sábado, 30 de agosto de 2008

Por el Danubio

Caballero quijotesco en un bonito patio en Stuttgart, donde nos dejó el avión.

Tubinga, una pintoresca ciudad, de las mejores para ver "timber frames" (casitas con la estructura de madera vista)

Donaueschinger. En esta fuente nace oficialmente el Danubio, de modo que no vamos a llevarles la contraria. Aquí alquilamos las bicicletas y enganchamos las mochilas atrás como bien pudimos.

Lo mejor de la ruta son los primeros tramos de Danubio, con manzanas gratis a los largo del camino. A medida que el valle se ensancha, van menguando los bosques y te encuentras pedaleando entre anodinos maizales y campos de espinacas... que mismamente se pueden ver desde la ventanilla del tren.
Ulm, famosa por la alta aguja de su catedral, y donde se encuentra un barrio muy cuco con canalillos que me recordó bastante a Brujas.
Donauwörth. Los edificios empiezan a tener menos "timber frame" y más falsete de escayola. La foto es bonita por el cielo principalmente.

Desde la ciudad citada arriba, abandonamos momentáneamente el Danubio para alcanzar el Altmühl, una zona kárstica, al igual que los primeros tramos del Danubio (donde casualmente tuve oportunidad de entrar en una cueva que pillaba a mano y que tenía una profundidad de... 3 metritos de nada). El laguito azul turquesa de la foto se encuentra en uno de los pueblos del recorrido, Petersnosequé... o quizá fue en el río Blau, tengo un lío de tres pares de narices con los pueblecitos. El caso es que la ciudad que acompaña al lago también es muy cuca.

Bonitos bosques subiendo una dura cuesta, para luego bajar a 50 Km/h hasta Kelheim (ciudad conocida porque le han plantado una jarra de cerveza en lo alto de un monte).

Descansando en el Valhallla

En Passau, ciudad que me encantó por sus callejones y edificios-flan, devolvimos las bicis -hasta el moño de dar pedales- y tomamos un barco (ocupado principalmente por jubilados) para descender el Danubio hasta Linz, entre bosques y montañas con castillos y abadías en lo alto.En Linz alquilamos cochecito y a tirar millas.

En la foto de abajo el campo de concentración de Mauthaussen. Estaba chapado ya cuando llegamos, pero los muros eran fáciles de trepar desde fuera para hacer la foto del interior... principalmente porque no había nazis con ametralladoras en las garitas.

La biblioteca de la abadía de Melk. Decir que las abadías por aquí son auténticos palacios, y que estos monjes de austeros ni la cera de los oídos. Como era de esperar, hordas de turistas, y cuanto más Danubio bajemos más y más.

El Danubio desde Grein, un pueblecito autriaco que curiosamente tiene una plaza dedicada al Esperanto.

El Castillo de Bratislava. Pese a estar cerca de Viena, se nota bastante el cambio Europa Occidental/Europa del Este, y conduciendo más. Aparcamos en una bonita acera y alguna pirula hicimos siguiendo el ejemplo de las costumbres locales.
Debería pasarse el flautista de Hammelin por aquí, ya que también había ratas circulando.
El idioma eslovaco por suerte no está en cirílico, y tiene bastantes extranjerismos para el vocabulario básico. Al sintonizar música eslovaca en la radio, me llamó la atención que fonéticamente se parecía mucho a lo que he escuchado de música en esperanto. Y os preguntaréis ¿y por qué musicalmente sí y hablado no? porque musicalmente o en poesía, en esperanto se pueden eliminar las vocales finales de los nombres o de los adjetivos, y eso marca una importante diferencia. Lo de Eslovakia no estaba planeado, fue decisión de última hora, y entramos si saber una sola palabra en eslovako, ni hola, ni gracias, ni adios.

Viena: decó, imperialista, snob cuando se apartan los turistas chancleteros, cosmopolita... se encuentra entre el orden alemán y la algarabía de la mezcolanza de razas. El caso es que aburre tanto edificio monumental, aunque también tiene mucho que ver que llevábamos casi dos semanas empachados de ciudades y monumentos de todo tipo. Más interesante lo nuevo... y el parque de atracciones.

Bonito edificio ¿eh? pues vivir aquí es una putada, con hordas de turistas paparazzis acampados a la puerta haciendo fotos a todas horas.

Lo peor del viaje es que no me gusta la cerveza, que equivale a viajar a Italia y que no te guste la pasta.