viernes, 22 de junio de 2012

Conversaciones circulares

Conversaciones circulares, en las que:
  • Cada contertulio repite insistentemente los mismos argumentos propios cuando le llega el turno de hablar, con independencia de lo que hayan argumentado los demás.
  • Los contertulios se van intercambiando argumentos y repitiéndolos como parte de una opinión común, de modo que la opinión que expresó A ahora la expresa C, y la que expresó B ahora la expresa A. No hay discusión, pero tampoco se llega a ningún sitio ni se aporta información nueva. Meros repetidores, ecos.
  • Se llega a una solución y, de seguido, a una razón por la que no es viable esa solución. Al cabo de un rato se vuelve a proponer aquella misma solución, y al cabo de otro rato reaparece la razón por la que no era viable. Para gente con memoria de pez.
Y la conversación circular dura hasta que:
  • Alguien describe la realidad: estamos hablando en círculos.
  • Alguien detiene la ruleta y actúa resolutivamente.
  • Alguien dice lo que todos estaban esperando que alguien dijese, y para lo cual todos han ido dando pistas y rodeos sin llegar a decirlo. O alguien toma la responsabilidad de escoger una de las opciones que se barajaban y de las que nadie quería responsabilizarse.
  • Alguien se tiene que ir.
  • Alguien se levanta y extiende la mano: ¡Ha sido un placer!
  • Se pasa a hablar de otra cosa. Sin mayor problema, pues el objetivo de la conversación circular era terapéutico, no resolutivo.

miércoles, 13 de junio de 2012

En una isla muy chachi...

Una isla muy chachi
La espada de Billy el guerrero:

Me parto con estas canciones, que aparecen en unos dibujos animados llamados  Hora de Aventuras.
Y en el primer caso, al menos, la traducción supera al original.

Acordes:
(G#)Una isla muy (C#)chachi, (D#)una isla muy (G#)chachi ...

martes, 12 de junio de 2012

¡Olvide la realidad!

Estos días están pasando por la tele un anuncio de promoción del fútbol, la Eurocopa, en el que, en cierto momento, aparece alguien con un periódico que habla sobre la grave situación financiera de España. Esa persona rompe en jirones al aire el periódico y pasa a unirse al ambiente festivo multitudinario de camisetas rojas animando a la selección.
A continuación se suceden una serie de imágenes positivistas sobre el país, de esas que las agencias de publicidad coleccionarán en una carpeta llamada "imágenes positivas de España": "Todos somos Lorca", voluntarios limpiando los restos del Prestige, "España número uno en transplantes de corazón"...
Solidaridad, lucha en común,  progreso, campeones del mundo...
Amnesia, ceguera, memoria selectiva, borreguismo, memoria de pez...

Y de las mentiras encadenadas del gobierno, con Rajoy como titular, ni hablamos...
Después de repetir hasta la saciedad que no habrá rescate, en su línea de mentir sin despeinarse tal como han ido haciendo hasta ahora con todo (estos y los anteriores), firman el rescate bajo la fórmula:
Fin de semana + La Roja + Nadal + Negación de la evidencia



En el último libro que me acabo de leer, "Edén", de Stanislav Lem, una expedición humana se estrella en un planeta y establece contacto con un representante de la raza alienígena inteligente dominante.
Tras elaborar unos patrones de comunicación, acceden a conocer, entre otras cosas, la forma de gobierno del planeta de los extraterrestres.
Y la forma de gobierno es... el gobierno que no es, no hay gobierno.
Es decir, hay no hay gobierno.
Es no es gobierno.

Está clarísimo ¿verdad?

¿Quién manda entonces sobre el ejército y el mundo?

Pues... el gobierno no hay gobierno.

El caso es que tras sucesivas subidas y caídas de unos y otros regímenes, por fín un gobernante había ideado la forma de gobernar sin nunca ser derrocado, y era gobernar sin ser gobierno, sin ser oficialmente gobierno en teoría pero sí en la práctica. Contra lo que no se puede ver nadie se puede rebelar.

La ciencia ficción rara vez inventa algo nuevo, se limita a recolocar fragmentos de realidad en contextos extravagantes.
¿Quién gobierna en España? (y en casi cualquier país) ¿El gobierno? ¿Europa?

