sábado, 14 de diciembre de 2013

Pareidolia y "la transmisión de sentimientos del arte"

Nuestro cerebro tiene una facultad llamada "pareidolia" por la cual podemos ver perros en la nubes, rostros en las cortezas, Jesucristos en las manchas de humedad de las paredes, y hasta obras de arte en botes de mierda.

Podemos sacar cualquier forma o idea que nuestra mente quiera de un objeto cualquiera. Podemos ver sentimientos en otra persona que no existen y que sólo están en nuestra fantasía, podemos proyectar con nuestros ojos películas fantasmales que se superpongan a la realidad estricta.
No es necesaria una "obra de arte" alevósamente montada para ver algo o sentir algo, basta mirar hacia algo y pensar que hay algo.

Las obras de arte, los museos, lo único que hacen es señalarnos dónde mirar, como borregos, y si vamos con un guía, igual hasta nos dicen qué idea vemos y qué sentimos.

Pon un marco entre tus ojos y lo que tengas delante de tí en estos momentos, y voilá: ahí tienes tu obra de arte. Admírala, y busca lo que tiene de especial: la intencionalidad casual del encuadre de un instante efímero.

Es como si estamos mirando las nubes y le decimos a un amigo:
-¡Mira, una cabeza de mono!
-¿Dónde?
-Allí, esa nube de la derecha.
-Ah, sí sí, ya la veo.
Es sencillo, y hasta es posible que en la misma nube nuestro amigo esté viendo un simio distinto, realizando un proceso de abstracción diferente al nuestro.
Es una facultad humana de lo más corriente, no es el milagro de un genio tallador abstracto de nubes.


La influencia social y la propaganda, que allá cada cual hasta qué grado le dicte, de la misma forma que el marco o el espacio de exposición, te dirigen la atención hacia ciertas cosas y añaden refuerzos del tipo "Esto es culto", "esto es arte", "esto tiene sentimiento", "esto es auténtico", "esto transmite", "a mucha gente le gusta", "a la mayoría de la gente le gusta", "a los que no son estultos les gusta", "sólo los que no son estultos saben lo que significa estulto"...

Como en tantos espectáculos, donde se le indica al espectador cuándo hay algo realmente gracioso o cuando hay algo interesante, con risas o aplausos. Si habéis ido alguna vez como público a la grabación de un programa de televisión, sabréis que las risas y los aplausos no son del todo expontáneos, sino que hay personal de control encarado constantemente hacia el público, cual directores de orquesta, indicándole que ría, que aplauda... y que eleve la intensidad de sus emociones si la cosa decae.
Público en singular, porque el público actúa como un ente individual. O aplaude o abuchea, no hay discrepancias en la masa que mira en la misma dirección.

Pero retomando el tema de la pareidolia, de la misma forma que uno puede concretar una imagen o recuerdo desde lo abstracto, así puede realizar el proceso inverso, y desfigurar lo concreto para generar algo más "artístico", derivando hacia formas de expresión consideradas como de arte moderno, representaciones más personales, ya que para la realidad calcada ya está la cámara de fotos.

Es más, si hemos comprendido lo de arriba, sabremos que no hace falta ni tomarse la molestia de realizar pasos concienzudos y exactos. Podemos realizar saltos aleatorios en cualquier momento, procesos "random", hipérboles instintivas, con la seguridad de que la pareidolia está ahí para que, lleguemos al resultado al que lleguemos, tanto nosotros como el resto de la gente con cerebro vea algo, bien lo que cada cual imagine de primeras en base a sus expectativas (inculcadas o expontáneas), bien lo que se les diga que hay.
También podemos ir directamente al 100% random y achacar el resultado a la inspiración de nuestro estado anímico... y va el otro y se lo traga.



jueves, 12 de diciembre de 2013

El emblema del enemigo

-Señor, dado que el emblema de vuestro archienemigo es el tulipán, os sugiero ordenéis arrancar todos los tulipanes de los jardines de vuestras tierras.

-¿Por qué? ¿Acaso si el emblema de mi enemigo hubiera sido el agua habríamos de prescindir de ella?

Quizá mi archienemigo escogió los tulipanes como emblema, pero los tulipanes nunca lo escogieron a él.

Manifiesto de las clases extractivas


miércoles, 11 de diciembre de 2013

¡Privatízalo todo Mariano!

Por un lado te hablan de democracia y libertad, pero por otro te ponen trabas y te coaccionan para que no la ejerzas.

Puedes manifestarte, pero como vayas te identificaremos, te golpearemos, y además te multaremos.
¿Qué mayor humillación puede haber que ser criminalizado (según su Ley) por reaccionar ante los criminales (según la Ley del sentido común y la evidencia)?

Ahora van a extender las facultades de la policía a los vigilantes privados, lo que no es sino el inicio de la privatización de la seguridad ciudadana... o mejor dicho del control ciudadano. Cuantos más de los perros que tienen a su servicio puedan dar palos, más seguras estarán las élites y más amedrentados los ciudadanos.
En fomento de La Mayoría Silenciosa.

Con la nueva Ley de Seguridad Privada, con el favor de PP, PNV y CIU, los vigilantes privados podrán, con la autorización pertinente, identificar y detener en la vía pública.

De lo de arriba se puede deducir que los vigilantes privados podrán usar la violencia en la vía pública, y es que ¿de qué otro modo me puede identificar o detener un vigilante privado si yo me niego a concederle a ese cretino autoridad sobre mí?
Pues de la misma forma que la policía: CON VIOLENCIA.
Es exactamente eso lo que nos regalan esta vez nuestros no deseados gobernantes, sin duda en aras del interés público privado al que se deben.

Guardias pretorianas privadas.

Por un lado te hablan del Estado del bienestar, de seguridad y de paz, pero por otro ejercen la privación, inseguridad y violencia.