encendía fuego en otro. Todo sin ocupar más de un metro cuadrado; en frente cochazos, gorilas y militares de las embajadas. Es lo más normal del mundo ver miseria y lujo conviviendo; cabras, ovejas y cerdos por las calles, la señora blanca de fitness paseando a su perrito; en una manzana hay un edificio del lujo; en la siguiente un descampado con basura o casuchas. Te puedes esperar cualquier cosa en cada esquina.
Los pocos que tienen dinero son soberbios y altivos, visten a la europea o con uniforme, se dan aires de superioridad con la mayoría más desfavorecida. Un militar del alto rango en pose de emperador romano conquistador con un limpiabotas debajo; le está abrillantando las botas, pero parece que está siendo pisado.
El uniforme es importante, porque significa que tienes un trabajo. Y es que el trabajo escasea y los buenos puestos se los llevan los hijos de papá, los familiares de la gente del gobierno, así como la mano de obra seleccionada para viajar legalmente a Europa con contrato. La gente de las aldeas emigra sin parar a las grandes ciudades, creyendo que allí hay trabajo, pero no lo hay. El resultado es que en torno a un trabajo, surgen otros tantos flotantes. Uno vende algo y otros revolotean intentando captar clientes para llevarse una comisión, buscavidas sin ocupación de aquí para allá intentando ganar algo o arrimarse a donde pueda ganar algo. Cualquiera te puede vender cualquier cosa, aunque no la tenga, primero te la vende, y luego buscará a quien la tiene.
No tienen mucho, pero no se mueren de hambre, porque sus familias y sus amistades son extensas. Con que uno haya conseguido algo de dinero un día, alimenta a muchos más.
Si entras en un edificio y te encuentras a un tío tirado en un colchón, no es un vagabundo que se ha metido a dormir, es el portero. Tampoco puedes distinguir en algunos hoteles si el tío que está en la puerta y te saluda te va a pedir algo, o si trabaja para el hotel; en cualquier caso, también intentará sacarte dinero. En los hoteles de lujo al menos van uniformados y se distinguen.
Todo se regatea, y es muy fácil hacerlo, ya que hay mucha oferta de todo. Si sabes el precio consigues el precio, aunque a veces no importa dar un poco más con gente amable y templada.
En el sur de Dakar, aun siendo blanco, puedes pasar perfectamente por residente, ya que ahí se encuentran todas las embajadas con sus trabajadores, hay muchos blancos, y no eres blanco -valga la redundancia- de todas las miradas.
La verdad es que hay blancos por todo Senegal, suelen ser los dueños de algo, de un restaurante, de unas plantaciones... el resto son los "turistas-ONG". Vamos, que van a hacer turismo y de paso se llevan unas medicinas a un pueblo del interior.
Algo que llama la atención es que pese a que la homosexualidad allí es delito, los amigos si quieren van cogidos de la mano por la calle, jóvenes y adultos; allí es normal y no tiene las connotaciones de aquí.
Otra parte del viaje se desarrolló por la costa sur de Senegal. En principio viajaríamos en avión, pero hay que decir que si un vuelo senegalés no se anula, puedes darte con un canto en los dientes, y si encima sale a su hora... ¿hay precedentes?
Nos retrasaron el vuelo y finalmente lo anularon. El vuelo salía a las 8 de la mañana en principio, y a las 6 de la tarde nos llamaron para avisarnos de que saldría al día siguiente. Afortunadamente ya estábamos en un todoterreno camino de Casamance.
En cierto punto las carreteras se vuelven impracticables, llenas de agujeros, por lo que los coches circulan por pistas de tierra y arena en paralelo. Aquello parecía un rallie en toda regla, con todo tipo de vehículos: desde todoterrenos decentes normalmente de agencias -contratados por europeos o gente de allí de dinero- a coches reciclados, furgonetas cargadas de gente en el interior y en la vaca, carros con burros... Los coches que corren van a gran velocidad, pasando a escasos centímetros de las cabañas de los poblados y de los niños que se arriman a saludar y a intentar pedir un "cadeau".
Muchos coches son europeos de segunda mano. Algunos consevan la matrícula de Francia, y sobre ella han pegado otra placa de Dakar o de la provincia que sea, hasta pintada a mano.
Los aldeanos se afanan en tapar los agujeros de la carretera con tierra para que los coches circulen por ella y no atraviesen sus poblados o los caminos a gran velocidad. También colocan a veces barricadas con troncos de árboles, o badenes sin ningún tipo de señalización. "Queremos que nuestros niños vuelvan vivos" y es que los conductores no se apartan mucho si hay un motorista o una persona; les da lo mismo. Los conductores no respetan a nada ni a nadie.
En Casamance había hace años problemas con la guerrilla, problemas que parece que han desaparecido, aunque actualmente siguen existiendo bandidos que "en nombre de la guerrilla" cortan carreteras por la noche y desvalijan a los turistas. Por eso los militares cortan las carreteras cuando empieza a oscurecer, obligándote pasar la noche en el poblado que te toque, para retomar el viaje a la mañana siguiente.