¿O la plutocracia?

viernes, 8 de junio de 2012

el campo está pajizo

Las dehesas de la Casa de Campo lucen pajizas. Ha sido una primavera muy corta, un año que podría considerarse de sequía teniendo en cuenta que en invierno pasaron semanas sin que cayera una gota, y que en primavera llovió escasos días.






Entradas relacionadas:
La Casa de Campo en otoño
La casa de Campo en primavera

condicionamiento bidireccional


No cantes victoria hasta saber realmente hacia dónde pretende dirigirte la flecha, independientemente de a dónde apunte.

viernes, 1 de junio de 2012

Mercaderes del espacio

En 1952 Frederick Pohl publica Mercaderes del Espacio.
Mitchell Courtenay es un alto cargo de la agencia de publicidad Fowler Schocken, una de las más importantes en un Planeta Tierra superpoblado y consumista.

Las agencias de publicidad son las encargadas de vender los productos a los consumidores, ocupándose de la publicidad, el diseño, y de que se voten las leyes necesarias para aumentar las ventas de sus clientes.

La realidad de los productos no es tan importante como el hecho de que los consumidores deseen adquirirlos, bombardeándolos con anuncios, frases bonitas, colores, sonidos, incluso añadiendo opiáceos que producen dependencia, como el caso de la bebida "Mascafé", con alcaloides CASI inofensivos, y por tanto perfectamente legales.

Existen ciertos grupos rebeldes, llamados los "conistas" (apócope de conservacionistas, ecologistas), que luchan contra ese sistema consumista y de crecimiento contínuo que ha degradado y contaminado el planeta y esclavizado a la mayor parte de la población. Por supuesto los conistas son perseguidos por la ley como los peores delincuentes, pues atentan contra el beneficio y poder de los más ricos.

El próximo gran proyecto de la agencia Fowler Schocken es la colonización de Venus, para convertirlo en una segunda Tierra donde ampliar su mercado: más materia prima, más productos, más población, más consumidores.
Pero en medio de la campaña publicitaria Courtenay es traicionado por un competidor y quitado de en medio...
Se despierta en la bodega de un carguero de trabajadores con destino a Centroamérica, y con la sorpresa de haber firmado un contrato tipo B con la empresa Clorela, lo cual le convierte prácticamente en un esclavo. Su número de identidad, tatuado en la piel, ha sido modificado, con lo cual le es imposible demostrar su verdadera identidad y alta posición, y se ve degradado a la vida de encierro dentro del complejo de una fábrica de proteinas: a la vida de un consumidor.

Y en ese momento comienza a entenderlos un poco más: la esclavitud encubierta en la que viven a causa de los gastos, los préstamos, y los sueldos. Todo ello ajustado para que sea muy difícil ahorrar y salir del círculo vicioso, la "carrera de ratas" que decía Robert Kiyosaki en su libro "Padre rico, padre pobre"
El día de pago llegó sorpresivamente. Habían pasado dos semanas. Me encontré con que debía a Proteínas Clorela sólo unos ochenta dólares y unos pocos centavos. Además del dinero de los préstamos me descontaron un tanto por ciento para el Fondo del Bienestar del Empleado (después de unas cuantas deducciones comprendí que estaba pagando los impuestos de Clorela); la cuota de la Unión de Trabajadores; impuestos (esta vez mis impuestos); hospitalización (trate de aprovechar el beneficio, me dijeron los veteranos), y seguro a la vejez.
El verdadero alcance de los contratos B era clarísimo. Uno siempre estaba endeudado. Los créditos abundaban, y había que recurrir a ellos. Si en cada semana yo quedaba debiendo diez dólares, al terminar mi contrato mi deuda con Clorela sería de mil cien dólares. Tendría que seguir trabajando para pagar esa suma. Y junto con mi trabajo, aumentaría mi deuda.
En 1984 se publica la segunda parte: La Guerra de los Mercaderes
Finalmente los conistas han sido los primeros en colonizar Venus, burlando a las Agencias de Publicidad depredadoras.
Llevan años tratando de transformar el planeta en un lugar más habitable, y han impuesto un sistema ecologista y en el que la publicidad engañosa es sustituída por la información sincera:
Si por algún motivo no desea usted traerse de casa la comida al visitar el Parque de Russian Hills, en la Cafetería Venera hallará bocadillos y alimentos sencillos, del tipo hamburguesas, perritos calientes y emparedados de soja. Todos llevan el sello de la inspección del Servicio Planetario de Sanidad pero hemos de advertir que son de calidad mediocre. La Cafetería pone también a disposición del público cerveza y refrescos, por un precio aproximadamente doble de lo que cuestan esos mismos productos en la ciudad.
El protagonista de esta nueva entrega, Tennison Tarb, trabaja para la misma agencia Fowler Schocken, y lleva varios años en la embajada de Venus como agente corruptor. En realidad el fin oculto de todos los miembros de la embajada terrestre en Venus es acabar con el régimen anticonsumista de Venus para que el planeta pueda ser explotado salvajemente por las agencias de La Tierra.

