Caballero quijotesco en un bonito patio en Stuttgart, donde nos dejó el avión.
Tubinga, una pintoresca ciudad, de las mejores para ver "timber frames" (casitas con la estructura de madera vista)
Donaueschinger.
En esta fuente nace oficialmente el Danubio, de modo que no vamos a
llevarles la contraria. Aquí alquilamos las bicicletas y enganchamos las
mochilas atrás como bien pudimos.
Lo
mejor de la ruta son los primeros tramos de Danubio, con manzanas
gratis a los largo del camino. A medida que el valle se ensancha, van
menguando los bosques y te encuentras pedaleando entre anodinos maizales
y campos de espinacas... que mismamente se pueden ver desde la
ventanilla del tren.
Ulm, famosa por la alta aguja de su catedral, y donde se encuentra un
barrio muy cuco con canalillos que me recordó bastante a Brujas.
Donauwörth. Los edificios empiezan a tener menos "timber frame" y más
falsete de escayola. La foto es bonita por el cielo principalmente.
Desde
la ciudad citada arriba, abandonamos momentáneamente el Danubio para
alcanzar el Altmühl, una zona kárstica, al igual que los primeros tramos
del Danubio (donde casualmente tuve oportunidad de entrar en una cueva
que pillaba a mano y que tenía una profundidad de... 3 metritos de
nada). El laguito azul turquesa de la foto se encuentra en uno de los
pueblos del recorrido, Petersnosequé... o quizá fue en el río Blau,
tengo un lío de tres pares de narices con los pueblecitos. El caso es
que la ciudad que acompaña al lago también es muy cuca.
Bonitos bosques subiendo una dura cuesta, para luego bajar a 50 Km/h
hasta Kelheim (ciudad conocida porque le han plantado una jarra de
cerveza en lo alto de un monte).
Descansando en el Valhallla
En Passau, ciudad que me encantó por sus callejones y edificios-flan,
devolvimos las bicis -hasta el moño de dar pedales- y tomamos un barco
(ocupado principalmente por jubilados) para descender el Danubio hasta
Linz, entre bosques y montañas con castillos y abadías en lo alto.En Linz alquilamos cochecito y a tirar millas.
En la foto de abajo el campo de concentración de Mauthaussen. Estaba
chapado ya cuando llegamos, pero los muros eran fáciles de trepar desde
fuera para hacer la foto del interior... principalmente porque no había
nazis con ametralladoras en las garitas.
La
biblioteca de la abadía de Melk. Decir que las abadías por aquí son
auténticos palacios, y que estos monjes de austeros ni la cera de los
oídos. Como era de esperar, hordas de turistas, y cuanto más Danubio
bajemos más y más.
El Danubio desde Grein, un pueblecito autriaco que curiosamente tiene una plaza dedicada al Esperanto.
El Castillo de Bratislava. Pese a estar cerca de Viena, se nota bastante
el cambio Europa Occidental/Europa del Este, y conduciendo más.
Aparcamos en una bonita acera y alguna pirula hicimos siguiendo el
ejemplo de las costumbres locales.
Debería pasarse el flautista de Hammelin por aquí, ya que también había ratas circulando.
El
idioma eslovaco por suerte no está en cirílico, y tiene bastantes
extranjerismos para el vocabulario básico. Al sintonizar música eslovaca
en la radio, me llamó la atención que fonéticamente se parecía mucho a
lo que he escuchado de música en esperanto. Y os preguntaréis ¿y por qué
musicalmente sí y hablado no? porque musicalmente o en poesía, en
esperanto se pueden eliminar las vocales finales de los nombres o de los
adjetivos, y eso marca una importante diferencia. Lo de Eslovakia no
estaba planeado, fue decisión de última hora, y entramos si saber una
sola palabra en eslovako, ni hola, ni gracias, ni adios.
Viena: decó, imperialista, snob cuando se apartan los turistas
chancleteros, cosmopolita... se encuentra entre el orden alemán y la
algarabía de la mezcolanza de razas. El caso es que aburre tanto
edificio monumental, aunque también tiene mucho que ver que llevábamos
casi dos semanas empachados de ciudades y monumentos de todo tipo. Más
interesante lo nuevo... y el parque de atracciones.
Bonito edificio ¿eh? pues vivir aquí es una putada, con hordas de
turistas paparazzis acampados a la puerta haciendo fotos a todas horas.
Lo peor del viaje es que no me gusta la cerveza, que equivale a viajar a Italia y que no te guste la pasta.
Cornicabras
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Las laderas de los montes están cubiertas por un bosque bajo de encinas y
cornicabras, que en esta época del año salpican de ocres y rojos el
paisaje. En l...