Nuestro conductor pasó dos barricadas, según él, contándoles que éramos miembros de la recién celebrada conferencia islámica. Allí no había luces, sólo pequeñas linternitas, y las lunas del todoterreno eran tintadas.
Pero la tercera no la pasó, por lo que tuvimos que dar un enorme rodeo por una pista de tierra
para llegar a Zinguinchor esa misma noche. Selvas, niños y cabritillos. El conductor parecía un mercenario dispuesto a llevarnos al destino a toda costa, conduciendo con gran temeridad, sobre todo para la cantidad de personas que andaban por los caminos en la oscuridad.
Llegué como si estuviera totalmente borracho, con los sesos todavía moviéndose dentro del cráneo.
Al día siguiente, con el guía visitamos la zona, incluyendo poblados donde dar caramelos a los niños y donar dinero para las cosas que hacían falta. No nos avisaron hasta el último momento, fue un poco una encerrona. Te recibe todo en pueblo con bailes, luego se ponen todos en coro, hablan los jefes, casualmente ha venido un agente del gobierno que expone los proyectos y necesidades que tiene el pueblo... Al final donas por compromiso y te regalan una bandeja de frutas.
Las frutas allí son curiosas, porque son de otro color: los plátanos no son amarillos, sino amarillo-lima, las naranjas son amarillas, y los tomates también.
En una de las escuelas nos retrasamos y justo cuando nos íbamos venía otro grupo de turistas detrás... a lo mismo.
Llama la atención en comparación con la Europa actual la cantidad de niños que hay por pequeña que sea la aldea, y en cuanto uno detecta tu presencia llama a los demás y empiezan a aparecer por todas partes, llegan corriendo, trepan por las ventanas, te envuelven. Hasta que no tengan constancia de que te han sacado todos los caramelos que llevabas no te dejan... ¡Tangal! ¡tangal!
En los ojos de los niños, y en los de los adultos, hay una mezcla de furia y alegría, cuando te piden fruncen el ceño con fuerza, intentando transmitirte "dame dame", pero se da más esto en los niños de la ciudad, o los "niños del bote", que tienen que recoger una cantidad diaria de dinero para su maestro. Son niños cedidos por sus familias a un maestro para que les enseñe a leer el Corán; pero éste los manda a las calles con un bote a pedir, y apenas les enseña nada provechoso, salvo a vivir de pedigüeños.
Me hizo gracia una niña que cada vez que cogía un caramelo se iba y volvía con un paño diferente en la cabeza para pedir más, como si fuera otra.
Sí, es difícil diferenciar un negro de otro al principio cuando no estás acostumbrado a tratar con ellos, pero sólo al principio. De hecho hay un timo que nos intentaron hacer, el timo del amigo del avión. Consiste en que aparece un tío muy afectuoso, pretendiendo ser alguien con el que alguno de los del grupo entabló conversación en el avión de llegada. Al principio te entra la duda, y le saludas por si acaso, os dice que él vive ahí y que os va a llevar a ver algo que nadie puede ver -un museo que está cerrado- como si fuérais unos privilegiados y... entonces empezais a hablar entre vosotros ¿tú a éste le conoces? no, no, no. Pues adios ¡timador!
Más timos, o picarescas: hay que tener cuidado en aeropuertos o cuando contratas un chófer a través de una empresa (que es lo suyo para grandes distancias). Hay gente que te intentará coger las maletas a la que te descuides (incluso si tienen ruedas las llevan alzadas para que parezca que es más duro el trabajo), se pueden hacer pasar por alguien de la empresa, por el chófer, decir que trabajan para el aeropuerto... pero no, simplemente se han metido en medio para luego cobrarte por algo que no necesitabas. Son muy rápidos, y tienen los oídos abiertos, en cuanto llega un coche se enteran del nombre del chófer, de la empresa, del cliente, y corren a encontrarte antes de que el empleado auténtico te encuentre a tí. Juegan mucho con la confusión.
En general, suele haber alguien pendiente de tus conversaciones y de tus llamadas por el móvil para saber cómo te llamas, qué buscas... recogen datos sobre tí para luego colártela.
Exagerando... puedes simular que hablas por teléfono diciendo: "Quería contratar un coche para viajar a tal sitio, me llamo Manolo, vale, en media hora"... y en media hora (el verdadero chófer tardará más) igual aparece uno que te dice "¿Manolo? soy el chofer" :D
¡Kasumai!
Dakar desde la isla de Gorée.
Arriba el billete cuesta lo mismo que dentro.
Cayucos en Dakar
Niños entrando por una ventana en Itu.
Barca de vela. En este tipo de embarcación,
el pescador va a horcajadas con las piernas hacia afuera.
Gigantescas ceibas (fromagers) en la isla de Carabane.
Paso entre los manglares, en Casamance.
Baobabs, el árbol con forma de pata de elefante.
Quads en una playa paradisíaca cercana a Dakar
¿Gamberrismo?...
como allí sobran las playas paradisíacas...