Una vez cumplido su servicio, tras 6 años ausente, Tarb regresa a La Tierra, donde le espera un jugoso ascenso en la agencia de publicidad, un futuro prometedor.
Pero algunas cosas han cambiado mientras él estaba ausente, y desprevenidamente, al poco de salir del espaciopuerto de Nueva York, transita por un tramo de calle que posee un dispositivo publicitario de reciente legalización, PERFECTAMENTE SEÑALIZADO por un cartel de aviso borroso y nada esclarecedor, que mediante una descarga de ondas directas al cerebro convierte al transeunte en adicto de por vida a la Moka-Koka, que es "una bebida refrescante y sabrosa a base de sucedáneos de chocolate de superior calidad, extractos sintéticos de café soluble y aditivos equivalentes a la cocaína"... perfectamente legal.

Cuando en la agencia de publicidad descubren que Tarb ha caído presa de ese "anuncio", es degradado hasta lo más bajo, pues nadie puede confiar un puesto de responsabilidad a un yonki que en estado de mono podría vender cualquier secreto de la agencia a cambio de una lata de Moka-Koka.
—¿Sabe, Tarb? —me dijo con una cordialidad rayando en el sentimentalismo—. Me recuerda usted mucho a mí mismo cuando tenía su edad. Bueno, escuche, vamos a ponernos cómodos mientras decidimos qué le gustaría hacer ahora que está de nuevo entre nosotros. ¿Qué quiere tomar?
—Pues, creo que una Moka-Koka —contesté distraído.
El ambiente de la habitación experimentó un cambio radical, para empeorar. El dedo del Gran Jefe se detuvo en el aire, justo encima del botón que hubiera hecho entrar a su segunda secretaria, encargada de servir café y bebidas.
—¿Qué ha dicho usted, Tarb? —rechinó.
Abrí la boca, pero era demasiado tarde. No me dejó hablar.
—¿Una Moka? ¿Aquí en mi despacho?
La expresión de su rostro se alteró, pasando por todos los niveles de la escala, desde la benevolencia y el desconcierto hasta detenerse en la más enfurecida cólera. Lívido de ira, oprimió de un manotazo un botón completamente distinto.
—¡Servicio de emergencia! —rugió—. ¡Traigan ahora mismo a un médico! ¡Tengo a un adicto a la Moka-Koka en mi despacho!
Me sacaron del despacho del Gran Jefe más aprisa que a un leproso de ante el trono de Luis XIV...
La Agencia, por piedad, le ofrece un puesto de recadero, con un sueldo miserable, y Tarb se ve obligado a trasladarse a un zulo de cama rotatoria compartida por turnos con otros inquilinos de las clases bajas: los consumidores.

