domingo, 17 de agosto de 2014

Duratón

Lo que viene a continuación es una remezcla de diferentes días y salidas por la zona del Río Duratón y aledaños.

Desde el extremo norte de la provincia se abarca con la vista todo el territorio segoviano, con la sierra de Guadarrama y Somosierra al fondo levantándose como una muralla que marcase el límite. El viento sopla con fuerza a lo largo de la cornisa de lapiaz.

Entre los farallones y el río casi me como esto. A juzgar por su gran tamaño, sin duda se trataba de una hembra de la especie Argiope Lobata, apostada en el centro de su tela.

Me meto por todas las cuevas que me voy topando, todas fósiles, todas lineales, de espacios de entrada amplios tras los cuales el recorrido prosigue por túneles laminados serpenteantes que terminan cegándose, o que desembocan de nuevo en el extrerior a través de otra cueva, como en el caso de la correspondiente a esta caverna decorada de tal guisa por los sucesivos intrépidos visitantes.

Avanzando por los barrancos, a veces plagados de zarzas en sus fondos, por lo que trepamos para esquivarlas, caminando por las laderas, para volver a descender cuando la cosa se despeja.

En una de éstas observamos un senderillo que bautizamos ipso-facto como "el camino troll", ya que viene desde lo alto de la ladera y desciende todo derecho por la fuerte pendiente para terminar aparentemente más abajo al borde de una caída vertical contra el fondo del barranco.
Aunque una vez en dicho punto, resulta que la traza gira noventa grados y desciende de forma segura en rampa pegada a la pared.

Y finalmente abandonamos el barranco para caminar cómodamente por el sabinar paramero, salpicado de ejemplares de pequeño tamaño, con alguna excepción.

Y más páramos calizos, esta vez desarbolados y roturados para servir de campos de cultivo, creando una llanura pedregosa que parece extenderse hasta el infinito.



Anochece y avanzamos por los páramos margosos alumbrados por la luz de la luna. Al sumergirnos en los quejigares encendemos los frontales, y los pequeños ojos de las tarántulas brillan con destellos verdes y azules delatando su posición.

Y por terminar de forma castiza en la desembocadura del Duratón en el Duero, instantánea de una capea en las fiestas de San Roque de Peñafiel, donde los mozos burlan al toro.