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Reservado de la Casa de Campo
La nieve lapa aún está adherida a los troncos.
Carretera del Lago.
Bueno, aquí ya ha pasado más gente.
Se pueden apreciar los estragos de la nevada de ayer en los pinos, sobre todo.
Carretera paralela a la M-30, entre plátanos y almeces, con una rodada sobre la que andar sin hundirte.
Al frente la carretera de subida a Garabitas, obstruída por ramas de pinos caídas.
Los pinares circundantes están igual.
Subiendo por la carretera de Garabitas, que hoy no es carretera.
A ratos da la sensación de estar en la sierra de Guadarrama.
La montaña vino a la ciudad.
Hay ya rodadas subiendo a Garabitas que, con buen criterio, se separan de la carretera cuando ésta atraviesa peligrosos tramos de pinar. El camino se desvía entonces hacia las zonas de ciprés de arizona que por su forma aguanta mejor la nieve, y por su menor altura entraña menor riesgo. Aunque en días de viento se tronchan igual o más que los pinos.
¿He dicho ya que a veces me siento en la sierra de Guadarrama? Sé que las especies arbóreas no son las mismas, pero con nieve todos los gatos son blancos.
Cipreses de Arizona cargaditos de nieve, y bien que la resisten con su forma cónica.
Alta montaña.
Plantación de cedros, descendiendo hacia el puente de la Garrapata en paralelo al camino principal, pues, al igual que el de subida a Garabitas, se encuentra sepultado por ramas de pinos tronchados.
Las copas de estos pinos normalmente no son así. Es el peso de la nieve el que les ha dado esa forma cónica que por defecto tienen otras especies de coníferas.
Línea de grandes pinos que acompaña a la Carretera de la Ciudad Universitaria y que he evitado en todo el descenso.
El bosque nórdico, abetos y abedules básicamente, se caracteriza por árboles de troncos rectos y de copas estrechas. Este otro pinar tiene esas características y quizá por eso no ha sufrido tantos estragos como aquellos "estilo mediterráneo", con troncos retorcidos y copas abiertas.
Puente de la Garrapata.
Las cuatro cinco torres a lo lejos.
Cipreses de Arizona.
Sensación de sierra.
Poco a poco se van formando sobre los caminos principales estas curiosas sendas tan marcadas. El proceso de formación es el siguiente: primero pasa un esquiador de fondo hundiéndose 20 o 30 cm. en la nieve pero dejando dos trazas de nieve más compacta. Entre las dos trazas queda un delgado murete de unos 10 centímetros de anchura, la separación de los esquíes. La gente aprovecha esas trazas para pisar hundiéndose menos, y al caminar van pateando y destrozando el murete central a la vez que compactan más el fondo, quedando al final ese carrilillo tan curioso y cómodo para avanzar.
Los quitanieves han estado trabajando, la M-30 ya no es peatonal.
Paseo de la Florida, Casa Mingo.
Gran Vía también está despejada... pero sigue siendo peatonal, como casi todas las calles de Madrid. Las cornisas y voladizos están cargados de nieve rampante, y están cayendo bloques desprendidos sobre las aceras, por lo que es peligroso andar cerca de las fachadas.
Hay muchos edificios antiguos con cubiertas inclinadas vertiendo hacia la calle, cosa que no se hace en las zonas donde nieva con frecuencia, pues al final la nieve del tejado acaba cayendo sobre las zonas de paso, o sobre la propia entrada, taponándola.
Sol
Bailén. Otro vehículo de Parques y Jardines reconvertido en quitanieves.
Puente Segovia. Unos pocos vehículos se aventuran ya a circular, con cadenas, aunque más adelante se encontrarán con problemas, en zonas menos despejadas y además en cuesta.