Uno de sus nuevos compañeros, Nelson, tiene problemas económicos a causa de los pagos mensuales por una colección que está realizando de Miniaturas de Bustos Presidenciales en Aleación de Plata de la Casa de la Moneda de San Jacinto.
—Me he atrasado un poco en los pagos y San Jacinto ha enviado a un par de cobradores que me esperaban a la salida del trabajo, en la fábrica. Oye, Tenn, ¿no podrías prestarme cincuenta dólares hasta el día de cobro? Es que me han dicho que al próximo atraso me parten las rótulas.
—Cincuenta dólares no los tengo —le contesté con casi absoluta veracidad—. ¿Por qué no vendes algunas figuritas?
—¿Venderlas? ¿Vender lo único que tengo? ¡Por Dios, Tenn —exclamó—, qué estupideces dices! Estas figuras son piezas de colección, de muchísimo valor porque constituyen una excelente inversión. Todo lo que tengo que hacer es guardarlas hasta que empiece a producirse demanda en el mercado, y entonces, ¡verás tú! Son ediciones limitadas, ¿sabes? Dentro de veinte años tendré una casita en Florida y allá me retiraré a disfrutar de la vida y ¿sabes cómo voy a conseguirlo? Pues con estas figuritas, sólo que... —añadió con tristeza— si me atraso en los pagos, tendré que devolverlas y además me partirán las rótulas.
Eché a correr por el pasillo hacia el cuarto de baño porque no podía soportar seguir escuchándole. ¡Piezas de colección de edición limitada! ¡Cuentos chinos! ¡Si lo sabría yo! Era uno de los primeros temas en que había trabajado; ediciones limitadas, sí, al máximo número de ejemplares que pudiésemos vender, cincuenta mil como mínimo. Piezas de colección quería decir que lo único que podía hacerse con ellas era coleccionarlas.
PeroTarb no tardará en escalar de nuevo puestos en la Agencia de Publicidad, ideando proyectos para exprimir más aún a los consumidores más desgraciados y adictos (como su compañero Nelson o él mismo, que aún sigue enganchado enfermizamente a la Moka-Koka), transformando las Sociedades de Consumidores Anónimos en centros de publicidad encubierta que en lugar de ayudar a esos consumidores a salir de su adicción los redirijan hacia el consumo de otros productos distintos de la agencia, de forma rotativa.
—¿Ha oído hablar de Consumidores Anónimos?... Constituyen un mercado potencial que a nadie se le ha ocurrido explotar. Mire, los miembros de Consumidores Anónimos son ciudadanos corrientes, sujetos a un irrefrenable afán de consumir. Es, por ejemplo, el individuo que toma cincuenta tazas de Mascafé al día, víctima de una desmesurada dependencia a cualquier tipo de producto, de una monstruosa hipertrofia de la tendencia a consumir. Viéndose en tal estado, acude a Consumidores Anónimos, y entonces ¿qué ocurre? Pues que la mayoría abandona el hábito durante un par de días, como máximo, y luego vuelve a caer en él. Al cabo de una semana está peor que antes, y acaba por tener que internarse en un manicomio, con lo cual queda definitivamente perdido para el consumo. Si por el contrario la ayuda que allí recibe da resultado, entonces la situación es infinitamente peor porque le lavan el cerebro induciéndole a economizar, incluso a ahorrar.
Pero no tenemos por qué perder a esa gente. Lo único que hay que hacer es reorientarla. Nada de abstinencia. Sustitución.
Se trata de organizar un grupo de ayuda mútua para cada hábito de exceso de consumo. Luego enseñamos a sus integrantes a sustituir un producto por otro. Si son adictos al Mascafé, los encaminamos hacia chicles Nicotín, de Nicotín los dirigimos hacia las colecciones de la Casa de la Moneda de San Jacinto...


[Añadido 12-06-04]
Y si queréis os cuento el final de la segunda novela:
El señor Tarb, valiéndose de los medios de las agencias y renegando de su pasado como publicitario al servicio del consumismo, difunde por televisión una batería de anuncios denunciando al sistema, y en menos de una hora los consumidores de todo el planeta han llenado las calles e iniciado una rebelión...

Nada realista, en mi opinión. En la realidad todos los días recibimos información en contra del sistema, tanto por los medios "alternativos", como por los masivos en su conjunto, como por nuestros propios sentidos e ideas. Y la sola información no basta ni ilumina a nadie, porque en el fondo ya sabemos lo que hay, y lo que estamos no es ignorantes, sino desarmados, y la mayor parte del tiempo paralizados, desidiosos, desorganizados, egoistas, desperdigados y divididos.